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LA PELEA ES PELEANDO

Bush adelante en las encuestas, mientras el debate se agria cada vez más.

26 de septiembre de 1988

Al menos George Bush recibió una buena noticia la semana pasada: todas las encuestas indican que le va ganando a Michael Dukakis. Claro que no por mucho. El sondeo más reciente del Washington Post y la cadena de televisión ABC le dio una ventaja de dos puntos (48% contra 46%) sobre el candidato demócrata.
De resto, deben ser pocos los motivos que pueda tener el vicepresidente para alegrarse.
Y así es. El compañero de fórmula de Bush para las elecciones del próximo noviembre tuvo que enfrentarse la semana pasada a la prensa para explicar su no participación en la guerra del Vietnam. Como se recordará, el joven Quayle utilizó las poderosas conexiones de su rica familia para ser aceptado en la guardia nacional del Estado de Indiana, y así evitar su viaje a Indochina.
Ese pecadillo, que puede ser aceptado en el caso de un ciudadano normal, se ve francamente mal en el caso de un candidato a vicepresidente que, además, se las da de partidario de la intervención armada.
Ante esa circunstancia, tanto Quayle como Bush decidieron contraatacar. Hablándole a los veteranos en Chicago, el candidato republicano los puso al borde del delirio cuando aseguró que en contraste con lo que era típico en esa época, "él no huyó a Canada, no quemó su tarjeta de convocación al servicio y seguro que no quemó la bandera norteamericana". El aplauso fue tan grande que el senador fue colocado en un avión en Washington para que fuera a hablarle al mismo auditorio.
El salto de ese obstáculo convenció a Bush y sus asesores de continuar con el joven senador en el tiquete. A pesar de sus problemas iniciales, los expertos están de acuerdo en que lo peor que se puede hacer es salirse de él. En la campaña presidencial de 1972, el candidato demócrata George McGovern se deshizo de su compañero de fórmula Thomas Eagleton, cuando se supo que éste había tenido un tratamiento a base de choques eléctricos. Ese repudio le cayó mal a los votantes y McGovern fue derrotado (por esa y otras razones) por Richard Nixon.
Por lo tanto, si Quayle maneja bien sus bazas puede verse fácilmente beneficiado. En realidad, tanto el senador como Bush han comenzado a disputar el supuesto "patriotismo" de los demócratas. Como argumento, ambos han utilizado el hecho de que en 1977 Michael Dukakis no firmó una ley que hacia obligatorio en Massachusetts el juramento a la bandera en los establecimientos de enseñanza. Mientras Dukakis sostiene que sus abogados le dijeron que una medida como esa era inconstitucional, Bush dice que de todos modos debía haber firmado. La pelea ha llegado hasta el extremo de que en cada discurso que da, el vicepresidente recita, junto con el público, el juramento a la bandera para probar su amor por la nación.
Todas esas discusiones contribuyeron a disimular el comienzo del verdadero debate entre demócratas y republicanos. Si bien tanto Dukakis como Bush se mandaron uno que otro dardo sobre temas de mayor trascendencia, la verdad es que la primera semana de campaña indicó que por ahora es la prensa, y no los votantes, la que tiene la palabra sobre los asuntos considerados como importantes en la carrera por la Casa Blanca.