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Los hijos de las Fuerzas de Paz

Sobre el abuso de dos menores del Congo por parte de militares uruguayos de la fuerza de paz de la ONU en ese país.

Victoria Fontan*
3 de agosto de 2012

Joaki y Chantal tenían 14 años cuando tuvieron su primer encuentro con las fuerzas de paz uruguayas en Uvira, en el Congo Oriental. Ellas recolectaban arena en las cercanías del lago Tanganika cuando Roberto y Julio, dos militares uruguayos que integraban la fuerza de paz de la ONU en la República Democrática del Congo (MONUC), las vieron, justo fuera de su campamento. Joaki y hantal eran jóvenes bellas y un poco tímidas, la mezcla perfecta de sumisión e inocencia que puede crear un inmediato despertar sexual entre ciertos hombres. Las fuerzas de paz uruguayas estaban fuera de su entorno social, en una tierra lejana, rodeados de hermosas “nativas” que eran evidentemente diferentes, misteriosas y atractivas. Puede que ellos nunca hubieran tenido relaciones sexuales con menores antes, pero esas “nativas” no necesariamente tenían el mismo compás moral que ellos, gente “civilizada”. Además ¿quién dijo que ellas eran niñas? ¿Es que acaso los negros no se “suponen” que se “ven” iguales y de cualquier forma su edad es indeterminada? Roberto y Julio estaban desplegados en Uriva para mantener la paz en la región; esto justificaba un pequeño “regalo” por parte de la población ¿no?
 
Nuestros compañeros de crimen sabían cómo atraer a aquéllas jóvenes ninfas: todo lo que necesitaban eran galletas y chocolates. Después de que unas pocas conversaciones iniciales se llevaron a cabo durante unos cuantos días, donde la comida de “regalo” se les entregó a las niñas, ambos hombres decidieron que era tiempo de recolectar su cosecha. Una tarde, después de caer la noche, llevaron a las niñas a diferentes partes de la playa donde abusaron de ellas. ¿Es que acaso ellos sabían lo que estaban haciendo? Que de conformidad con la ley congolesa, las relaciones sexuales con un menor se equipara a violación. Joaki recuerda que fue llevada a la fuerza por Roberto, mientras que Chantal recuerda haber tenido algún tipo de amistad con Julio; no quería tener sexo con él, pero pensó que terminaría casándose con ella de cualquier forma. En las próximas semanas, ellos se encontraron durante muchas noches alrededor de la misma hora, saltándose el cortejo preliminar para proceder de forma directa al sexo, por una barra de chocolate, un bolígrafo o algunos caramelos. Luego lo inevitable ocurrió, ambas niñas estaban embarazadas. Roberto y Julio entraron en pánico.

Después de que Roberto desapareció de la playa por más de una semana, Joaki fue a su base para ubicarlo. Le dijeron que había regresado a Uruguay. No le dejó ningún dato de contacto, ni dinero alguno para que ella pudiera criar al niño. Julio se marchó a los pocos días, después de dejar su número de celular a Chantal. Ella lo llamó en tres ocasiones mientras estaba embarazada y luego el número dejó de funcionar. Ella cree que él perdió su teléfono, quién sabe.

Roberto Junior y Anne-Marie nacieron el mismo mes, con rasgos de sus padres, su piel es mucho más clara que la de sus madres. Definitivamente se diferencian de la población de Uvira y con frecuencia son discriminados por los locales al ser hijos de la deshonra. Chantal se alejó de Joaki, perdieron la pista la una de la otra y fueron abandonas para criar a sus hijos separadas.

Joaki todavía vive con Roberto Junior cerca de la playa donde él fue concebido. Sus padres la perdonaron y a ella se le permitió quedarse en su comunidad. Luego se casó con un hombre que era violento y ahora tiene un segundo hijo que criar sola. Ella vende rosquillas a un costado de la carretera y no tiene suficiente dinero para que el pequeño Roberto pueda ir a la escuela. Lo conocí en mi hotel, parecía estar de mal humor, distante e irritable. Su madre me explicó que tenía hambre, no había comido desde el día anterior, entonces compartí mi desayuno con él, comenzó a cambiar y a jugar conmigo. Cuando lo perseguí alrededor de la mesa del comedor, noté sus sandalias plásticas rotas, su cuerpo ligero y su camiseta sucia.

Anne-Marie es más afortunada: fue recibida junto con su madre en casa de su tía y ella sí va a la escuela. Chantal vende plátanos en las calles y este negocio le alcanza para llegar al fin de mes. A diferencia de Roberto, el nacimiento de Anne-Marie fue registrado ante las autoridades locales y su abuelo le permitió llevar su apellido. Esto significa que la ley congolesa la protege. Como Roberto nunca fue registrado, legalmente no existe y sin una partida de nacimiento nunca podría ir a la escuela.

Joaki y Chantal me pidieron que encontrara a Roberto y a Julio, los padres, y enfatizaron que ambas los habían perdonado hacia ya mucho tiempo. Ellas sólo querían que las ayudaran a mantener a sus hijos para darles el futuro que nunca tendrían. Joaki quería que Roberto padre reconociera legalmente a su hijo, para que finalmente pudiese existir, después de 6 años de limbo legal. Roberto sueña con que un día tendrá una bicicleta, mientras que Anne-Marie sólo quiere ser saludable. Su piel clara no se adapta bien al clima local, está constantemente enferma con irritaciones y alergias.

Mientras que el derecho internacional otorga protección legal a las fuerzas de paz, los abusos a la población local por parte de los soldados MONUC fueron ampliamente reconocidos en el 2005, lo cual provocó el retiro de las Fuerzas de paz uruguayas de la República Democrática del Congo. Fueron remplazados por un contingente pakistaní que ante muchos parecía comportarse de manera honorable con la población local, aunque Anne-Marie argumenta que este no era el caso. Ella dice que ha visto a los soldados pakistaníes salir al anochecer, supuestamente para hacer deporte y en realidad pasean por los alrededores de la aldea buscando niños o adultos que estén listos para darles favores sexuales.

Cambiar a los contingentes o los nombres de la misión no le dará a las Naciones Unidas o a sus fuerzas de paz, un borrón y cuenta nueva, tampoco hará cierto los símbolos pintados en francés a la entrada de sus campamentos que irónicamente dicen: “nosotros difundimos la paz”, o “todos somos iguales”. El reciente caso de abuso que involucra a las fuerzas de paz uruguayas en Haití, donde un hombre joven fue filmado por soldados al ser sodomizado muestra que el gobierno uruguayo no ha aprendido ninguna lección de su fiasco en MONUC. En tanto las fuerzas de paz en general asuman que los congoleses o los niños “locales” son mercancía sexual por el tiempo que la ONU sea el padre de niños para luego abandonarlos en un limbo legal, no permitirá encontrar ningún tipo de justicia en la República Democrática del Congo, no se podrá “construir” la paz en ninguna parte. Si se asumiera que los congoleses son iguales a las benevolentes fuerzas de paz enviadas para “salvarlos”, iguales en “raza y credo” como afirman los símbolos a la entrada de la base pakistaní, Roberto y Julio se habrían percatado de que no sólo se estaban involucrando en sexo recreativo fuera de sus bases, sino que ellos no eran más que pedófilos. Nunca es demasiado tarde para hacer las cosas bien: Roberto Junior y Anne-Marie merecen un futuro. ¿Es que acaso sus padres o la ONU harán algo para ayudarlos?

* Victoria Fontan dirige el Departamento de Paz y Conflicto en la Universidad para la Paz, adscrita a Naciones Unidas, en Costa Rica.
 
Nota: La Misión de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUC) fue establecida a fines de 1999 y cambió su nombre a Misión de Estabilización de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) en el 2010. Con más de 20.000 ‘cascos azules’, ha sido una de las principales misiones de paz de la ONU, aunque no ha logrado impedir que la guerra en esa nación africana cobre, desde hace años, miles de víctimas civiles.