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LUSINCHI-CALDERA: PLEITO SIN FRONTERAS

De escaso contenido ideológico y gastos millonarios, la campaña electoral tiende a polarizarse entre sólo dos candidatos

5 de septiembre de 1983

Trece candidatos disputan la presidencia de Venezuela. Pero solamente los partidos socialdemócrata y democristiano tienen posibilidades de ganar los comicios del 4 de diciembre, los cuales se realizan en medio de la mayor crisis económica que padece el país en 25 años de ciclo democrático.
Desde que se inició la campaña electoral el 11 de abril, el candidato del partido socialdemócrata, Acción Democrática (AD), Jaime Lusinchi, encabeza las encuestas con un promedio de 40%, seguido del líder del partido gobernante democristiano COPEI, Rafael Caldera, con un 28%.
Las encuestas reflejan en general el sólido bipartidismo venezolano y la tendencia del electorado a utilizar el voto para desalojar del gobierno al partido que condujo el poder en las elecciones que se realizan cada cinco años.
Fracasado el intento de presentar una opción unitaria, 14 partidos de izquierda concurren nuevamente divididos con tres candidaturas que se disputan el tercer lugar y la hegemonía del campo socialista. El Movimiento al Socialismo (MAS) postula al ex guerrillero y actual parlamentario Teodoro Petkoff; la coalición de doce partidos Alianza para la Unidad del Pueblo (AUP) presenta a José Vicente Rangel; y el pequeño grupo radicalizado "Causa R" cambió en plena campaña electoral la candidatura del editor Jorge Olavarría por la del dirigente obrero Andrés Velásquez.
El espectro de la derecha lo representan 5 partidos minúsculos: "Nuevo Orden", "Rescate Nacional", "Movimiento de Integridad Nacional", "Confianza Electoral" y "Partido Nacionalista Venezolano". Todos ellos coinciden en la necesidad de implantar un "gobierno fuerte" que acabe con la corrupción y defienda la soberanía en los conflictos territoriales. Entre todos es probable que capten el 2% de los votos, pero su participación en la contienda --al igual que otras tres candidaturas inscritas a último momento-- obedece a las presiones de grupos que aspiran a una mayor cuota de poder a través de las elecciones.
Independientemente de la proliferación de candidaturas, a medida que avanza la campaña electoral, ésta tiende a polarizarse entre Lusinchi y Caldera, si bien se prevé que la izquierda aumente su votación en los comicios legislativos previstos tambien para el 4 de diciembre.
Lusinchi, médico pediatra de 56 años, representó en un principio al ala ortodoxa de AD, respaldada por el buró sindical que controla la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), pero fue sumando el apoyo de los sectores progresionistas que lidera el ex mandatario Carlos Andrés Pérez.
Con el partido sólidamente unido, Lusinchi Basó su campaña en responsabilizar al gobierno de Luis Herrera Campins de la crisis económica que padece el país. Se presenta como la "Alternativa de Cambio" capaz de garantizar mejores condiciones de vida mediante un pacto social entre el Estado, los trabajadores y los empresarios.
Caldera, líder fundador de COPEI, aspira a la reelección a los 67 años, apelando a su prestigio como político y a la experiencia de su anterior magistratura entre 1968 y 1973.
Su mayor dificultad consiste en remontar la impopularidad del gobierno democristiano, por lo que su estrategia está centrada en diferenciarse de la obra de Herrera Campins, aunque el costo político sea una creciente lucha interna en las filas de COPEI.
El comando de campaña de COPEI proyecta la imagen de Caldera como el "líder necesario" para una nación en crisis, lo que le permitió ascender en las encuestas del 20 al 28% en los últimos ocho meses, en desmedro de Lusinchi que bajó del 44 al 38%.
La fuerte pugna entre AD y COPEI exacerbó la violencia verbal de la campaña, que se caracteriza por mutuas acusaciones personales entre los candidatos, más que por la discusión de los programas, inexistentes hasta la fecha.
De escaso contenido ideológico y gastos millonarios, la campaña electoral recién ahora comienza a plantear la crisis económica que afecta a Venezuela por la caída de sus ingresos petroleros y el excesivo endeudamiento superior a los 26.700 millones de dólares. La proposición de Caldera de excluir de la campaña el tema de la deuda fue rechazada por la totalidad de los partidos de oposición, que presionan al gobierno para que renegocie antes de las elecciones y cargue con la responsabilidad de aplicar el plan de austeridad exigido por el Fondo Monetario Internacional.
Los partidos de oposición temen que el gobierno dilate esta renegociación para no perjudicar la candidatura de Caldera, que de otro modo se vería seriamente afectada por la impopularidad de las tradicionales recetas económicas del FMI.
La mayoría de los partidos políticos consideran que las próximas elecciones serán cruciales, al poner en juego la capacidad de respuesta del sistema democrático para superar la crisis económica. La gran incógnita es la preferencia electoral de los "nuevos votantes" --17,5% del patrón estimado en 8 millones de personas-- que hasta el momento demostraron un alto grado de escepticismo y apatía frente a los comicios. Sin embargo, los expertos prevén que la abstención será mínima por la tendencia a la polarización entre Lusinchi y Caldera.
A diferencia de las elecciones anteriores realizadas al amparo de la bonanza petrolera, los comicios del 4 de diciembre conducirán al triunfo al partido que inspire mayor confianza a la población sobre su capacidad de administrar la etapa de austeridad que desencadenó la crisis económica.--
Especial para SEMANA, desde Caracas, por Susana Pezzano, del IPS.