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El departamento de Colón, en Honduras, es una de las designadas Regiones Especiales de Desarrollo donde se construirán las ciudades modelo.

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Las utopías neoliberales

Honduras se prepara para acoger un nuevo modelo de ciudad donde no hay ningún tipo de Estado. Es el proyecto más avanzado de un movimiento que promete llenar tierras y mares de burbujas ultracapitalistas.

6 de octubre de 2012

En su cuarto viaje al Nuevo Mundo, Cristóbal Colón desembarcó en una playa extensa flanqueada por enormes cordilleras. Siglos después sería conocido como el departamento de Colón, en Honduras. Una región que se prepara de nuevo para la llegada de modernos colonizadores, que construirán en su vasto terreno casi despoblado lo que prometen será la ciudad del futuro, un nuevo mundo ultraliberal.

Hace unas semanas el Congreso Nacional de Honduras autorizó la creación en su territorio de las Regiones Especiales de Desarrollo (RED). La idea es crear un espacio para nuevas ciudades con gobiernos independientes, reinos privatizados donde el libre mercado regule todo, desde la seguridad hasta las leyes, pasando por el urbanismo, la inmigración o la forma de gobierno. Aunque todavía no se conocen los detalles de estos proyectos, el gobierno sueña con construir la Hong Kong del Caribe. Sus detractores los califican de "maquilas de última generación" y los demandaron ante la Corte Suprema de Justicia.

Las RED se inspiran en las charter cities (ciudades modelo), una teoría desarrollada por el economista Paul Romer, quien le explicó a SEMANA que "el punto de establecerlas es ofrecer más opciones para las cientos de millones de familias pobres que no tienen buenas oportunidades de vida". Para Romer las ciudades modelo son la posibilidad de crear un espacio dinámico, libre de los pesos del Estado y las dificultades que implica reformarlo "y sin la resistencia de personas que no consideren que sea buena idea".

Romer ha inspirado otro tipo de proyectos que también buscan crear sus propias utopías. De hecho, las RED de Honduras estarán a cargo de la empresa MGK, liderada por el empresario Michael Strong, máximo defensor del "capitalismo con conciencia". La principal diferencia entre ambos es que Strong y su equipo manejan un concepto orientado hacia el lucro, mientras que Romer no lo busca: "No defiendo nuevas ciudades dirigidas por compañías privadas", explicó.

Estas ciudades utópicas despiertan tanta controversia como esperanza. Los defensores de derechos humanos, por ejemplo, se preguntan qué pasará con las poblaciones indígenas que hoy habitan en Colón. La entrega de la soberanía y el tema de la seguridad también son polémicos. Pero las leyes han sido aprobadas y se prevé que la construcción de la primera ciudad modelo comenzará dentro de un mes. En alta mar, empresarios también sueñan con fundar colonias alejadas de los gobiernos, sus imposiciones y arbitrariedades (ver recuadros). Al parecer, la era de la recolonización, con la bandera capitalista izada, ha comenzado.
 
Seasteading Institute

Proyecto: Impulsados por Patri Friedman, nieto del gurú neoliberal Milton Friedman, y Peter Thiel, fundador de PayPal, los llamados seasteaders quieren huir de las garras de los gobiernos. A falta de tierra, estos visionarios han decidido armar sus utopías en aguas internacionales, por fuera de cualquier jurisdicción, para desarrollar “comunidades permanentes y autónomas que permitan experimentar innovadores sistemas sociales, políticos y legales”. Para 2015 esperan entregar el premio Poseidón para quien desarrolle la primera ciudad sobre el agua.
 
Blueseed

Proyecto: Para finales de 2013 pretenden fondear un inmenso carguero a 12 millas de California, el centro tecnológico mundial. Ahí, por 1.600 dólares al mes, jóvenes emprendedores podrán desarrollar proyectos sin el peso de la burocracia, sin necesidad de tener visa estadounidense y sin limitaciones legales. Como explican en su sitio Web, estarán a menos de media hora de San Francisco, en confortables cuartos, con restaurantes abiertos las 24 horas y una poderosa banda de Internet, “los mejores empresarios mundiales podrán juntarse y colaborar en un solo lugar sin estar limitados por las anticuadas políticas de inmigración”.