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LOS ZARPAZOS DE LA AGONIA

Vivir en Francia y matar en España era la costumbre de ETA. Ahora ese juego se les está acabando

19 de marzo de 1984

"Los partidos de izquierda nos equivocamos con ETA, cuando creímos que podría coadyuvar a la democracia. Y nunca ha sido así. Aquella comprensión nuestra fue... ¡una equivocación! ETA fue mala desde el primer momento, mala en sus raíces.
Siempre fue culpable... Y porque existe ETA, señor Carrillo, la democracia no es plena precisamente en el País Vasco". Este mea culpa, entonado hace algún tiempo por el ministro del Interior, José Barrionuevo, dirigiéndose en el parlamento español al líder comunista Santiago Carrillo, arrancó los aplausos de la oposición en un insólito espectáculo político nunca visto hasta entonces en las Cortes.
Y mientras exista ETA el gobierno de Felipe González sabe que la democracia está en peligro. El reciente asesinato en Madrid del general Guillermo Quintana Lacaci, (67 años), es buena muestra de ello.
Quintana Lacaci era capitán general de la Primera Región Militar el 23 de febrero de 1981, cuando el intento de golpe de Estado, es decir el máximo responsable militar de la zona de Madrid y quien, con su decisión personal, impidió la salida de los tanques a la calle.
No es de extrañar pues, la actividad diplomática y policial desplegada en todo momento por el gabinete del señor González, muy particularmente en las últimas semanas. Esta actividad ha tenido como resultado más espectacular la llegada a Panamá de media docena de importantes dirigentes de las dos ramas de ETA--la militar y la político-militar--expulsados por el gobierno francés de su territorio, medida polémica que deja en el aire una serie de interrogantes entre ellos quizá el más inquietante de todos: ¿A qué país irán a parar en definitiva unos hombres con tan amplio historial delictivo?
En España se ha hablado hasta ahora de México, Cuba, Venezuela y Nicaragua. El Presidente mexicano, Miguel de la Madrid, sin embargo, fue tajante al ser preguntado sobre esa cuestión: "El derecho de asilo que nosotros practicamos sólo puede beneficiar a perseguidos políticos y no a delincuentes de fuero común". Un portavoz del gobierno cubano se preguntó "¿ Qué vamos a hacer nosotros con esa gente? " Los nicaraguenses, por su parte, callan de momento al tiempo que Venezuela parece el más seguro destino de los etarras itinerantes y, según algunos enviados especiales que acompañaron recientemente a Felipe González a la toma de posesión en Caracas de Jaime Lusinchi, "no se ve con malos ojos la llegada de miembros de ETA a aquel país".
De hecho, hoy en día hay en Venezuela casi un centenar de ex miembros de la organización separatista vasca, diez de los cuales continúan una acción de información y apoyo que, según se afirma, está bajo control policial. No obstante, ninguna confirmación oficial permite asegurar siquiera que los etarras van a sentar sus reales definitivamente en el área del Caribe porque como dijo, el ministro de Asuntos Exteriores español, Fernando Morán, "Se trata de un asunto muy delicado que no puede tener una confirmación hasta que se produzca". La solución, en todo caso, "es cuestión de días" para el Presidente de Panamá, Ricardo de la Espriella.
Estos son los datos que se conocen de una compleja operación policial con trasfondó diplomático que a pesar de su espectacularidad sólo ha servido para alborotar el complejo hormiguero del problema vasco: como represalia por las redadas y deportaciones del goblerno francés--a instancias del gobierno de Madrid--los etarras asesinan a un prestigioso General en pleno centro de la capital española y, acto seguido, en venganza por esta muerte los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) matan en Hendaya a dos miembros de ETA militar. He aquí un nuevo elemento de esta sangrienta espiral de violencia.
El 8 de octubre del pasado año dos refugiados vascos en Francia, Ignacio Zabala y Antonio Lasa, desaparecen de sus domicilios y nadie vuelve a saber de ellos. Más tarde es secuestrado otro miembro de la colonia vasca al sur de Francia, liberado posteriormente, y el 19 de diciembre cae asesinado Ramón Oñate en Bayona. Oñate era un presunto etarra y con su muerte se "presentan en sociedad" los grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), de cuya existencia se sospechaba a raíz de los anteriores secuestros y desapariciones.
A la lista de víctimas del GAL se une a principios de año Mikel Goikoetxea, responsable de un comando de ETA-militar y es inmediatamente después de esta última muerte que el gobierno de Francois Mitterrand decide atender las reiteradas peticiones de Madrid para que aleje de la frontera franco-española a los más conocidos activistas de la organización. Varias decenas son obligados a fijar su residencia en los departamentos del norte del país y un reducido grupo de seis salen, vía Guadalupe, hacia Panamá.
Entre los hombres que esperan en Playa Corona, a orillas del Pacífico, un destino definitivo, se encuentran dos miembros de la cúpula de ETAmilitar, José Ansola y Carlos Ibarruren, miembros ambos del biltzar tippia o comité ejecutivo y encargados respectivamente de la infraestructura e información y de los aspectos financieros. Sin embargo, Domingo Iturbe Abasolo, el hombre de quien dependen todas las decisiones importantes de la organización permanece en Francia. Fue obligado a alejarse de la frontera franco-española y a presentarse a diario en una comisaría al norte del país desapareciendo posteriormente sin que la policía francesa muestre demasiada prisa en averiguar su paradero.
La dirección de ETA-militar reside en Francia aproximadamente desde 1974 y escarmentados por las "caidas" de años anteriores a causa de la renovación en la cumbre organizativa ha decidido permanecer en el poder de forma monolítica sin debates en la base. Media docena de hombres tienen todo el poder y actúan colegiadamente mediante decisiones inapelables. Por otra parte, estas personas son las únicas que conocen el conjunto de la organización. Los comandos actúan de forma aislada, ya sea suministrando información o ejecutando acciones violentas,. en zonas asignadas por la jefatura.
Las fuentes de ingreso de estos terroristas son bien conocidas: el secuestro y el "impuesto revolucionario", que se ven obligados a pagar empresarios y profesionales que no quieran sufrir represalias. Según algunas fuentes, los etarras tienen cuentas abiertas en algunos bancos europeos, especialmente belgas, que son manejados por hombres de paja bajo la fachada de respetables financieros.
La captación de militantes, no obstante, es quizá su más grave problema. Las acciones violentas en el período democrático han disminuído las simpatías, pero sería faltar a la verdad si se niega que ETA cuenta con un mínimo apoyo popular en el País Vasco.
El reciente asesinato de Miguel Solaun, un ex miembro de la organización que tras años de cárcel decidió cooperar con la policía, es una clara advertencia para aquellos que pretendan acogerse a la política de arrepentimiento que tan buenos resultados ha dado en Italia contra el terrorismo y que el gobierno de Felipe González pensaba aplicar en España dentro de los planes de lucha contra la organización.
Por su parte la otra rama de ETA, la llamada político-militar ha recibido golpes más duros y sus supervivientes parecen destinados a integrarse ente los "milis" o acogerse con todos los riesgos que la muerte de Solaun hace presentir, a la política de reinserción en la sociedad que se les ofrece en estos momentos. -
Juan González Restrepo para SEMANA, desde Madrid España -