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“Los presos son míos”

SEMANA entrevistó a Elisa Carrió, figura clave de las investigaciones por corrupción contra el gobierno de Menem y personaje político del momento en Argentina.

25 de junio de 2001

Sentada al lado de una escultura en yeso de la Virgen, con el pelo agarrado atrás y sin maquillaje, Elisa Carrió (44), la dirigente política con mejor imagen en la Argentina, recibió a SEMANA en su departamento de la elegante avenida Santa Fe, en Buenos Aires. Según encuestas recientes, si las elecciones presidenciales fueran hoy, Carrió superaría al mismo Fernando de la Rúa y a los demás posibles candidatos.

Carrió se catapultó al primer plano nacional y se hizo conocida a nivel internacional por su protagonismo en las investigaciones del Senado estadounidense sobre lavado de dinero, que destapan cada vez más la corrupción y la impunidad de la era menemista. Carrió ha logrado la destitución de importantes funcionarios del gobierno anterior, como Pedro Pou, presidente del Banco Central. Ahora la atención se centra en el contenido de las ocho cajas enviadas por el Senado estadounidense, llenas de pruebas contra altos funcionarios argentinos, que deberán ser estudiadas por la comisión parlamentaria presidida por Carrió. Se cree que, cuando la investigación concluya, rodarán más cabezas de altos exponentes de la política local.

SEMANA: ¿Cómo hizo una diputada poco conocida a nivel nacional para encontrar el hilo de esta investigación, que ahora conmociona al país?

Elisa Carrio: Yo era profesora universitaria, y entré a la política hace sólo seis años. Fui vicepresidente de la comisión de justicia de la Comisión de Asuntos Constitucionales que trataba todos los temas institucionales del país. En ese marco me tocó redactar la ley de lavado de dinero. A partir de allí investigué los casos de corrupción más resonantes de la Argentina. Todos los presos por corrupción en Argentina son míos.

Luego empezamos a investigar el tema del lavado, porque sabíamos que sectores de la banca sucia estaban comprando los medios, y esto significaba un control, una gran estructuración de poder en la Argentina. Empecé a investigar a Ufco, del grupo Moneta, que tenía vinculaciones con el Citibank y que tenía acciones en el CEI, el grupo que había comprado acciones en los medios. A su vez Raúl Moneta era ministro sin cartera, íntimo amigo del presidente Carlos Menem.

Decidimos salir de la jurisdicción argentina, porque sólo en Estados Unidos se podía investigar al Citibank Nueva York, y porque aquí no había ninguna garantía. Fuimos al subcomité del Senado de Estados Unidos que investigó a Carlos Salinas de Gortari. Trabajamos mucho con ellos.

SEMANA: ¿Cuál fue el rol de Carlos Menem en todo esto?

E.C.: Yo sostengo que Menem actuó de garante político del Estado mafioso en la Argentina, ha sido el constructor de este Estado mafioso de complicidad. Hay temas en los cuales se podrá probar su participación y otros en los que no. El caso de las armas vendidas a Croacia y Ecuador está conduciendo rápidamente hacia Menem.

SEMANA:¿Cómo aparece Colombia?

E.C.: Está la operación Chimborazo, que tuvo que ver con un colombiano, Hugo Cuevas Gamboa, investigado en Estados Unidos en relación con el lavado de dinero para el cartel de Cali. Yo no puedo hablar más, pero hay procesos abiertos en Colombia importantes para la investigación argentina como es el de Oscar Fernando Cuevas Cepeda, quien está imputado de lavado de dinero en ese país. Varias publicaciones en la propia Colombia hablaban de la relación personal de los ministros y de Menem con este señor. También se están analizando las vinculaciones de Montesinos, que operaba con pasaporte argentino, la vinculación de lo que se llama la “conexión Paraguay” con Ciudad del Este, y Lino Oviedo, ya investigada por la Comisión de lavado de narcotráfico de Brasil. También está el papel de las sociedades uruguayas en garantizar el dinero escondido tanto en Argentina como en Brasil.

SEMANA: ¿Hay vasos comunicantes entre los principales escándalos de corrupción del continente?

E.C.: Estamos intercambiando información muy valiosa acerca de lo que sucedió en Argentina con Colombia, Perú, Brasil, Uruguay, Paraguay. Me parece que vamos a tener la matriz de lo que fue la economía ilegal y del estado mafioso, de lo que yo llamo la complicidad del Estado en los negocios de la economía ilegal, no sólo en Argentina sino en América Latina.

Hay vasos comunicantes sobre todo en la manera de lavar, de esconder el dinero, que no sería posible sin la complicidad de los bancos y las empresas de Estados Unidos. En eso el subcomité del Senado estadounidense a cargo del senador demócrata Carl Levin ha sido muy importante. El caso argentino es la primera estrategia de colaboración institucional entre el Congreso gringo y el argentino y de intercambiar información a los efectos de avanzar, ellos en el control de sus bancos para impedir el lavado y nosotros en nuestra propia corrupción para impedir el lavado.

SEMANA: ¿Qué relación existe entre los escándalos de los últimos 10 años con la investigación que usted adelanta?

E.C.: Hay muchos cruces. Empresas uruguayas que lavaban dinero están en el Federal Bank, como Daforel. A su vez estas empresas aparecen en el caso IBM-Banco Nación, en el del contrabando ilegal de armas y en el de exportaciones ilegales de oro a Estados Unidos. Mi hipótesis de investigación es que todo el dinero sucio, proveniente de la venta de armas, se lavó en oro. Ya había sucedido en Uruguay en la década del 80 cuando, sin tener oro, se había convertido en el primer exportador de oro a Estados Unidos. Se termina eso y a los dos años empieza la exportación de oro desde Argentina. Esto está sucediendo también en Africa. En Kenya es igual. Los sistemas de exportación de oro son uno de los mecanismos más usuales para lavar dinero sucio.

SEMANA: ¿Va a ser presidente?

E.C.: No lo voy a buscar deliberadamente. No voy a pagar ningún precio para ser presidente, no voy a pedir financiamiento a ninguna empresa, no voy a acumular de cualquier manera ni hacer ningún acuerdo. Si llegara tan limpia como viene mi vida, lo voy a asumir, pero no lo voy a buscar, y hay precios que no voy a pagar, porque dormir tranquila conmigo misma es más importante para mí que ser presidente.