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Malala Yousafzai fue postulada al Premio Nobel de la Paz 2013. | Foto: Cortesía UNESCO

HISTORIA DE VIDA

Malala quería ser como Betty la Fea

La niña pakistaní que fue postulada al Premio Nobel de Paz 2013 confesó su gusto por la serie colombiana.

15 de octubre de 2013

A escondidas del régimen talibán, Malala Yousafzai, la adolescente que defiende los derechos de las mujeres en Pakistán, veía la versión estadounidense de la serie colombiana Betty la Fea.

“Me encantó y soñaba con la posibilidad de ir algún día a Nueva York y trabajar en una revista como ella”, así lo describe la joven en su libro Yo soy Malala (de Alianza Editorial).

En medio de todo el contexto político que ha vivido por su férrea oposición a los talibanes, Malala también ha soñado con un mundo más liviano y una vida más común. 

“Me gustaba ver la serie, me gustaba pensar en otro mundo en donde el mayor problema era la moda, quien viste qué ropa, qué sandalias, qué color de lápiz de labios usa tal chica… Mientras por otro lado las mujeres se mueren de hambre, y los niños también, y azotan a las mujeres, y aparecen cuerpos decapitados…”, aseguró en una entrevista que concedió al diario español El País

En el 2007, los talibanes se tomaron Swat, el valle donde vivía Malala, para imponer la sharia. Esta es una ley islámica por la que ejecutaban “infieles” en público, forzaron las mujeres a usar el velo, incendiaron escuelas femeninas, prohibieron vender música… y ver televisión. 

Por ello, Malala tenía que encerrarse en el armario para ver la serie originalmente colombiana que tanto le agradaba. Estando allí, ponía el DVD de Betty la Fea con el menor volumen que fuera posible.

“Nos prohibieron todo y si oían barullo y risas en una casa, irrumpían por si estabas cantando o viendo la televisión, y rompían los televisores. A veces se limitaban a amonestar a la gente, a veces la pegaban o la fusilaban o la masacraban. No nos dejaban ni jugar a las peluqueras con las muñecas”, expresó la joven pakistaní en la entrevista.

En desacuerdo con los talibanes

Esta joven, que es activista desde los 10 años y comenzó a escribir en un blog de BBC desde que tenía 11, describe el temor que generaban los seguidores de este grupo religioso.

En su libro, Malala relata que leía los libros de Crepúsculo con su mejor amiga, Moniba y que por ello siempre quisieron ser como los protagonistas de la historia. Pero todo cambió cuando llegaron los talibanes pues ellas los vieron como vampiros. 

“Lo importante es que si preguntas a los niños aquí de qué tienen miedo, te van a contestar que de un vampiro, de Drácula o de un monstruo, pero en nuestro país tenemos miedo a los humanos. Los talibanes son seres humanos pero son muy violentos y hacen tanto daño que cuando un niño oye hablar de un talibán le entra miedo, igual que si fuera un vampiro o un monstruo”, dijo Malala. 

A pesar de ser una adolescente, vivió en carne propia los abusos de algunos talibanes y lucho contra ello, hasta el punto de ser consideraba una amenaza para el grupo religioso que atentó contra su vida hace un año. 

En la entrevista, Malala indicó que el miedo era lo que los rodeaba a ella y a su padre  Ziauddin. “No sabíamos lo que el futuro nos deparaba, queríamos hablar pero no sabíamos que nuestras palabras nos conducirían al cambio, que nos escucharían en todo el mundo. No estábamos enterados del poder que encierra un lápiz, un libro. Sin embargo, se ha demostrado que los talibanes, que tenían fusiles y explosivos, eran más débiles que la gente con lápices y libros”.

Aunque tiene 16 años, Malala parece de mayor edad por su férrea defensa a los derechos de las mujeres, sus claras posturas políticas y religiosas. Así lo demuestran sus palabras. “Amo a Dios porque me ha protegido y creo que me va a preguntar el día del juicio: ‘Malala, veías el sufrimiento de la gente en Swat, veías cómo sufrían las niñas, que masacraban a las mujeres, que asesinaban a tantos policías. ¿Qué has hecho tú para defender sus derechos?’. Sentí que era mi deber clamar por los derechos de las niñas, por los míos, por el derecho de asistir a la escuela, y lo hago en nombre del Dios por el que los talibanes me tirotearon”, señaló la joven. 

Sin importar los embates que ha tenido que soportar para continuar con vida y defender su postura, esta joven pakistaní continúa creyendo que hay una esperanza “en un rincón del corazón”, como ella misma lo plantea.