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Nicolás Maduro | Foto: AP

VENEZUELA

La misión imposible de Maduro

El presidente venezolano quiere poderes extraordinarios para cambiar la ética y la moral de su pueblo.

Catalina Lobo-Guerrero
9 de octubre de 2013

Con una sonrisa radiante llegó el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a la Asamblea Nacional. Un grupo de niños con caras pintadas, rodeados de bombas y luces de colores, celebraban su arribo cantando: “La patria vencerá, se abre el telón”. La estrofa de la canción, entonada por esas voces inocentes, era el preludio de una nueva función en la Asamblea Nacional, esta vez protagonizada por Maduro.

En sus tres horas de discurso no logró explicar cómo “la patria vencerá”, porque no dio detalle alguno de qué contiene la Ley Habilitante que solicitó ante el parlamento, que lo convertiría en un súper presidente. 
 
La Habilitante utilizada, como el mismo Maduro lo reseñó en su discurso, por casi todo los presidentes elegidos democráticamente en Venezuela, le daría la facultad de emitir decretos con fuerza de ley por un año. ¿Para qué? El chavismo argumenta que los necesita para erradicar la corrupción en Venezuela,  que según Maduro es la que no permite que el modelo económico socialista sea exitoso en el país. Es decir, el mayor problema en Venezuela no es económico, sino moral. “He venido a pedir poderes habilitantes para profundizar, agilizar y dar la batalla a fondo por una nueva política ética, por una nueva sociedad”. 
 
Su misión es tarea para un súper hombre, pero él no es sino “un hombre de calle”, un “luchador social”, como se autodefinió en su discurso, en el que también recordó las palabras de quienes sí han sido héroes de la patria: Bolívar y Chávez.

De Bolívar leyó un decreto que asustó a medio país porque hablaba de pena capital contra los corruptos. De Chávez, casi resumiendo a la perfección el estilo del fallecido comandante, combinó el “puño de hierro” contra el adversario, pero también la necesidad de “servir” al pueblo y de tocar sus fibras más humanas, y apeló a un pasaje de San Marcos en la Biblia. 
 
Pero no se limitó a ellos únicamente como inspiración. Su discurso, argollado en páginas blancas que parecían no terminar, mezcló frases de todo tipo de pensadores, escritores y filósofos. Empezó por lo más básico, con la definición de la palabra “corrupción” que hace el diccionario de María Moliner, pasando por Platón, Maquiavelo, (preguntó al auditorio si habían oído hablar de él), Walter Benjamín, Aristóteles, y luego pasó a Víctor Hugo, Jacques Derrida (y tras pronunciar el nombre mal les lanzó un saludito en francés a los diputados opositores) y hasta citó al legendario gángster, Al Capone. 

En Twitter no demoraron en aparecer comentarios como que quizás no lo hubiera hecho si supiera que al propio presidente de la Asamblea, al que llama su compañero de lucha, Diosdado Cabello, le apodan así entre los sectores de oposición en Venezuela. Quizás ignora también que, tras la muerte de Chávez, Venezuela es considerado un Estado gangsteril por el filósofo y politólogo, Fernando Mires, en el que distintos grupos o “gangs” están en una guerra de rapiña por el poder.   
 
Sobre esos grupos, dijo Maduro había que ir “con todo” porque a Venezuela se la está devorando la corrupción, sea de “cuello amarillo”, refiriéndose a los colores que utiliza el partido opositor Primero Justicia, o “roja, rojita” chavista, y dijo que también había que ir contra sus cómplices que se han prestado para favorecer a esos grupos a través de la  especulación, el acaparamiento, el contrabando, y han alimentado el mercado de divisas ilegal, que se nutre en gran parte del círculo perverso que bautizó como el “cadivismo”, haciendo alusión al sistema CADIVI, la entidad que otorga divisas a los venezolanos y que es controlada por el gobierno.
 
En el centro de la lucha contra los corruptos, como se desprende del discurso de Maduro, está la “burguesía parasitaria”, empresarios y comerciantes  que le están haciendo la “guerra económica”,  y que está produciendo escasez de alimentos y otros insumos, el desmantelamiento del aparato productivo nacional, y una de las inflaciones más altas del mundo. El objetivo de esa clase empresarial, según Maduro, es sacarlo del poder para quedarse con la renta petrolera, la fuente de todos los recursos en Venezuela y sobre la que se sostiene el enorme aparato estatal.  
 
El arquitecto de ese aparato, el ministro de Planificación, Jorge Giordani, sonreía desde su silla en primera fila mientras Maduro leía, no sin algunos errores de pronunciación y dicción, un discurso que, especulaban anoche en las redes sociales, habría sido escrito por él. “El monje”, como le dicen por sus posturas austeras, fue el maestro de Chávez mientras éste estuvo en la cárcel, y el artífice de ese control cambiario, que a su vez ha permitido florecer la corrupción. Pero el gobierno en vez de adaptar el sistema, que incentiva prácticas corruptas, parece creer que es más factible transformar la naturaleza humana. 
 
Ayer, en horas de la mañana, el gobierno publicó en gaceta oficial que el nuevo Vicepresidente para el Área Económica, sería Rafael Ramírez, ministro de Energía y Petróleos, remplazando en el cargo al ministro de Finanzas y ex director del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes. Este es visto como un hombre más pragmático, reconoce que hay que modificar algunos aspectos del diseño del sistema económico, sobre todo del control cambiario. 

Pero el nuevo enroque en la cúpula económica, la poca capacidad de maniobra que ha tenido Merentes para implementar un nuevo esquema de acceso a divisas exitoso, y el discurso de Maduro de anoche, (y el largo abrazo con Giordani al final) pueden ser un indicativo que la línea más radical y ortodoxa es la que se está imponiendo por la fuerza.  
 
Maduro anunció que aunque reconocía a la oposición, y les dijo que contaban con las garantías democráticas para hacer política, luego los amenazó. “Prepárense para la ofensiva que viene”, dijo y mencionó a dos diputados opositores, Richard Mardo, a quien ya le allanaron la inmunidad parlamentaria, y a Juan Carlos Caldera, a quien se la quieren quitar también, por supuestos hechos de corrupción. 

También están en la mira las diputadas María Corina Machado y María Mercedes Aranguren, pues ambas tienen suplentes que, especulan la interior del parlamento, serían proclives a votar por la Ley Habilitante, que necesita las tres quintas partes para ser aprobada. Al oficialismo le falta sólo el voto de un diputado más, “el diputado 99”, para poder aprobarla y ha habido denuncias en las últimas semanas de que el chavismo está ofreciendo prebendas a cambio de conciencias para lograr aprobar el proyecto.
 
El ataque de Maduro a la oposición provocó como respuesta gritos e insultos por parte de la bancada de la Mesa de Unidad. Las cámaras de televisión captaron cómo el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello señalaba amenazante desde su púlpito al presidente del partido Primero Justicia, Julio Borges, quien se paró de su silla a protestar contra Maduro. Luego de la intervención de Maduro, sería Cabello quien amenazaría de nuevo a la oposición por ser una partida de “malcriados”, y aprovechó para lanzarle un dardo al líder Henrique Capriles, quien más temprano había dicho que hacía un llamado al pueblo a desconocer la Ley Habilitante. 
 
Antes de terminar la función, que también incluyó una plegaria a José Gregorio Hernández por la salud de la presidenta Cristina Kirchner y un homenaje al Che Guevara, Maduro le hizo un reconocimiento al diputado chavista que fue a pelear a Siria, Adel El Zabayar. Este se aproximó hasta él y le entregó una rama de olivo que habían enviado los “combatientes” para él y por la memoria de Chávez.
  
Y así, después de tres horas de argumentación, Maduro entregó a Cabello el proyecto de Ley Habilitante,  sin explicar qué contiene. Sólo asomó que quiere darle más peso al papel de la Contraloría y que los poderes serán por un año, el año en que por fin dará el “golpe de timón”, que Chávez pidió en un Concejo de Ministros hace dos años, y que nunca pudo implementar en vida, a pesar de ser el presidente más poderoso que ha tenido Venezuela.