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LA MATA HARI SANDINISTA

En Washington no saben qué hacer con Nora Astorga

30 de abril de 1984

Un enorme dilema diplomático está metido en estos días el Departamento de Estado norteamericano. El gobierno de Managua --cuyas relaciones con Estados Unidos están en su punto más bajo, ante el apoyo que la administración Reagan viene dando a los "contras" ba sados en Honduras y Costa Rica--ha anunciado que una alta funcionaria de su ministerio de Relaciones Exteriores será designada embajadora nicaraguense en Washington. Ella se llama Nora Astorga, tiene 37 años y es abogada. En cualquier otro caso no habría surgido problema alguno.
El trámite acostumbrado en Estados Unidos para darle el agrément a un diplomático es simple: una vez surgido el nombre del futuro embajador el Departamento de Estado obtiene una biografía de él, la analiza y poco después el jefe de la Casa Blanca recibe la recomendación de aceptarlo.
Casi nunca nadie es vetado. En este caso el asunto es bien complejo. Para el gobierno norteamericano Nora Astorga fue una vez terrorista. La historia de ella, revivida en estos días por la prensa, es impresionante. Un día de marzo de 1978 ella llamó a la secretaria del General Reynaldo Pérez Vega, el segundo oficial más importante de la Guardia Nacional de Anastasio Somoza en ese entonces, y le dejó este mensaje: "Dígale al General que algo que él estaba solicitando hace rato podría ser hoy. Digale que estaré en mi apartamento". El militar, quien durante meses estuvo cortejando a la atractiva abogada juró para sus adentros que esa sería una noche "especial". Acudió pues a la cita. Ya allí al guardaespaldas del General le pidieron salir a comprar licor. La Astorga invitó entonces a Pérez a su habitación. Súbitamente, cuando el militar estaba en paños menores, dos guerrilleros salieron del closet y lo degollaron. Al hombre lo apodaban "El Perro", y tenía fama de torturador.
Cumplida la "misión", Nora Astorga pasó a la clandestinidad bajo las filas de la guerrilla sandinista. "Quiero hacer saber que participé en la operación de hacer justicia a un verdugo sangriento", declaró en ese momento.
Desde el triunfo de la revolución, ella ha desempeñado varios altos cargos en el gobierno sandinista, especialmente en la cartera de Relaciones Exteriores. Actualmente es conocedora profunda de las relaciones Washington-Managua. Sin embargo, otro elemento complica aún más el caso de ella: Pérez no sólo era un duro somocista sino un activo agente de la CIA, lo que haría el nombramiento de ella bastante irritable para los círculos secretos de Washington.
Aún así no es fácil para Washington rechazar a la Astorga. Los sandinistas podrían responder a esa movida declarando persona non grata a Harry Bergold, embajador de USA en Managua, nombrado hace poco. Por otra parte, la Mata Hari nicaraguense, de fervientes convicciones sandinistas, será bien diferente a los cinco anteriores embajadores nicas allí, dos de los cuales han desertado. Además, por lo versada que es, podría convertirse en una implacable crítica de las políticas de la administración Reagan sobre Nicaragua. Refiriéndose al caso, con no poca ironía, un funcionario del Departamento de Estado dijo al respecto: "Nicaragua tomó una real oportunidad para enviarnos a alguien muy notorio". -