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Los sudaneses del sur se reunieron en la capital de su nuevo país, Juba, para celebrar su independencia el sábado. | Foto: AP/Pete Muller

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Los retos de Sudán del Sur, el nuevo país

Sudán del Sur se convirtió en el país más joven del mundo al oficializar su independencia de Sudán. ¿Qué le espera a esta nueva nación?

9 de julio de 2011

Con la presencia de Omar al-Bashir, presidente de Sudán, y de cerca de 30 jefes de Estado africanos, Sudán del Sur proclamó oficialmente su independencia. Los ciudadanos salieron a las calles a celebrar desde el viernes con bailes típicos, y no se cansaron de gritar el nombre de su presidente, Salva Kiir.

La independencia de Sudán del Sur es el resultado de un proceso de paz que empezó en 2005 y que puso fin a una guerra civil de más de 20 años entre el norte, de mayoría musulmana y el sur, principalmente cristiano.

En ese momento se acordó realizar un referendo en el que la población del sur decidiría si quería separarse del norte y convertirse en una nación soberana. La consulta se llevó a cabo en enero y casi el 99 por ciento de los habitantes votaron a favor de la secesión. Desde entonces han estado esperando este día para poder celebrar oficialmente su independencia.

La felicidad, sin embargo, no es completa. Todavía quedan temas importantes por resolver, como la definición de la frontera. Uno de los puntos más críticos es la región de Abyei, rica en petróleo, que tendrá que celebrar su propio referendo para decidir a cuál de los dos países quiere pertenecer.

En mayo, tropas del norte bombardearon esta región y provocaron el desplazamiento de 113.000 personas. El 20 de junio el presidente de Sudan, Omar al Bashir, y el de Sudán del Sur, Salva Kiir, acordaron desmilitarizar la zona limítrofe, por lo que la ONU autorizó el envío de 7.000 cascos azules. Pero la situación sigue siendo tensa.

Otra zona que ha sido escenario de violencia ha sido Kordofán del Sur. En el último mes, milicianos de esta región se negaron a formar parte del ejército del norte y a entregar sus armas, lo que ha llevado al régimen de Jartum a bombardear áreas pobladas por civiles. Aunque el gobierno del norte ha cerrado todas las entradas a Kordofán del Sur, las cifras de la ONU hablan de cientos de muertos y más de 70.000 desplazados.

Además de los problemas de violencia, el gobierno del nuevo país tendrá que enfrentar grandes retos. Sudán del sur nace como uno de los países más pobres del mundo. El 90 por ciento de la población vive con menos de un dólar diario, el 85 por ciento es analfabeta y el 33 por ciento sufre de hambre crónica, según han revelado estudios de Naciones Unidas. En el sur, uno de cada diez niños muere antes de cumplir un año.

Como si esto fuera poco, los atrasos en infraestructura también son alarmantes. Juba, la capital, escasamente cuenta con media docena de calles pavimentadas. Las fuentes de agua principales son pozos desprotegidos y más del 80 por ciento de la población no tiene inodoros de ninguna clase.

El gobierno, además, tendrá que atender a miles de refugiados que llevaban años en el exilio y volvieron con la ilusión de vivir, por fin, en un país soberano.

Todas las esperanzas del país están puestas en el petróleo. Cerca del 75 por ciento de los campos petrolíferos de Sudán quedarán en manos del gobierno de Salva Kiir. Sin embargo, las refinerías y los oleoductos para transportar el crudo se encuentran en el norte. Esto había llevado a ambos gobiernos, en el momento de firmar la paz, a lograr un acuerdo para repartirse las ganancias del petróleo por mitades.

El problema es que ese acuerdo ya expiró y los gobiernos todavía no han logrado una nueva negociación. Incluso, el ministro de Carreteras y Transportes de Sudán del Sur aseguró, en rueda de prensa, que “para nosotros será fácil construir nuestro propio oleoducto”. El tema, sin duda, será una fuente de tensión entre las partes.

La ONU anunció que establecerá una nueva misión en la República de Sudán del Sur que tendrá una duración inicial de un año, pues la posibilidad de que la independencia del Sur lleve al recrudecimiento de la guerra civil está latente. De cualquier forma, en los próximos meses el mundo deberá tener sus ojos puestos en Sudán. Y en Sudán del Sur.