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La videoteca del terror

Las escalofriantes cintas de Ben Laden dejan preguntas sin respuesta y un motivo a la Casa Blanca para ampliar la guerra contra el terrorismo.

26 de agosto de 2002

Como todos los que habian visto desde el domingo las emisiones de la CNN, el miércoles de la semana pasada las autoridades y los pasajeros que transitaban por el pasillo B del aeropuerto de Miami estaban impactados y paranoicos. Sólo se necesitó que unas personas comenzaran a toser para que las autoridader cerraran toda el área y el rumor de un atentado terrorista con armas químicas se difundiera por el mundo. La noche anterior la CNN había repetido la transmisión de una de las 64 cintas de una colección privada de propiedad, según la cadena, de Osama Ben Laden. En la cinta hombres con traje tradicional afgano salen corriendo de un cuarto donde se encuentra un perro con aspecto de labrador. Se ve un líquido blanco del que emana un gas y el perro empieza a lamerse los labios y a toser. Pierde la fuerza de sus piernas posteriores, se desploma rígidamente y cae muerto entre chillidos de dolor. El mismo experimento se repite con otros dos animales. Aunque los expertos que analizaron la cinta no coincidieron en la naturaleza de la sustancia, todos estuvieron de acuerdo con que el video constituye la primera prueba irrefutable de que los terroristas de Al Qaeda pueden fabricar y utilizar exitosamente armas químicas letales.

En el aeropuerto la paranoia por un ataque de este tipo fue evidente. Como prueba, los funcionarios de la brigada de rescate del condado de Miami Dade llegaron a informar, equivocadamente, que una maleta con una sustancia blanca examinada en un puesto de seguridad había sido la causante del malestar. Al final, cuando en la sala aeroportuaria ya se contaban unas 40 personas afectadas, se supo que todo había sido causado por un spray de defensa personal que un guardia había decomisado y luego había dejado olvidado.

La historia de Miami demuestra el efecto de alarma que las cintas de la CNN han ocasionado en los norteamericanos. La cadena ha sido incluso acusada de promover el terrorismo al presentar este material, que podría servir de propaganda para Al Qaeda. Así mismo, como el gigante de las comunicaciones se negó a dar información pormenorizada sobre la manera como consiguió las cintas, algunos aventuraron la hipótesis de que la compañía podría haber pagado a la red terrorista por los videos. A esa acusación, que la convertiría en patrocinadora de los terroristas, se añadió que la CIA se quejó de que la cadena no entregó las cintas para que los expertos en inteligencia las analizaran.

Nic Robertson, el periodista que encontró las cintas, cuenta que supo de ellas por una fuente no revelada que las encontró en una casa que perteneció a Ben Laden. Robertson dice que tuvo que hacer un viaje de 17 horas a algún lugar de Afganistán, donde la fuente le mostró una colección de 251 cintas. Robertson las examinó durante dos días y escogió 64 que sacó de Afganistán y llevó a Estados Unidos. Aunque la mayoría eran anteriores al atentado del 11 de septiembre, en una de ellas aparecen registradas las imágenes de noticieros del derrumbe de las Torres Gemelas. Aunque en un comienzo la cadena negó que hubiera pagado por el material, después de un par de días la vocera de la compañía reconoció que habían pagado 30.000 dólares por las cintas.

Entre los videos que Robertson escogió se pueden observar entrenamientos de Al Qaeda de cómo bombardear ciudades occidentales, manuales para fabricar explosivos con materiales caseros, prácticas de secuestros, desvío de vehículos y asesinatos en motocicleta, así como declaraciones de guerra a Estados Unidos. Varios de los expertos citados por CNN aseguraron que las cintas demostraban que Al Qaeda posee una capacidad táctica mayor de la que se estimaba.

Así mismo, la Casa Blanca consideró que las cintas confirmaban y alentaban la necesidad de una lucha contra el terrorismo internacional. Un vocero gubernamental dijo al respecto que "son gentes malévolas con intenciones macabras y es una prueba suplementaria de la urgencia de extirpar el terrorismo internacional". Pero para observadores independientes, como Phyllis Bennis, se trata de un nuevo y peligroso pretexto para los guerreristas. Bennis dijo a SEMANA que "la aparición de las cintas puede acrecentar la llamada a guerra de la que tanto oímos en Washington. Aunque no existe evidencia de ninguna relación entre Al Qaeda e Irak, por ejemplo, me temo que quienes en Washington están deseosos de irse a la guerra van a usar la existencia de armas químicas para acrecentar el miedo de los norteamericanos y dirigirlo hacia Irak".

Y en efecto, la difusión de las cintas ocurre en un momento en que George W. Bush está perdiendo apoyo interno y externo para llevar a cabo su sueño de acabar con el presidente iraquí Saddam Hussein. Para recobrar el apoyo de la población la Casa Blanca necesita sensibilizarla acerca de los peligros de las armas de destrucción masiva del llamado "eje del mal". Para ese efecto las imágenes de los animales usados por Al Qaeda para ensayar sus químicos caen como anillo al dedo.