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Ricardo Lagos, presidente de Chile durante el período 2000-2006. | Foto: León Darío Pelaez / SEMANA

CONMEMORACIÓN

Lagos: “fue un acto de valentía”

A 25 años del triunfo del NO, el expresidente repasa los días de la dictadura y la noche en que acusó con el dedo a Pinochet.

4 de octubre de 2013

El 11 de septiembre de 1973, pasadas las siete de la mañana, mientras el presidente Salvador Allende arribaba en su automóvil Fiat 125 a la Casa de la Moneda junto a su Grupo de Amigos Personales (GAP), uno de sus mayores copartidarios, el profesor Ricardo Lagos, se encontraba en la ducha del baño de su casa. De repente su esposa Luisa, quien acababa de escuchar un bando militar, irrumpió con un grito desde la puerta afuera: “¡el golpe comenzó!”.

Era una mañana de martes, tal como cuando concedió esta entrevista; un día antes de la fecha en que se cumplieran 40 años del golpe contra Salvador Allende, y un día después de los actos conmemorativos de este hecho en dos sitios distintos de Santiago de Chile: el palacio de La Moneda y el Museo de la Memoria. 

Lagos se dirigió a este último junto a los también expresidentes Eduardo Frei y Michelle Bachelet, actual candidata presidencial y líder de la alianza opositora Nueva Mayoría, la cual congrega a los partidos de la Concertación, coalición por la cual todos ellos alcanzaron la presidencia chilena. 

Este movimiento nació el 2 de enero de 1988 como la Concertación de Partidos por el NO y su fin inicial fue la derrota en las urnas del régimen de Augusto Pinochet, quien buscaba prolongar su período presidencial a partir del plebiscito a realizarse el 5 de octubre de ese mismo año. Hace 25 años.   

Tras una victoria del 54, 71% del NO frente al 43, 01% del SÍ se convocaron elecciones en correspondencia a lo estipulado en la constitución de 1980, la que rige en la actualidad, aprobada también a través de un plebiscito el 11 de septiembre del mismo año, siete años después del golpe. 

Con el triunfo del SÍ, la hoy conocida Concertación de Partidos por la Democracia, que reúne a partidos de izquierda, centro y centroizquierda, logró de forma sucesiva, desde 1990 hasta la elección del derechista Sebastián Piñera en 2010, la conquista por la vía democrática del palacio de La Moneda. 

En este lugar, dos horas después del acto de la oposición, el presidente Piñera encabezó la celebración oficial del aniversario 40 del día en que el general Pinochet tomó el poder a la fuerza y se lo arrogó durante casi 17 años. 

A ese mismo lugar (el Palacio de la Moneda) asistió Ricardo Lagos junto a su esposa Luisa una semana antes del golpe de estado, el 4 de septiembre de 1973, cuando se celebraban tres años de la victoria electoral de Allende. Para ello estaba programado un desfile al que Lagos ya había resuelto ir sin la compañía de su señora, quien se encontraba en cama a causa de un fuerte resfriado. 

-Voy al desfile- le dijo Lagos.

-Yo también- respondió ella.

-Pero estás muy enferma- le apercibió su esposo.  

-Sí, pero es que este va a ser el último desfile- le respondió Luisa en un tono profético. 

Minutos después sus miradas se encontrarían con la de Salvador Allende, quien permanecía en un estrado al frente del palacio presidencial. Al verlos, Allende movió de manera detenida su mano. 

-Se está despidiendo- le dijo entonces su esposa. Fue el último contacto visual que tuvieron.  

De ahí que una semana después, ante el anuncio de su mujer, Lagos saliera rápido del baño. No había transcurrido una hora desde que sus hijos habían partido al colegio, ubicado cerca de la casa, cuando estos regresaron con el aviso de que había golpe de Estado y las clases se habían cancelado. Eran apenas las 8:30 a.m. 

Ricardo y su esposa ya habían previsto que en ese escenario se alojarían en la casa de sus suegros, una vivienda espaciosa en que todos podían acomodarse. Así que no demoró en coordinar con ella para que llevara a sus hijos allí, mientras él se dirigía a su oficina, la facultad latinoamericana de Ciencias Sociales, donde trabajaba como secretario general. 

En el camino escuchaba el discurso de Allende: “…Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”. Con estas frases ya intuía que este no saldría vivo de La Moneda. Así se lo hizo saber a una tía, a la cual encontró de paso por la casa de su madre, quien permanecía afuera.  

De ahí siguió hacia la facultad, la cual se hallaba a unos dos kilómetros de La Moneda. Desde allí sintió los aviones, las explosiones y acto seguido la humareda que se levantaba. Así que cerró su oficina y a quienes lo acompañaban les dijo que se fueran a sus casas pues se había impuesto el toque de queda. 

Lagos tomó rumbo a la casa de sus suegros. Allí se encontró junto a su familia y la de Óscar Soto Guzmán, uno de los ocho médicos personales que acompañaban a Allende ese día en La Moneda. Eran cerca de las 2:30 p. m. cuando el doctor Soto llamó a su mujer. Le informaba que el presidente se había suicidado. 

Cara a la dictadura

“Yo ahora a mi edad diría: nos robaron 17 años. Porque fueron años de temor, de susto, de pensar en lo que ocurre mañana, de una familia que está toda en una diáspora…En que claro, conocimos de la solidaridad de muchos: la solidaridad de ustedes los colombianos, por ejemplo. Pero bueno, fue lo que me tocó vivir”, le expresó a este medio el expresidente, tal como lo ha hecho en otras publicaciones, incluido su propio libro: “Así lo vivimos. La vía chilena a la democracia”.

En este cuenta de sus días bajo la sombra de la dictadura, de la represión, esa que vivió en carne propia tras el atentado fallido contra Pinochet por lo cual fue llevado preso por la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) “en virtud de un estado de sitio"en 1986.

Esto, tal como él mismo lo reconoce, evitó su muerte a manos de la Central Nacional de Informaciones (CNI) que esa misma noche detuvo a cuatro personas, incluido el periodista José Carrasco, quien amaneció fusilado. “Ahí es cuando uno se da cuenta de que se salvó por poco, ¿no?”. 

En diciembre del año siguiente (1987) Ricardo Lagos funda el Partido por la Democracia, de tendencia de centroizqquierda, el cual se une a otros 14 partidos de la Concertación en propugna de "estar en contra del sistema institucional del régimen del dictador Pinochet porque no conduce a la democracia, y además querer derrotarlo por medios políticos", en palabras del propio Lagos. 

Meses después, el 25 de abril de 1988, Lagos participaba del programa De cara al país, al cual había sido invitado como presidente de dicho partido a uno de los pocos espacios televisivos que tuvo la oposición previo al plebiscito. 

 “Yo no sabía que iba a haber un programa. Cuando nos invitan es porque éramos un partido legal: se necesitaban 35.000 firmas, es decir 35.000 chilenos que se atrevían a firmar por un partido que era opositor a Pinochet. Era un acto de valentía", recuerda Lagos. 

“Nos preparamos como nunca me he vuelto a preparar para un cargo de elección. Había un espíritu épico", lo dice por el apoyo que tuvo de un grupo de personas que  ofrecieron sin costo modestos sets de televisión similares al estudio real donde Lagos estaría, al igual que tres periodistas que asumían un rol crítico con interrogantes más duros a los que finalmente este se vería expuesto.
  
En últimas la verdadera periodista que asumiría este papel sería la célebre Raquel Correa, quien desde su niñez y juventud soñaba ser actriz. Su pregunta fue directa: “Mucha gente se pregunta: ¿Qué pasaría la noche del no?". La respuesta de Lagos fue igual de contundente: “Es el inicio del fin de la dictadura". 

Pero no se detuvo: “(…) General Pinochet no ha sido claro con el país. Primero dijo…", hace una pausa y deja de dirigirse a su interlocutora para mirar fijamente a la cámara: “Primero dijo usted general Pinochet que había acá metas y no plazos. Después General Pinochet tuvo plazos y planteó su constitución del 80".

Acto seguido toma un recorte de prensa que alguien le había llevado a su oficina esa mañana, y que luego de leer lo llevó a exclamar: "¡Voy a hacerle cara a Pinochet!". En la noche, ya delante de una audiencia nacional, se pronunciaría: 

“Le voy a recordar General Pinochet que usted el día del plebiscito de 1980 dijo 'Presidente Pinochet no sería candidato en 1989'. La cámara está enfocando espero. Y ahora le promete al país otros ocho años con tortura, con asesinatos, con violación de derechos humanos. Me parece inadmisible que un chileno tenga tanta ambición de pretender estar 25 años en el poder". 

Luego aparece su famoso dedo acusatorio que designa los videos que reproducen dicha intervención 25 años después, y que al volver a ver considera “un poco fuerte". (Ver video) “Yo creo que eso ayudó a que la gente perdiera el miedo (…) Yo pensé que me iban a expulsar de Chile, y eso era peor que meterme preso". 

Sin embargo, al ver el video con su nieto (de nombre Ricardo, al igual que su hijo) este le interpela: “abuelo, ¿y eso fue todo? ".