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A LA LONA EL "ENVIADO DE DIOS"

" Después de derrocar a Ríos Montt, el General Mejía intentará involucrar militarmente a su país en el conflicto regional

12 de septiembre de 1983

No siempre las fuerzas navales sirven para batallas navales. A veces pueden precipitar hechos políticos notables sin disparar un solo cañonazo. Aparentemente esto es lo que sucedió la semana pasáda, cuando a pocas horas de que el ministro de Defensa guatemalteco, general Oscar Humberto Mejía Victores, hubiera pisado la cubierta del portaviones "Ranger", enorme nave que preside la flota norteamericana en aguas centroamericanas del Pacífico, este decidió que el presidente Rios Montt no podía seguir al frente del gobierno de ese país, propinándole tremendo golpe de Estado en el que el "enviado de Dios" terminó en la lona, y murieron 7 personas, cinco militares y dos civiles. Aunque el nuevo "hombre fuerte" guatemalteco negó que su decisión de asaltar el poder estuviera ligada a tal reunión, diversos diarios de la región centroamericana no pudieron soslayar el hecho y dejar de ver algunas coincidencias. La reunión, en efecto, incluyendo a Mejía, estuvo integrada por el jefe del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, general Paul Gorman, por el ministro de Defensa de El Salvador, general Eugenio Vides, y por el comandante de las Fuerzas Armadas Hondureñas, general Gustavo Alvarez. Todos se habían reunido un poco antes con el presidente de Honduras, el médico Roberto Suazo Córdoba, quien permanecía internado en una clinica militar de Tegucigalpa, tras sufrir una crisis cardíaca la semana anterior. El "New York Times", al analizar esa reunión, sugirió que USA había respaldado el golpe de Mejía, lo cual fue desmentido más tarde por un vocero del Departamento de Estado. Obviamente el temario de esas conversaciones no fue revelado, pero el hecho de asistir a tal reunión indicaba un cambio en la actitud del gobierno guatemalteco, o al menos de su ministro de Defensa, el cual y bajo la administración de Ríos Montt, había guardado una actitud "distante" de los problemas del istmo, preocupado mas por la grave situación interna de su país. Así pues, el golpe del 8 de agosto en Guatemala, que parecía ser uno mas en la larga cadena de pronunciamientos castrenses en la región, los cuales no implicaban necesariamente cambios de orientación sustanciales, en esta ocasión parece salirse de esa línea. Por las declaraciones que hiciera el general Mejía poco despues de la caída de Ríos Montt, puede deducirse que habrán virajes fundamentales sobre todo en política exterior. A nivel doméstico, el nuevo mandatario prometió eliminar los tribunales de fuero especial, concilios clandestinos que decidieron las numerosas penas de muerte que se sucedieron allí, pese a la protesta internacional. También anunció que levantaría el "estado de alarma", el régimen de excepción impuesto hace seis semanas por Ríos Montt que restringía las líbertades, y habló de revisar las políticas tributarias. También dijo que el proceso electoral para diputados constituyentes previsto para el 1 de julio de 1984 no variaría. A nivel internacional, Mejía fue contundente: en una rueda de prensa el 9 de agosto declaró que los países del Grupo de Contadora "no tienen nada que hacer en Centroamérica" y acusó de "país agresor" a Nicaragua contrastando con la línea de su antecesor, quien había respaldado las gestiones de paz de dicho grupo, y sostenido relaciones formales con las autoridades sandinistas de Nicaragua. Ríos Montt, en realidad, no se sumó nunca a los ataques contra los sandinistas, tal vez como una forma de presión hacia Washington por su fría actitud hacia su mandato. Ríos sí había ido evolucionando hasta el punto de que en los últimos meses, Guatemala pareció integrarse al bloque de cuatro naciones centroamericanas, con Costa Rica, Honduras y El Salvador, que se muestran aliadas de Estados Unidos en la oposición a Nicaragua. Pero tal adhesión se había limitado al campo político,sin que Guatemala diera indicios de querer sumarse a las acciones militares como sucede, por ejemplo, en Honduras, donde las fuerzas armadas locales están realizando gigantescos ejercicios militares en combinación con el Ejército de Estados Unidos, los cuales tienen un claro sentido de advertencia a Nicaragua. Lo curioso es que el general Mejía, horas antes del golpe, había hablado sobre Contadora en términos diferentes, elogiosos, diciendo que él veía "con interés las acciones del Crupo de Contadora" así como "los esfuerzos de Estados Unidos por promover el diálogo". El cambio de gobierno parece prefigurar, pues, un viraje hacia un involucramiento militar del mayor país de América Central en el conflicto regional. Estados Unidos elogió al nuevo régimen, 24 horas después del ascenso de Mejía. John Hughes, vocero del Departamento de Estado, sostuvo que el general Mejía se había comprometido a "continuar el proceso de restablecimiento del gobierno democrático en el país". No obstante, este aval no garantizaría del todo a Mejía tener el camino despejado en Washington. Varios legisladores norteamericanos afirmaron que Mejía era en su opinión la opción particularmente negativa para una nueva conducción, dado su desprecio por los derechos humanos y por sus vínculos con fuerzas de extrema derecha en su país, como el Movimiento de Liberación Nacional (MLN). Mejía, además, hace pocos meses, tuvo un discusión con Clarence Long, quien es nada menos que el presidente de la subcomisión de Operaciones Exteriores de la Comisión de Asignaciones de la Cámara de Representantes, tras la cual Long calificó al militar como un ser "arrogante y cruel", mientras Mejía ripostaba diciendo que el legislador asemejaba ser un "comunista" y un "miembro del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP)". Rios Montt, por supuesto, envió posteriormente un emisario especial con sus disculpas a Long, pero éste las rechazó de plano. Tras el golpe, Long no vaciló en decir a la prensa: "Podemos hacer que no le demos nada de ayuda económica a esta gente". Por otra parte, no debe olvidarse que para poder destinar esfuerzos a la actividad militar en la región centroamericana, el Ejército de Guatemala deberá antes controlar claramente la situación interna, donde en los últimos años ha debido encarar una creciente lucha guerrillera en las áreas rurales.