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Expertos señalan que sería difícil mantener el apoyo de la opinión pública si se prolonga el conflicto en Libia. | Foto: AP

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Libia, o cómo vender una guerra

A un mes de la intervención armada, el discurso para justificarla ha ido cambiando. Y ahora incluso se habla de enviar asesores militares, algo que despierta los fantasmas de Vietnam.

Alianza BBC
20 de abril de 2011

A un mes de haber intervenido militarmente en Libia y con Muamar Gadafi aún aferrado al poder, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido parecen comenzar a replantearse una pregunta básica: ¿cómo se vende una guerra a la opinión pública?

La cuestión ha cobrado relevancia a medida que se descubre que el conflicto en Libia puede ser más largo, complicado y costoso de lo que muchos creían hace sólo unas semanas.

Este martes, el Reino Unido y Francia dieron un paso más en el conflicto al anunciar el envío de militares a Libia para asesorar a los rebeldes, aunque negaron que se vayan a involucrar directamente en los combates.

Pero tiempos de crisis económica, austeridad y cansancio con las guerras previas de Afganistán e Irak, los líderes de esos países enfrentan ahora el reto de mantener el apoyo de la opinión pública a otro conflicto de final incierto.

"El problema verdadero es la duración", dijo Jean-François Daguzan, experto de la Fundación Para la Investigación Estratégica, un centro de análisis basado en París.

"El riesgo es que la opinión pública vea a los países occidentales hundirse cada vez más en la guerra, como en Afganistán", agregó Daguzan en diálogo con BBC Mundo.

El mensaje y la guerra

Justificar una guerra suele ser tarea ardua, y en el caso de Libia los líderes de Estados Unidos, Reino Unido y Francia parecen dispuestos a ajustar el mensaje en la medida en que evolucionan el conflicto y la opinión pública.

De entrada, buscaron legitimar la intervención en Libia (y de paso marcar una diferencia respecto al antecedente de Irak) con una resolución de las Naciones Unidas que la avalara y tuviera el apoyo de la Liga Árabe.

En efecto, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó "todas las medidas necesarias" para proteger a los civiles libios de los ataques de Gadafi, pero excluyó la posibilidad de una "fuerza de ocupación extranjera" en el país.

Mientras la resolución 1973 de la ONU era aprobada el 17 de marzo, las encuestas mostraban que una amplia mayoría de estadounidenses era contraria a que su país se embarcara directamente en otra guerra.

Sin embargo, el apoyo a la zona de exclusión aérea fue aumentando con el paso de los días en Estados Unidos, a medida que el gobierno de Barack Obama insistía en que Libia era una misión pasajera y no sería otro Irak.

A fines de marzo, las encuestas mostraban que más de la mitad de los estadounidenses apoyaba la zona de exclusión aérea en Libia, aunque rechazaba la idea de enviar tropas al país.

Las encuestas también indicaban que el objetivo de la intervención internacional en Libia era incierto para una mayoría de gente en Estados Unidos, al igual que ocurría en otros países occidentales.

"Delimitado en el tiempo"

El público británico estuvo en principio dividido ante los ataques aéreos de sus aviones y los aliados en Libia: 38% los apoyaban y 35% los consideraban un error, según una encuesta para la BBC realizada a fin de marzo.

En Francia, cerca de tres de cada cinco personas rechazaba la intervención en Libia, según una encuesta de IFOP a comienzos de marzo.

Pero una vez que los aviones franceses tiraron las primeras bombas contra las fuerzas de Gadafi, en medio de un activismo sin pausa del presidente Nicolas Sarkozy, el apoyo pasó a ser rápidamente mayoritario.

Frédéric Dabi, director del departamento de opinión y estrategias de IFOP, dijo que una clave de este apoyo fue que el público percibió la intervención en Libia como algo diferente a las guerras de Irak o Afganistán.

"Se buscó mostrar que (la intervención en Libia) era algo delimitado en el tiempo", dijo Dabi a BBC Mundo.

De hecho, la salida de Gadafi pasó a ser un deseo popular en países occidentales.

Una encuesta de Reuters/Ipsos MORI indicó la semana pasada que la mayoría de estadounidenses (71%), británicos (63%), franceses (67%) e italianos (76%) cree que Occidente debe tener como meta la partida de Gadafi.

Esta fue precisamente la meta que Obama, Sarkozy y el primer ministro británico David Cameron hicieron explícita el viernes, en una carta abierta publicada en tres periódicos occidentales.

"Mostrar progreso"
 
Sin embargo, la guerra parece lejos de haber sido vendida definitivamente en esos países.

El cambio de régimen en Libia nunca fue una meta explícita de la resolución 1973 de la ONU.

El ministro francés de Defensa, Gerard Longuet, sugirió públicamente que eso iría requeriría un nuevo voto del Consejo de Seguridad, pero los aliados se muestran divididos sobre el asunto.

También afloraron tensiones en Occidente sobre la conducción de las operaciones en Libia, que Obama transfirió a la OTAN como prefería la mayoría de los estadounidenses, según las encuestas.

Etienne de Durand, analista de política de defensa en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), advirtió que una regla básica para que la opinión pública apoye una guerra es que haya avances en el terreno.

"Generalmente, si buscamos un denominador común, la clave es mostrar progreso lo más rápidamente posible", dijo De Durand a BBC Mundo.

Sin embargo, los rebeldes libios han sido incapaces de avanzar de forma sostenida hacia Trípoli pese a los ataques aéreos internacionales contra las fuerzas de Gadafi.

"No funciona"

"Contábamos con un derrumbe del régimen ante el empuje de los insurgentes y bombardeos de la coalición, pero nos damos cuenta que eso no funciona", dijo Daguzan.
Las encuestas también sugieren que los occidentales están preocupados por los costos económicos de la intervención en Libia cuando sus propios países proclaman austeridad fiscal y reducen el gasto público.

Salir de una guerra puede resultar más difícil que entrar a la misma, como lo demostró el caso reciente de Irak, donde Estados Unidos fue aduciendo la amenaza de "armas de destrucción masiva" que no había.

En Occidente existe consenso sobre las atrocidades que Gadafi ha cometido contra su pueblo, pero cómo lograr su caída es una pregunta aún sin respuesta y la posibilidad de vender una nueva estrategia a la opinión pública ya muestra limitaciones.

Esta semana, el Reino Unido y Francia anunciaron separadamente el envío de militares a Libia para asesorar a los rebeldes. Londres indicó que serían hasta una docena y París indicó que serían menos de diez.

Ambos gobiernos negaron que se vayan a involucrar directamente en los combates de tierra y el canciller británico, William Hague, sostuvo que el envío de asesores militares está "en consonancia con la resolución" 1973 de la ONU. Se agregó que proveerán “asistencia no letal” a los rebeldes, en comunicaciones y logística.

Sin embargo, como algunos políticos británicos ya lo han advertido, la intervención de Estados Unidos en Vietnam empezó cuando un presidente decidió enviar consejeros militares a ese país.