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La redada contra el LSD que acabó con el sueño hippy

Una operación encubierta desarticuló una de las redes del narcotráfico más extraordinarias que el mundo haya visto jamás y cambió a la policía británica para siempre. ¿Qué fue la Operación Julie?

Alianza BBC
25 de julio de 2011

No fue la típica redada antidrogas. Cuando 800 policías de todo el Reino Unido realizaron el operativo poco antes del amanecer una madrugada de 1977, decenas de los funcionarios que trabajaban en el caso tenían sus rostros sin afeitar y pelo largo al estilo hippy. Parecían más bien sacados de un concierto de Pink Floyd.
 
Y la gran cooperativa de elaboración de LSD (ácido lisérgico) que tenían como objetivo era, si cabe, aún más atípica.
 
Entre sus principales miembros había médicos, científicos y universitarios, motivados, insistían, por una urgencia evangélica de transformar la conciencia humana.
 
Pero a pesar de sus ideales de paz y amor, su conspiración era, en ese momento, la red de drogas más grande que Reino Unido hubiera visto nunca y una de las mayores del mundo.
 
Después de que los agentes incautaran un alijo suficiente como para seis millones de "viajes", el precio de una dosis de ácido lisérgico en las calles del reino saltó de una libra a cinco en una sola noche.
 
La investigación, denominada Operación Julie, no sólo destruyó a la banda.

Se podría decir que representa la agonía final de la contracultura de la década de 1960, dado que acabó con el idealismo con el que muchos veían el mundo de las drogas y marcó el inicio de una época más dura y brutal en el submundo de los narcóticos.
 
Además, su escala sin precedentes y la cooperación entre las fuerzas cambiaron para siempre la manera en que el Reino Unido se vigilaba y marcó la impronta que tendría la llamada guerra contra las drogas de la década de 1980.
 
La investigación condujo a redadas en 87 viviendas, lo que resultó en más de 100 detenciones y 15 cabecillas condenados a un total combinado de 120 años de cárcel.
 
Psicodelia en Cambridge

Todo había empezado en un escenario inusual: en el sector académico de la Universidad de Cambridge, inspirado por la filosofía del estadounidense Timothy Leary, pionero del LSD, quien postulaba que la droga abría la mente y podría transformar la sociedad para mejor.
 
El catalizador fue David Solomon, un intelectual bohemio de California y colaborador de Leary, quien llegó a Cambridge en 1967. Dos años más tarde conoció a Richard Kemp, un químico de la Universidad de Liverpool. Pronto, Kemp comenzó a frecuentar el círculo de Solomon, y su primera producción de LSD comenzó en la casa del estadounidense, una antigua vicaría.
 
Uno de los académicos radicales que llegaron a asumir un papel clave dentro de la organización fue Leaf Fielding, un anarquista que había abandonado la universidad después de su introducción al ácido, a la edad de 18 años.
 
Comenzó haciendo las tabletas, convirtiendo los productos químicos en bruto en dosis individuales, y más tarde se hizo cargo de la red de distribución.
 
Como relata en su libro de memorias publicado recientemente, "Vivir fuera de la ley" -el relato más completo hasta ahora de la historia de la Operación Julie realizado por un miembro de la conspiración-, la motivación de la banda no era el dinero sino la promesa de construir una nueva sociedad y la búsqueda de una salida a la confrontación nuclear de la Guerra Fría.
 
"Todos éramos extremadamente idealistas", recuerda. "Yo estaba convencido de que esa era la respuesta a los problemas del mundo".
 
"Lo veíamos como un nuevo despertar para salir del atolladero terrible en el que el mundo se había metido".
 
En 1973, temerosos de la atención de la policía, una de las alas de la cooperativa dirigida por Kemp y Solomon se trasladó al oeste de Gales, mientras que otra rama se quedó en Londres.
 
La llegada de estas figuras contraculturales a pueblos y ciudades como Llanddewi Brefi o Tregaron resultó ser menos sospechosa de lo que se podría imaginar.
 
La belleza natural del condado galés de Ceredigion y su bajo costo de vida ya habían atraído a una considerable población de hippies, de acuerdo con Lyn Ebenezer, autor de "Operación Julie: la redada de LSD más grande del mundo", quien trabajaba como periodista independiente local en el momento.
 
Figuras de la talla de los Rolling Stones, John Lennon y Jimi Hendrix hacían peregrinaciones a la zona.
 
"Color"
 
Los cabecillas del LSD tenían trabajos paralelos, se mezclaban con sus vecinos y visitaban los bares locales. Como resultado, dice Ebenezer, rápidamente se convirtieron en populares vecinos.
 
"Eran grandes personajes", dice. "Le daban color al panorama".
 
"Sí, se vestían de manera diferente a los locales. Pero la mayoría de los locales sabían que no eran el arquetipo de los hippies que no trabajan y vivían de los beneficios del Estado. Formaban parte de la comunidad".
 
De hecho, al igual que muchos en la red, Fielding no tenía necesidad de correr los riesgos que corrió. Para el momento de las redadas ya había establecido un negocio legítimo y próspero: una tienda de alimentos saludables. Poco antes de la caída, le dijo a sus compañeros que quería salirse de la red.
 
"Empezamos como idealistas, pero luego se transformó en una paranoia", recuerda.
Y tenían buenas razones para estar paranoicos. La policía había descubierto un trozo de papel con el nombre de uno de los ingredientes del LSD en el coche de Kemp tras un accidente. Eso fue el puntapié inicial de una investigación policial multinacional antidrogas sin precedentes.
 
Se le puso el nombre de Operación Julie, como se llamaba una de las oficiales, la sargento Julie Taylor, que quedaría luego inmortalizada por la canción de The Clash "Julie's Been Working For The Drug Squad" ("Julie ha estado trabajando para la brigada antidrogas").
 
En las casas de los cabecillas se instalaron dispositivos de escucha y decenas de agentes encubiertos fueron enviados al oeste de Gales para hacerse pasar por hippies y vigilarlos durante 13 meses.
 
Dai Rees, un inspector de la brigada antidrogas, fue uno de los que se "transformaron" para el operativo.
 
"Nos dejamos el pelo largo, usábamos jeans, andábamos bastante desaliñados", recuerda. "Llevar camisa y corbata habría sido imposible".
 
El 26 de marzo de 1977, los detectives finalmente irrumpieron. Encontraron pruebas de una operación a gran escala que exportaba drogas a 100 países y, según algunos informes, suministraba el 90% del LSD en el Reino Unido.
 
Certificados de acciones y detalles de cuentas bancarias en Suiza eran pruebas de que la banda había recorrido un largo camino desde sus primeras raíces idealistas y había pasado a ser una corporación multinacional que manejaba varios millones de libras.
Para la policía, la detención de la banda y el encarcelamiento de sus líderes fueron vistos como un logro enorme y las investigaciones posteriores seguirían el ejemplo de fuerza transversal de la Operación Julie.
 
Dai Rees sigue orgulloso de haber jugado un papel importante en esta operación colectiva.
 
Talentos
 
"Estábamos totalmente convencidos de que estábamos haciendo lo correcto", dice. "Creo que todas las fuerzas policiales en el país en ese momento tenían alguna experiencia con las personas que habían terminado en hospitales psiquiátricos o que estaban involucradas en delitos graves a causa del LSD".
 
Pero, sin embargo, el inspector de la policía no puede evitar ver el encarcelamiento de personas tan inteligentes y bien educadas como una pérdida trágica.
 
"Cuando uno ve ese talento dejando el banquillo de los acusados para iniciar una pena de prisión, no salta de alegría", dice Rees.
 
Kemp fue condenado a 13 años de prisión y su compañera Christine Bott, una médica calificada, a nueve años. Sus penas significaron el final de la fabricación de LSD por parte de la banda.
 
Fielding, quien fue sentenciado a ocho años de prisión, señala que las pandillas de drogas que llenaron el vacío que ellos dejaron eran mucho más peligrosas que la suya.
 
Tras su liberación, montó otra tienda de alimentos y fundó un orfanato en Malawi. Y dice que no se arrepiente de nada. Sin embargo, ya no cree en la capacidad del LSD de transformar el planeta.
 
"Ahora me doy cuenta de lo poco realista que fue: uno no puede resolver los problemas del mundo con una píldora", reconoce.
 
"Obviamente, algunas personas sufrieron y eso me hace sentir mal, pero algunos fármacos funcionan para algunas personas y para otras no. Me gusta tomar una copa con la comida, pero no soy un alcohólico".
 
Las opiniones sobre la guerra contra las drogas, en la que la Operación Julie es vista como un punto de partida, siguen divididas. Pero el legado de un grupo de hippies en las zonas rurales de Gales sigue vivo.