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Varios grupos de derecha han multiplicado las protestas contra Obama, a quien perciben como excesivamente liberal y acusan de comunista

ESTADOS UNIDOS

Los siete de Al Qaeda

Una campaña que califica de criminales a los abogados que han defendido a los acusados de terrorismo cruzó la raya de lo razonable. ¿Los extremistas se toman la política norteamericana?

13 de marzo de 2010

A juzgar por lo que ha pasado en las últimas dos semanas, Richard Hofstadter, profesor de Historia Norteamericana en la Universidad de Columbia y ganador en dos ocasiones del Premio Pulitzer, estaba en lo cierto. La divulgación de un video contra el gobierno de Barack Obama por parte de una organización ultraderechista corrobora que el extremismo de esa tendencia no cesa en Estados Unidos y que el macartismo ha resurgido con fuerza. Las imágenes, difundidas principalmente por el canal Fox, fueron elaboradas por Keep America Safe (Mantenga a salvo a Estados Unidos), una organización encabezada por Liz Cheney, hija del ex vicepresidente Dick Cheney.

En noviembre de 1964, Hofstadter publicó en la revista Harper’s un ensayo titulado ‘El estilo paranoico de la política en Estados Unidos’. En él advertía que una constante en la vida pública del país y en la contienda entre los distintos partidos se ha visto siempre dominada por un estilo paranoico. Según Hofstadter, el extremismo del senador republicano Joseph McCarthy, que en la década de 1950 detectaba comunistas hasta debajo de las piedras, es una muestra más de que en Estados Unidos siempre ha existido un grupo derechista que ve conspiradores donde no los hay.

Ese macartismo de nuevo cuño queda en evidencia en el video de la señora Cheney titulado ‘Los siete de Al Qaeda’. Allí se afirma que el fiscal general Eric Holder contrató, en la Secretaría de Justicia, a siete abogados para que en algún momento defendieron a prisioneros vinculados con esa red terrorista. Entre esos juristas se encuentran, por ejemplo, Tony West, que asesoró al norteamericano John Walker Lindh, detenido cuando luchaba junto a los talibanes; Jennifer Daskal, que desde la ONG Human Rights Watch criticó las políticas del entonces presidente George W. Bush, y Neal Katyal, que representó a Salim Hamdan, chofer de Osama bin Laden.
Semejante ataque es perfectamente ridículo y con él la ultraderecha gringa ha cruzado la raya. Todo el mundo sabe que así como un médico está obligado a salvar a un paciente en peligro de muerte, sea éste una persona honrada o un bandido, todo acusado tiene derecho a una representación legal y todo abogado tiene derecho a escoger a quién defiende y a quién no. Por esa razón un grupo de 19 juristas conservadores, entre ellos Kenneth Starr, fiscal del escándalo Lewinsky en tiempos del presidente Bill Clinton, y Peter Keisler, que actuó como fiscal general en el segundo gobierno de Bush, publicaron el lunes pasado una carta en la que describieron el video como “una vergüenza”.

La carta recuerda hechos históricos que demuestran el respeto de Estados Unidos por el ejercicio del Derecho. “La tradición norteamericana de dar representación a los clientes impopulares es al menos tan antigua como John Adams (segundo presidente del país después de George Washington y antes de Thomas Jefferson), quien defendió a los soldados británicos que cometieron la masacre de Boston”, dice. Y añade, contundente: “Muchos funcionarios del Departamento de Justicia han sido anteriormente defensores de clientes privados y esa es precisamente su fortaleza”. Y Lindsay Graham, senador republicano de Carolina del Sur, quien no se distingue justamente por su amor hacia Obama, también se despachó contra el video de Keep America Safe. “Como abogado defensor de algunos militares, representé a ciertas personas acusadas de crímenes horribles y di todo por ellas”, señaló.

Este no es el primer video de Keep America Safe. A finales del año pasado, el grupo criticó exageradamente las políticas de Obama en Afganistán, y el pasado mes de enero se burló del Presidente luego de que éste dijo que la justicia debía castigar al hombre que intentó hacer explotar en Navidad un avión de Delta en Detroit: mostraron cómo pocas horas después, el inquilino de la Casa Blanca jugaba golf en Hawái.

Keep America Safe nació el pasado mes de octubre de la mano de Liz Cheney. Considera que Obama cometió un error al ordenar el cierre del centro de detención de Guantánamo y al anunciar el retiro de las tropas gringas en Irak y Afganistán, y cree que debió haber continuado con las políticas de Bush, que mantuvieron el país a salvo desde el 11 de septiembre de 2001 hasta el 20 de enero de 2009, día de la posesión del primer presidente afroamericano de la historia. “Sabemos que por 233 años Estados Unidos ha sido una fuerza incomparable del bien en el mundo, que nuestros ejércitos han sido los mejores de la historia y que la Tierra es un mejor lugar si este país es confiable para sus aliados y temido por su enemigos”, señala Keep America Safe en su página web. ¿Por qué surgió este grupo? Lo dice el intelectual conservador William Kristol, ideólogo de la presidencia de George W. Bush y uno de los tres integrantes de la junta directiva: “La izquierda tiene docenas de organizaciones y decenas de millones de dólares para debilitar la guerra contra el terrorismo. Pero la gente buena también necesita ayuda”.

Lo grave es que esa organización no es la única prueba de este renacer del macartismo, cuyos adalides son también el periodista radial Rush Limbaugh y el presentador de televisión Glenn Beck. Otro aspecto para tomar en consideración es el auge del Tea Party (Partido del Té), que le rinde reverencia al ex vicepresidente Dick Cheney y a la ex candidata a la vicepresidencia Sarah Palin, y que considera a Obama un musulmán encubierto que quiere favorecer al islam y acabar con la preponderancia de Estados Unidos en el mundo. Y el surgimiento de grupos que quieren extremar el derecho a portar armas en público, con el argumento de que nunca como antes el gobierno federal no es confiable para defenderlos, no hace otra cosa que preocupar a quienes temen un estallido de violencia (ver recuadro).

Liz Cheney no es ajena al mundo islámico ni a la práctica del Derecho. Luego de estudiar en el Colorado College y de graduarse como abogada en la Universidad de Chicago, trabajó en el bufete jurídico White and Case. Entre 2005 y 2006, durante el gobierno de George W. Bush, llegó a ocupar en el Departamento de Estado el segundo cargo en importancia en el área de Oriente medio. Y aunque es la inspiradora de Keep America Safe, tiene en Kristol y en Debra Burlingame, sus compañeros de junta directiva, a sus dos grandes aliados.
 
Debra Burlingame es abogada de la Universidad de Nueva York, cuyo hermano Charles era el piloto del avión de American Airlines secuestrado por los miembros de Al Qaeda que se estrelló contra el Pentágono el 11 de septiembre de 2001. Fundó el grupo ‘Familias 9/11 por un Estados Unidos a salvo y fuerte’ y se la ve frecuentemente como analista en el canal de televisión Fox.
Kristol es el peso pesado de la junta. Uno de los intelectuales más respetados por la derecha gringa, se graduó con honores en la Universidad de Harvard. De 57 años, hijo de Irving Kristol, uno de los padres del neoconservatismo estadounidense, fue jefe de gabinete no sólo de William Bennett, secretario de Educación de Ronald Reagan, sino también de Dan Qayle, vicepresidente de George Bush padre. Fuera de eso, dirige el semanario The Weekly Standard, uno de los faros ideológicos de la godarria norteamericana en el que escriben plumas como Charles Krauthammer, que desde su columna de The Washington Post se ha convertido en una piedra en el zapato para el gobierno de Obama.

Como quiera que sea, los videos de Keep America Safe han causado una tormenta política en Estados Unidos. Van mucho más allá de la nueva campaña de vallas conservadoras que le preguntan al ciudadano si no extraña a George W. Bush. Y dejan claro que esa derecha radical, extremista, que ve fantasmas de izquierda donde no hay y que está dispuesta a echar mano sin escrúpulos de cualquier estrategia para atacar a los políticos moderados, está vivita y coleando. Es cierto que Obama ha cometido errores y va a seguir cometiéndolos. Pero atacarlo por la espalda con puñaladas traperas no es la manera correcta y lo único que hace es demostrar una vez más que, en su ensayo de la revista Harper’s, el profesor Hofstadter tenía toda la razón.