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Los problemas de Lenín Moreno

En unas elecciones empañadas por rumores de fraude, el candidato Lenín Moreno venció a Guillermo Lasso con la misión de garantizar el continuismo. Pero Rafael Correa no le deja un país fácil de gobernar.

8 de abril de 2017

En la segunda vuelta electoral en Ecuador se enfrentaron las dos caras de la moneda. Lenín Boltaire Moreno, candidato de Alianza País y exvicepresidente de Rafael Correa, era la carta oficialista para darle continuidad a la “revolución ciudadana” . Su contrincante, Guillermo Lasso, exdirector del Banco de Guayaquil y representante del Movimiento Creo, era la apuesta de una oposición que buscaba volver al poder después de diez años. Al final de una tensa jornada, ambos se proclamaron ganadores sin que se conocieran los resultados oficiales, que le dieron el triunfo a Moreno con un 51,16 por ciento de los votos.

Lasso, que obtuvo el 48,84, no reconoció la victoria de su oponente al citar a dos sondeos a pie de urna que le atribuían el 53 por ciento de los votos. Así mismo, aunque la OEA y Unasur reconocieron a Moreno, Lasso inició un proceso para impugnar 1.795 actas electorales que, según él, presentan inconsistencias. Moreno le pidió al banquero “perder con dignidad”, mientras Lasso aseguró que “un demócrata no puede ser cómplice del fraude”. En consecuencia, miles de manifestantes salieron a las calles para apoyar al opositor. Por su parte, la dirección de Alianza País le pidió al Consejo Nacional Electoral revisar las actas cuestionadas, aunque reiteró que si se comprueba que las denuncias son falsas, los responsables de “atentar contra la fe pública” deben ser judicializados.

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Mientras el proceso, Moreno empezó el empalme. En todo caso, incluso si las acusaciones de fraude no prosperan, el oficialista enfrenta obstáculos. A diferencia de su antecesor, que arrasó en todas las elecciones, Moreno superó a Lasso con menos de 230.000 votos, por lo que empieza su mandato con escasa legitimidad. Para muchos, el reducido margen muestra la fuerte polarización de Ecuador. Según Marco Córdova, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), el estilo de Correa dividió al país en dos, con su visión de la política como “un juego de suma cero en el que estás con nosotros o eres nuestro enemigo (...). Por un lado la mitad de la población apoya la continuidad y, por otro, quienes cuestionan un modelo de gobierno autoritario que acorta la libertad y los derechos, básicos de cualquier régimen democrático”.

Además, Moreno tendrá que afrontar las divisiones de su propio partido, que se profundizan sin la mano de hierro de Correa. Igualmente, el oficialismo perdió fuerza en la Asamblea Legislativa, lo que resta margen de maniobra al nuevo presidente. Por si fuera poco, con la caída del petróleo Moreno no cuenta con los recursos para financiar los programas sociales que le suman puntos con los votantes correístas.

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Con todo, quizá el mayor doble filo para Moreno sea su cercanía con Correa. En efecto, el candidato buscó desprenderse de la sombra del dirigente y mostrarse como un líder que toma sus decisiones. No obstante, si bien Correa prometió irse a vivir a Bélgica, a muchos les preocupa que Moreno le esté ‘guardando el puesto’ hasta las elecciones de 2021. El mandatario saliente introdujo en 2015 la controversial figura de la reelección indefinida, que, aunque no rige en estos comicios, estará vigente si Correa decide volver a la política. Lo que falta ver es si con tantas piedras en el zapato y el desgaste de una década en el poder su ‘revolución’ se mantiene hasta su regreso.