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LA PRINCESA DEL KREMLIN

Según los rumores palaciegos de Moscú, quien lleva la batuta en ese país es la hija menor de Boris Yeltsin, Tatiana Diachenko.

16 de diciembre de 1996

Apenas 24 horas despues de haber caído bajo el efecto de la anestesia para una complicada operación cardíaca, Boris Yeltsin retomaba sus poderes como máxima autoridad del país más grande del mundo. Si todo va bien, en el curso de unos dos meses Yeltsin volverá a ejercer su trabajo con todas las de la ley. Pero su ausencia ya haprovocado cambios en el mapa político nacional. ¿Quién dirige realmente el país? es la pregunta que se hacen todos los analistas y los ciudadanos corrientes. Se habla de muchos, sobre todo del primer ministro Viktor Chernomirdyn. Pero en el Kremlin, los que saben apuntan hacia una mujer: Tatiana Borisovna Diachenko, de 37 años, la hija menor del presidente convaleciente. En un país en el que la vida privada de los hombres públicos está generalmente vedada, la 'princesa del Kremlin' se ha convertido en objeto de las más variadas especulaciones.Hasta hace poco Tatiana Borisovna era un ama de casa como cualquier otra en este país. Matemática de profesión, tenía un trabajo en el cual calculaba trayectorias de cohetes, pero lo dejó al nacer su hijo Boris. Tatiana se dedicaba a cuidar al niño y a su marido, Alexei Diachenko, ingeniero espacial convertido en hombre de negocios. Pero todo cambió a principios de este año. Según el periódico Moskovski Komsomolets, Tatiana habría decidido que las cosas iban mal en Rusia, que su padre estaba rodeado de malos consejeros y que si ella no tomaba parte en el asunto Yeltsin dejaría de ser presidente de Rusia. Tatiana Borisovna decidió tomar parte activa en la campaña electoral de su padre, estimulada por Boris Abramovich Berezovski, uno de los hombres de negocios más importantes del país. Presidente de Logovaz, la próspera concesionaria de los automóviles Lada, Berezovski es uno de los empresarios más prósperos del capitalismo ruso. La fábrica que produce los Lada está al borde de la quiebra pero Logovaz es una próspera empresa que se benefició de las privatizaciones y se convirtió en una de las mayores accionistas del canal nacional de televisión, de Aeroflot y de otras cuantas gigantescas compañías.Viejo conocido de la familia presidencial, generoso colaborador de las campañas de caridad de la primera dama y sabedor del fuerte carácter de la más joven de los Yeltsin, Berezovski habría impulsado a la joven 'princesa del Kremlin' a penetrar las intimidades de la campaña electoral.Su llegada produjo una especie de golpe de estado en el entorno presidencial. Los viejos asesores de Yeltsin fueron despedidos y como jefe de la campaña reeleccionista fue nombrado (según las malas lenguas, por presión personal de Tatiana) Anatoli Chubais, ese político de pinta occidental famoso por haber privatizado todo el país, uno de los personajes más impopulares y quien es hoy el jefe del gabinete.Como quien desgrana una mazorca, en el curso del año fueron cayendo todos los políticos que rodeaban al presidente ruso. "Estoy sorprendida de cómo Yeltsin puede tolerar a su alrededor a la gente que lo dejó destruir. Debían despedirlos", había dicho Tatiana, quien al ganar la confianza de su padre en asuntos más delicados que los juegos del pequeño Boris se convirtió en la guardiana del enfermo presidente. Oficialmente la hija es sólo miembro del centro de análisis dirigido por su amigo Chubais, pero a través de ella Yeltsin recibe la mayor parte de la información y de los documentos oficiales. "Tal vez tiene cerebro, pero es sólo la hija y no un político experimentado", se queja el ex jefe de la administración presidencial Nikolai Yegorov, uno de los perdedores.Otra víctima de la pareja Diachenko-Chubais, el general Alexandr Lebed, destituido de su cargo como secretario del consejo de seguridad, quien acusó a Chubais de utilizar los amores filiales para provocar su despido. "No hay ninguna mujer que no pueda ser convencida", dijo irónicamente el general. La barrida no respetó siquiera al general Alexandr Korzhakov, ex guardaespaldas de Yeltsin y ex jefe de la seguridad presidencial, quien también se queja: "Le lleva los papeles, que son todos preparados por Chubais", declaró al periódico inglés The Guardian. Pero el mayor escándalo se produjo días antes de la operación de Yeltsin, con el nombramiento de Berezovski en el cargo de suplente del nuevo secretario del consejo de seguridad, Ivan Ribkin, hecho atribuido al dúo Diachenko-Chubais. Izvestia informó que Berezovski había recibido la nacionalidad israelí. A pesar de las negativas de éste, luego aparecieron publicados en el Jerusalem Post todos los datos sobre la obtención de esa ciudadanía hace pocos meses.Tatiana se ha convertido en la mujer más poderosa del país. Moskovskaya Pravda llegó a sostener que algunos consultores estaban planeando lanzarla como candidata a la sucesión de su padre. Pero también comenzaron los rumores, como uno publicado por Kuranty, según el cual Tatiana estaría sosteniendo un secreto romance con Chubais. "Se ha hecho vulnerable al entrar en las intrigas políticas", comentó Lilia Shevstova, analista de la Fundación Carnegie, citada por el periódico en inglés The Moscow Times. "Nadie conoce sus planes. Nunca habló abierta y sinceramente. Es más, ha tratado de no hablar, recordando la historia de la esposa de Gorbachov, que llegó a ser tan odiada después de tanto aparecer en público".Mientras tanto los políticos rusos hacían una pausa para celebrar el 79º aniversario de la revolución de 1917. En estos lluviosos, fríos y cortos días otoñales, cuando amanece a las 7 y oscurece a las 4, nadie sabe muy bien qué se celebra pero, manteniendo la tradición, el gobierno otorga tres días festivos. Como si el mundo se hubiera dado vuelta, los comunistas que gobernaron ayer salen a protestar contra el gobierno con banderas rojas, claveles y retratos de Lenin. La televisión oficial, ahora defensora de los zares, pasa películas sobre la familia de Nicolás II y sobre el supuesto oro alemán que financió al espía Lenin para encabezar la revuelta contra los zares. Nadie sabe a quién creer pero, en todo caso, los museos se llenan de niños en vacaciones de otoño, los grandes compran tortas y brindan con vodka y todos celebran la fiesta aunque la revolución sea sólo un motivo.