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LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO

El oligarca Collor y el sindicalista Lula se disputan la Presidencia del país más grande de Suramérica.

25 de diciembre de 1989

Después de una guerra de nervios que duró más de 100 horas por el emocionante escrutinio vivido casi como una carrera de Fórmula Uno, los brasileros finalmente supieron quiénes son los dos candidatos para la segunda ronda electoral del próximo 17 de diciembre: Fernando Collor de Mello, del Partido de Renovación Nacional, y Luis Ignacio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores. O sea, dos personajes completamente distintos, casi opuestos, de la nueva democracia brasilera. De un lado, el joven y apuesto ex gobernador de Alagoas, Collor, y del otro, el obrero y líder sindicalista, Lula. Uno de ellos dos será escogido como futuro presidente de Brasil.
Después de ser primero con más de 20 millones de votos en el primer turno electoral del pasado 15 de noviembre, Fernando Collor de Mello se juega el todo por el todo para llegar al palacio de Planalto, en Brasilia. Cuando asumió la gobernación de Alagoas en 1986, Collor era un político casi desconocido. Contaba sólo con un apellido poderoso:abuelo ministro, padre gobernador, con una buena cuenta bancaria; su familia es propietaria de un periódico y una cadena de televisión ligada a la red O Globo y un partido exótico, el PRN,que le daba la cobertura legal exigida.
Su adversario, Luis Ignacio Lula da Silva, llega seguramente con un soporte más sólido y más fuerte, el del PT, el Partido de los Trabajadores,considerado, hoy por hoy, el mayor partido político brasilero como organización.
Cuenta con una militancia que va desde las clases medias de las grandes ciudades hasta la obrera de las sofisticadas industrias tecnológicas de Sao Paulo. Desde el habitante de las periferias y favelas urbanas hasta el campesino pobre del más perdido pueblo del interior del país.Como líder obrero surgido de las históricas huelgas de los años 70 en el cinturón industrial de San Paulo, aprendió a hacer discursos. Empezó a usar corbata tan sólo hace pocos meses para aparecer en TV en los debates para las elecciones presidenciales. Su idea fija ha sido siempre la misma: mejorar la vida de los pobres y miserables de Brasil, el 70 por ciento de la población, es decir casi 100 millones de habitantes. Con la ayuda de su lenguaje directo, claro y algo rudo, Lula desplazó a adversarios con mucha más cancha política, como Leonel Brizola, a quien superó a pocas horas de finalizar el escrutinio total por sólo 400.000 votos. Al final Lula pasó al segundo turno con 11 millones 600 mil votos."Un día la historia va a registrar con fidelidad lo que significa que un obrero llegue a la Presidencia de la octava potencia mundial", dijo.
Tanto el distinguido Collor como el obrero Lula, el ala de derecha y el ala de izquierda de los electores, son indiscutibles representantes del cambio de comportamiento político de los brasileros, que con estas primeras elecciones presidenciales directas han pensionado viejos líderes de la política, como Ulyses Guimaraes y Aureliano Chaves, dejando atrás a los caciques y a las grandes maquinarias de partido. Lo que está en juego ahora, en estos próximos treinta días de dura campaña electoral, es la manera de mantenerse como candidatos representantes del cambio, en contra del poder establecido. Para Lula, seguramente será fácil permanecer en esa posición. "Collor puede perder en el segundo turno si lo identifican como el candidato de los ricos contra el candidato de los pobres", aseguró uno de sus asesores.
En esta primera fase electoral las sorpresas han sido muchas. Leonel Brizola, el candidato del PDT, que lideró las encuestas al inicio de la campaña, fue el gran derrotado en las urnas. El socialdemócrata Mario Covas, que comenzó con poca cabida se encontró como eje de la balanza en el cuarto lugar con casi 9 millones de votos.Lula tropezó en Sao Paulo, donde se concentra la mayor fuerza política y sindical del PT. Consiguió, en cambio, un enorme apoyo en las regiones miserables del nordeste, donde la Iglesia Católica progresista lo sostuvo sin titubeos.
El candidato obrero en estos 30 días necesita obtener el 50 por ciento más uno de los votos válidos para derrotar a Collor en la segunda ronda electoral, lo que equivale a multiplicar por tres su electorado. Tendrá que conquistar los votos de Leonel Brizola, Mario Covas y Roberto Freire (PCB), candidatos del ala progresista, cuyo electorado es en buena parte fluctuante. Lo que sí se sabe es que el partido obrero para derrotar a Collor ya tiene un eslogan inspirado en la campaña del expresidente Janio Quadros, de los pobres contra los ricos, y un programa que incluye dos puntos innegociables: la reforma agraria y el no pago de la deuda externa. Lula, pues, entra en la recta final con la seguridad de ser el candidato a la Presidencia más parecido, en la vida real, a la gran mayoria de aquellos que lo podrían escoger. Cosa que no podría decirse de Collor, hijo predilecto de la oligarquía de ese gigantesco y rico país.