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LE PEN: EL EXTREMISMO MAQUILLADO

El neofascismo en Francia se crece. <BR>He aquí el perfil de su máximo caudillo.

6 de agosto de 1984

¿Por qué más de dos millones de franceses votaron el 17 de junio por el partido "Frente Nacional" de extrema derecha haciendo que el caudal electoral de esa formación saltara de 1.3% en 1979 a 11.06% ? Gran parte de la respuesta está en los esfuerzos hechos por su dirigente Jean Marie Le Pen para fabricarse esta vez, como en La Celestina, una nueva virginidad, política en su caso.
El hombre que los franceses "descubrieron" este año no tiene, en efecto, nada que ver con el líder extremista que, hace varios años, desfilaba a la cabeza de un grupo de jóvenes fanáticos con el cráneo afeitado. Sus convicciones no han cambiado pero Le Pen transformó su "look": su peluquero lo convirtió en un hombre rubio. Un excelente ojo de vidrio le permitió prescindir de la venda negra que cubría el lado izquierdo de su cara -Le Pen perdió ese ojo en una pelea en 1957- dándole un aspecto inquietante. Asi rejuvenecido y sonriente, Le Pen puede dar la impresión -cosa rara en Francia- de ser un político que está "bien en su piel".
Contrariamente a Jacques Chirac, por ejemplo, que parece hacer grandes esfuerzos para estrecharle la mano a la gente simple, Le Pen supo adular al francés medio: yendo a su encuentro de manera espontánea y directa, hablando el mismo lenguaje, repitiendo los mismos chistes, evocando las mismas canciones, haciendo sus mismos análisis, en fin, sin temer ser simplista y demagogo como lo muestra la consigna principal de su campaña: "las ideas que defiendo son las suyas". En definitiva, Le Pen pudo mediante su simpatía presentarse como un hombre político moderado, defensor de las libertades de un país amenazado por una "invasión" de tercermundistas, árabes en especial.
Su triunfo radica además en haber logrado, gracias a esa nueva imagen, borrar los recuerdos que lo asocian desde hace 40 años a los peores momentos de la historia de Francia. Nacido en 1928 en Bretaña, al este de París Le Pen perdió en 1942 a su padre, pescador modesto, durante la Segunda Guerra Mundial.
Terminado el conflicto viaja a París, se inscribe en la facultad de Derecho del Barrio Latino y decide reagrupar a los estudiantes de extrema derecha para "disputarle el barrio a los comunistas que quieren imponer su fuerza". Condenado varias veces por "golpes y heridas", Le Pen sorprendió a sus propios compañeros por su extremismo. En 1951, los alumnos de la universidad le exigen abandonar el puesto de presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho de París. Le Pen busca entonces otros horizontes. Entra a la legión de paracaidistas, compuesta en su mayoría de antiguos miembros de la Wehrmacht Nazi o de Waffen SS, cuya misión es combatir el comunismo en Indochina. Dos años después, de regreso a París, Jean Marie Le Pen se suma al movimiento de Pierre Poujade, de inspiración corporativista, contra la burocracia, el parlamento y los impuestos.
Elegido diputado a los 27 años, Le Pen se opone a la independencia de Argelia, defiende la misión colonialista de Francia en Africa y reclama la instauración en Argelia de la censura y de la ley marcial. La lucha parlamentaria, sin embargo, no le basta Se enrola de nuevo y es enviado a Argelia en calidad de teniente, durante diez meses, lapso suficiente para mostrar que, además de buen orador él podia ser un excelente verdugo. Varios informes, elaborados por las propias autoridades francesas prueban, en efecto, que Le Pen practicó la tortura y utilizó métodos de represión que pueden ser considerados como "crímenes contra la humanidad".
Condecorado, sin embargo como otros militares, por sus "proezas" en Argelia, Le Pen es elegido de nuevo diputado del Barrio Latino en 1958, desde donde continuó practicando su extremismo verbal -varias veces se pensó en despojarlo de su inmunidad parlamentaria- y su antisemitismo.
"Usted no ignora, le espetó al jefe del gobierno de entonces Pierre Mendes France, de origen judio, que usted cristaliza sobre su persona un cierto número de repulsiones patrióticas y casi físicas". Le Pen admite que hizo parte de la OAS, organización clandestina que provocó unos tres mil atentados, asesinó unas 500 personas y atentó contra la vida del general De Gaulle buscando oponerse a la independencia de Argelia. Fuera de eso, el líder neofascista ha saludado la memoria y la obra del dirigente de la OAS, general Raúl Salan, fallecido este tres de julio en París.
De 1962 hasta 1981, Le Pen se vio reducido a ser el dirigente de un grupúsculo marginal de extrema derecha. Pero no perdió el tiempo: mantuvo los contactos con partidos similares al suyo en Europa y gracias a una extraordinaria herencia en dinero y especie que incluye el castillo en donde vive actualmente, legada por un militante millonario, fundó una empresa de discos que edita entre otros, los himnos del III Reich.
De hecho, Le Pen oculta mal su admiración por Hitler. Según él, el régimen nazi no ha sido juzgado aún "por la historia" sino, únicamente, por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de todo, Le Pen pudo obtener el 11% del electorado, acceder al Parlamento Europeo y crear un polo de atracción hacia el cual se precipitan ahora algunos hombres políticos que hasta la fecha habían militado en los partidos conservadores pero democráticos de Francia.