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La otra voz

Para muchos exiliados cubanos, el problema del bloqueo es, esencialmente, un asunto familiar.

1 de noviembre de 1993

LA HISTORIA DE RAIMUNdo del Toro es la misma de muchos latinoamericanos. Hace 13 años, seducido por la prosperidad fácil de Estados Unidos, dejó atras a sus padres y hermanos. "Abandoné mi país con la ilusión de ganar dinero, tener carro y una buena casa. Y no me fue mal. Hoy en día tengo con que vivir bien, y lo logré trabajando como camionero", dice. Pero las semejanzas con sus congéneres hispanos terminan allí por la sencilla razón de que Del Toro es cubano. Su éxodo se produjo en 1980, en medio del fragor del episodio del buque "Mariel", cuando el régimen de Fidel Castro permitió la salida de varios miles de personas hacia Estados Unidos. Aunque muchos de ellos eran indeseables, otros, la inmensa mayoría, materializaron su "sueño americano".
La llegada de los "marielitos" produjo un efecto que nadie imaginó en esa década de los 70: renovó a la comunidad del exilio. "Yo nunca fui comunista -dice Del Toro-, pero cuando me fui nunca deje de ser cubano". Para él, el presidente Bill Clinton es "el político más importante del mundo" y Estados Unidos es "mi segunda patria".
Pero su felicidad no es completa, porque desde 1991 lo persiguen los recuerdos: "Cuando regresÉ y vi a mi pueblo con necesidades que no eran las mismas que yo había dejado cuando me fui, sino muchísimo peores, entendí que estábamos cometiendo una injusticia muy grande con nuestra propia gente. Parte de la causa está en el bloqueo de Estados Unidos contra mi país. ¿Por qué voy a permitir yo que un pueblo tan amable como el estadounidense siga propiciando mediante su gobierno que mi gente siga sufriendo, si mi padre, en el mes de mayo pasado, murió porque en el hospital de La Habana no había la medicina que requería?".
Para Del Toro, ser cubano significa tener vínculos familiares con la isla. Sostiene que los cubanos que defienden el bloqueo -con el argumento de que levantarlo sería darle aire al asfixiado régimen comunista-, lo hacen por la sencilla razón de que no tienen parientes en la isla.
Esos cubanos son los únicos verdaderos exiliados políticos, aquellos que salieron de la isla hace mas de 30 años, y para quienes su país no pasa de ser un recuerdo folclórico y una vaga idea de la revancha política. "A ellos no les importa que la gente se muera de hambre en Cuba, si con ello pueden llenar las primeras planas de los periódicos. Lo que propenden personajes de la Fundación Cubano-Americana, como Ileana Ross-Lehtinen o Jorge Mas Canosa -que vive millonariamente con el dinero de la CIA-, y ese enemigo de Latinoamérica que es Carlos Alberto Montaner, es uno injusticia contra inocentes".
Esa conciencia le hizo vincularse al "Comité Cubano-Americano de New Jersey", de 17 mil miembros -del cual ahora es presidente-, que forma parte del creciente movimiento de exiliados cubanos que trabajan porque su nueva patria levante el bloqueo contra su tierra natal. Su bandera es el diálogo con el régimen de Castro, en el convencimiento de que sólo la flexibilización de las posiciones evitará un derramamiento de sangre.
Según un estudio de la Universidad Johns Hopkins, el 73 por ciento de los exiliados está ahora en contra del bloqueo porque lo considera ineficaz para derribar a Castro, por una parte, y, por la otra, porque sus verdaderas víctimas son los habitantes. "Si Castro no les conviene a los cubanos, eso lo deben decidir los que viven en Cuba, eso es un problema de ellos. Yo creo que a pesar de las dificultades, si no se han sublevado, es porque creen en los logros de 34 años de revolución y sacrificios, y no los van a perder".
El trabajo de esa y otras organizaciones "dialogueras" ha conseguido el apoyo de importantes congresistas como Edward Kennedy, Herb Klein, Jose Serrano y el presidente del comité de relaciones exteriores de la Cámara, Lee Hamilton. La semana pasada Del Toro estuvo en Bogotá para dirigirse a miembros del Parlamento Latinoamericano, contrarrestar la invitación hecha por ese cuerpo a los "archienemigos del pueblo de Cuba". Piensa que el futuro debe ser promisorio, porque la credibilidad de esos "guerreristas" está en descenso. "Si los palestinos y los israelíes pudieron hablar y ponerse de acuerdo, no hay nada que razonablemente impida que eso pase entre Cuba Y Estados Unidos, sobre la base del respeto mutuo,¿O no?".