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LA TORMENTA NO CEDE

Sigue escándalo de "Los versículos satanicos".

27 de marzo de 1989

El escándalo causado por " Los versículos satánicos" llegó a los extremos más increíbles esta semana, luego de que su autor, Salman Rushdie, fuera "condenado" a muerte por el Ayatollah Khomeini.
La primera ministra británica Margareth Thatcher, en un reciente viaje a Alemania Occidental, exhortó a los líderes de las naciones comunitarias a unirse a la condena de Teherán, mientras en su país crecía la sensación de que el gobierno se equivocó por completo en sus anteriores aproximaciones diplomáticas sobre las cuales el ministro de Relaciones Exteriores, Sir Goffrey Howe, en un discurso ante la Cámara de los Comunes, dijo que "el gobierno ha concluído que no es posible ni sensato conducir unas relaciones normales con Irán". A todo esto, se unió el presidente norteamericano, George Bush, quien sin "pelos en la lengua" declaró a Irán responsable de cualquier crimen cometido contra los Estados Unidos, desde secuestros hasta terrorismo.
Severas sanciones económicas se esperaban contra Irán, un país que necesita importar más de un 70 por ciento de los productos que consume. Entre tanto, las representaciones diplomáticas de 7 países europeos habían cerrado sus oficinas. El primero en salir fue Nicolás Browne, encargado de negocios de la embajada británica quien había llegado a Teherán hacia sólo 25 días. De otra parte el representante irani en Londres, debería abandonar Inglaterra a la mayor brevedad posible.
Pero Irán no estaba dispuesto a ceder. Al contrario, Khomeini dijo recientemente en una transmisión radial que "mientras yo siga vivo, no habrá mejores relaciones con los occidentales. Seguiremos cortando las manos de los mercenarios americanos y rusos". Entre tanto el presidente de Irán, Alí Khamenei, quien hace 10 días había dicho que si Rushdie se arrepentía, las cosas podían cambiar, aseguró en la capital yugoslava, que la "flecha que se disparó contra el blanco, está ahora regresando a su destino contra el blasfemo bastardo de Salman Rushdie". Desde su escondite secreto, Rushdie dio el jueves, por primera vez, señales de vida. Habló por teléfono con el editor literario del dominical Observer a quien dijo que estaba soportando bien la situación.
Entre tanto, las principales cadenas de librerías de los Estados Unidos, ante la presión del gremio de escritores, y envalentonadas por las fuertes declaraciones del presidente Bush, resolvieron volver a poner el libro en sus estantes, de donde, no se duda desaparecerán en pocos días, devorados por los ávidos lectores norteamericanos. Con todo el ruido que se ha hecho, paradójicamente el escándalo Rushdie podría convertirse en el hit de mercadeo más grande de la historia.