LUCES, CAMARA, ACCION

EL SHOW YA COMENZO EN la majestuosa sala de la Corte federal de Miami, donde han sido instaladas finas lámparas de cobre como un símbolo involuntario de la luz que necesita la justicia para este caso, los personajes están listos y aparentemente bien preparados para representar una obra de tal intriga y suspenso, que podría terminar por involucrar al dueño del teatro.

La expectativa en torno al juicio contra el depuesto general panameño Manuel Antonio Noriega, que comenzó en Miami la semana pasada, no es tanto por conocer lo ya divulgado: que Noriega convirtió a Panamá en un centro de intriga internacional comparable con la Casablanca de los años 40, que era el mandamás del país, y que desde sus maneras de militar atrabiliario y chabacano, logró colocarse en medio de un dudoso jet set internacional.

La atención del juez William Hoeveler estará concentrada en los detalles que el acusado pueda revelar acerca de su ex patrón, el Gobierno de Estados Unidos, y más exactamente del presidente George Bush, quien a mediados de los años 70 era director de la CIA, cuando Noriega estaba en su nómina.

En los seis meses que se calcula demorará el juicio, saldrán a luz nuevos episodios de la historia de un país que aparece en los mapas delictivos de todos los servicios de inteligencia de Latinoamérica como una ruta obligada del tráfico de armas, el trasiego de cocaína, el lavado de dólares. el contrabando de electrodomésticos y otros delitos mayores. Uno de los aspectos que estará de por medio será la justificación jurídica e histórica de la invasión norteamericana a Panamá, lanzada en diciembre de 1989 por el presidente George Bush, con el pretexto de detener el tráfico de drogas. Muchos observadores afirman que el ejecutivo norteamericano necesitaba silenciar al