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LOS CHILENOS DICEN "SI"

Los Chilenos votan para reformar la Constitución, mientras se definen las candidaturas presidenciales.

21 de agosto de 1989


Los chilenos concurrirán a las urnas de nuevo este 30 de julio, pero esta vez la incertidumbre estará ausente del proceso. La razón del nuevo ejercicio democrático en el país de Pinochet es la aprobación por plebiscito de un paquete de 54 reformas constitucionales acordadas entre el gobierno y la oposición.

Tal vez por ese acuerdo, que llevará inevitablemente al triunfo a la opción de "Apruebo", no se nota en estos días en las calles de Santiago la agitación que dominaba en los días anteriores al famoso plebiscito que acortó la permanencia del general en el poder. En esta ocasión el gobierno se ha visto obligado a recordar a los ciudadanos que el voto es obligatorio y que su abstención puede significar multas hasta del equivalente a US$90. La oposición, tal vez por el mismo motivo, no ha querido hacer el gasto y se ha limitado a proyectar el perfil de las campañas electorales, que culminarán el 14 de diciembre con la elección del presidente del país, y de 127 diputados y 38 senadores.

Pero ¿cuál es el verdadero significado de esas reformas? Pocos chilenos las conocen con propiedad y más bien se remiten a aceptar las sugerencias de sus respectivos partidos. Las modificaciones más sustanciales son: derogación del artículo 8o., que proscribía determinadas ideologías de la actividad política del país y aumento de senadores elegidos de 28 a 38, con lo que los 9 congresistas designados --entre ellos el general Pinochet-- pierden peso en el total. También se rebaja el quórum necesario para reformar la Constitución, que pasa de tres quintos a cuatro séptimos del Congreso. Por otro lado, se incorpora un civil más al Consejo de Seguridad, con lo que la composición del organismo queda empatada entre civiles y militares. Y, por último, se incluyen en el texto de la Constitución los acuerdos internacionales sobre derechos humanos.

Curiosamente, los ataques contra la reforma vienen de los dos extremos del universo político chileno. Los comunistas y otros grupos de izquierda, que a primera vista parecen favorecidos por las reformas, han llamado a la emisión de votos nulos, mientras en el otro lado los partidos sostenidos por el aparato represivo del régimen atacan la reforma con el argumento anticomunista de que detrás de su articulado se esconden las fuerzas de la subversión, que pretenden quitarle brillo "a la magna obra del gobierno de Pinochet".

Las candidaturas
Pero el plebiscito no es el tema político que quita el sueño de los chilenos en estos días. De nada vale que la reforma tenga la trascendencia indudable de desvirtuar el respaldo institucional de un régimen autoritario cuyo presidente puede, dentro de la Constitución actual, exiliar, perseguir personas y controlar los medios de comunicación a su antojo. El interés de los chilenos se centra hoy en el proceso electoral para la Presidencia de la república, que ya arrancó con dos candidatos bien definidos, el del nombre único de la oposición, Patricio Aylwin, y el controvertido ex ministro de Economía de Pinochet, Hernán Buchi.

Sin embargo, la derecha está desmembrada en cuatro sectores, lo que siembra dudas sobre el éxito de Buchi. Pero el novel candidato tiene otro tipo de respaldo, el económico, representado en un apoyo que algunos calculan en USS100 mil semanales, que provienen, según dicen, de poderosas compañías multinacionales. Buchi parece muy consciente de que no sólo dinero necesitará para ganar las elecciones, sino también el apoyo de los militares, que han desplazado a Pinochet a segundo plano. Hoy no son pocos los generales que hablan sin pedirle permiso al presidente y que, a su arbitrio, apoyan y condenan candidatos.

Aunque la oposición en esta etapa está obligada a pisar con pie de plomo para no exaltar a los sectores más radicales de la derecha y de la izquierda, más difícil le queda a la derecha encontrar la fórmula para unificarse en torno a un proyecto que les posibilite una victoria rotunda en las próximas elecciones.

Por lo pronto los chilenos se preparan, sin muchas ganas, para concurrir a votar por la aprobación de las reformas que para muchos son desconocidas. Pero el consenso es que hay que aprobarlas para lograr un tránsito más tranquilo a la democracia plena.--