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Ante las presiones, Rajoy optó por designar a su vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, como directora del comité para afrontar la crisis del ébola. | Foto: AP

ESPAÑA

Las metidas de pata de la ministra de Sanidad de España

Sobre la salud de la enfermera contagiada de ébola dijo: “lo que sabemos es a través de los medios”.

10 de octubre de 2014

El 7 de octubre, el escritor Arturo Pérez Reverte dijo desde su cuenta de Twitter que Ana Mato, la ministra de Sanidad de España, tenía más peligro como ministra que el perro Excálibur con el ébola.

Unos minutos más tarde, el autor de “Reina del Sur” se despachó diciendo, “propongo poner al perro en observación y sacrificar a la ministra. No hay color”. El trino tuvo 38.000 retuits.

Aunque ofensivas, las críticas de Pérez Reverte aparecieron en las redes sociales como un síntoma de lo que se decía en la calle. La mujer sobre la cual recaía toda la atención por el miedo colectivo que generó el primer contagio de ébola en España, había perdido la credibilidad.

Mato fue protagonista de una cadena de errores y salidas en falso, que tuvieron su punto más alto en una rueda de prensa que el gobierno de Mariano Rajoy concedió en la tarde de este viernes. Ante los micrófonos la primera autoridad de salud en España dijo que conocía del estado de la enfermera Teresa Romero, la paciente contagiada, solo a través de lo que habían informado los medios de comunicación. Los periodistas quedaron boquiabiertos.

Horas antes de la rueda de prensa, el diario El País de Madrid había publicado un artículo titulado, “Los cinco errores de comunicación institucional en la crisis del ébola”. Uno de los expertos citados por el periódico decía que “la ministra no es profesional y no conoce con profundidad estos temas. Y esto se transmite en sus declaraciones”.

Y es que cada vez que Mato ha hablado del tema ha dejado más dudas que certezas sobre la mesa. Las abucheadas a la ministra se hicieron más fuertes cuando sanidad tomó la decisión de sacrificar a Excálibur, el perro de la enfermera que posiblemente también había salido infectado por el virus. Las concentraciones en todo el país, en contra de la ministra, no se hicieron esperar.

Pero incluso quienes eran proclives al sacrificio de Excálibur también pedían la dimisión de Mato. Uno de ellos fue Alfonso Ussia, un influyente escritor y columnista de La Razón. “Ninguno de ellos (los que se oponían a la muerte del perro) ha movido un dedo para protestar por los más de 130.000 seres humanos que asesinan en España al año mediante la ley del aborto (…) Otra cosa es que Ana Mato esté obligada a dimitir. Que lo está. Con o sin Excálibur”.

Las críticas han sido elevadas al gobierno en pleno de Mariano Rajoy. No solo a la ministra. La poca información, a veces el silencio de las instituciones de salud y salidas de tono como la del consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, siguen levantando ampollas.

Éste último funcionario desde un comienzo responsabilizó del contagio a la enfermera Teresa Romero, quien, mientras eso pasaba, se debatía entre la vida la muerte. Rodríguez la acusó de mentir y hasta sonó burlesco cuando dijo que “para explicarle a uno cómo se quita un traje no hace falta un máster”, refiriéndose al protocolo que supuestamente no siguió la enfermera cuando atendió al misionero que trajo consigo el virus. De hecho, la misma Mato reconoció este viernes, en frente de Rodríguez, que sus declaraciones habían sido desafortunadas.

Ante las presiones, Rajoy optó por designar a su vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, como directora del comité para afrontar la crisis del ébola, dejando a Mato por fuera de la responsabilidad. La ministra seguirá en el cargo pese a esta y otras polémicas del pasado. Como aquella en la que se vio inmersa en 2009, cuando el ministerio de Hacienda reveló que Mato había alquilado cuatro carros de lujo con dineros de una red de corrupción política conocida como el “caso Gürtel”. En aquella oportunidad Mato dijo, ante el pasmo de los periodistas, “yo no sabía que había un Jaguar parqueado en mi garaje”.