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Los manifestantes se han apropiado de los símbolos del fútbol para visibilizar sus protestas. | Foto: A.F.P.

PROTESTAS

La otra cara de la Copa América en Chile

El país está en ‘shock’, día a día crecen el descontento social y el desprecio hacia la clase política.

13 de junio de 2015

La plaza Italia divide Santiago en dos. Para arriba, están las clases más acomodadas. Para abajo, el resto. Y en su centro, hay una enorme rotonda donde los santiaguinos se reúnen para celebrar eventos políticos, históricos, sociales o deportivos. Allí, apenas unas horas antes del pitazo inicial de la Copa América, una multitud de jóvenes se congregó para levantar un trofeo de un metro de altura hecho de cartón y envuelto con papel dorado, al que le pusieron el emotivo nombre de ‘Copa de la Gratuidad’.

La expresión –que tiene su hashtag en Twitter y se difunde en YouTube– resume la ambivalencia con la que los chilenos han acogido la cita futbolística más importante del continente. Por un lado, la gran mayoría dice que estará pendiente de los partidos de su selección, y una buena parte espera incluso que la Roja consiga su primera corona internacional. Por el otro, sin embargo, el pitazo inicial resonó en un país convulsionado, inmerso en una crisis política que afecta a todos los partidos, acusados de corrupción y de pactos ilícitos con el sector privado.

También, en un clima de descontento social que en las últimas semanas ha arreciado con marchas de estudiantes y profesores, insatisfechos con el curso que ha tomado la reforma educativa emprendida por la presidenta, Michelle Bachelet. “Hay un desencanto con todas las instituciones y con las personas, incluida yo”, reconoció ella misma en una reciente entrevista con El País de Madrid. De hecho, la mandataria ha estado en el ojo del huracán desde que se supo que su hijo y otros familiares usaron su parentesco para conseguir préstamos bancarios. Según la última encuesta, su popularidad está por debajo del 30 %.

Ese mal momento, que ha tenido a su gobierno a la defensiva desde principios de año, se ha reflejado en el preludio de la Copa América, que los manifestantes han aprovechado como un altavoz continental para sus reivindicaciones. Según le dijo a SEMANA Eugenio Tironi, sociólogo y analista de El Mercurio, hay tres grandes temas en juego: “Primero, las nuevas condiciones laborales de la carrera nacional de docente, que tienen insatisfechos a los profesores. Segundo, la nacionalización del sistema escolar básico y medio, al que se han opuesto las corporaciones municipales. Y tercero, la gratuidad de la educación superior, que en un principio no incluirá a las universidades privadas, que en Chile son las que concentran a los alumnos de bajos recursos”.

Aunque el talante de las protestas de las últimas semanas ha sido pacífico, algunas tuvieron que ser dispersadas por los carabineros con cañones de agua en pleno invierno austral. Y ese procedimiento ha causado gran polémica desde que, a mediados de mayo, un estudiante quedó entre la vida y la muerte tras recibir en la cabeza un chorro disparado a pocos metros. A su vez, la semana pasada los manifestantes dijeron que continuarán con sus marchas durante el certamen, lo que ha hecho que muchos se pregunten si estas podrían perturbar el desarrollo del evento, como sucedió en Brasil durante la Copa de Confederaciones de 2013.

Sin embargo, si bien es claro que el torneo no acabará con el fervor de los manifestantes, también lo es que el descontento en la calle no alcanzará los niveles de la movilización estudiantil de 2011, la mayor desde la caída de Pinochet. De hecho, mientras la selección chilena no sea eliminada, Bachelet contará con un balón de oxígeno político. Tras el segundo tanto de la Roja contra Ecuador se la vio sonreír como no lo había hecho en muchos meses. ¿Estará en un mes celebrando con su onceno la victoria en la plaza Italia?