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Enríquez-Ominami, de 36 años alza en brazos a su hija Manuela. Podría ser la gran sorpresa de las próximas elecciones

CHILE

Marco, el conquistador

Marco Enríquez-Ominami le puso picante a la campaña presidencial al alcanzar en los sondeos al oficialista Eduardo Frei. De ahora en adelante habrá que tomarlo en serio.

24 de octubre de 2009

Un filósofo y cineasta de apenas 36 años podría ser el próximo presidente de Chile. Hace apenas unos meses esa afirmación sonaba a locura, pero el momento que esperaban desde hace tiempo los seguidores de Marco Enríquez-Ominami, el candidato 'díscolo', llegó el martes pasado. Ese día se supo que ME-O, como lo apoda la prensa, empató en el sondeo del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (Cerc) al candidato oficialista Eduardo Frei, con un 20 por ciento de la intención de voto. Toda una hazaña que lo deja muy cerca de arrebatarle al ex presidente el tiquete para la segunda vuelta de las elecciones de diciembre frente al candidato de la derecha, el millonario Sebastián Piñera.

Su ascenso político es una historia de rebeldía. Enríquez-Ominami nació apenas tres meses antes del golpe contra Salvador Allende, en 1973, y es el primer candidato presidencial en su país que no tenía edad para votar en el plebiscito de 1988 que acabó con la dictadura de Augusto Pinochet. Su apellido compuesto se debe a que es hijo de Miguel Enríquez, un líder guerrillero abatido por los militares en esos tiempos, y su madre se casó después con el senador socialista Carlos Ominami.

ME-O pasó parte de su juventud en el exilio y después de regresar a Chile dirigió en 2002 Los héroes están cansados, un documental que hablaba sobre el desgaste de la concertación por la democracia, la coalición de centro-izquierda que derrotó a Pinochet y ha ganado todas las elecciones presidenciales desde entonces.

Su candidatura cabalga, precisamente, sobre esa fatiga. Enríquez-Ominami era diputado del Partido Socialista (PS) desde 2006, pero éste le cerró las puertas cuando quería competir por la candidatura de la concertación, de la que hace parte el PS. La coalición se decidió por el ex presidente Eduardo Frei, un rostro conocido, mientras 'Marquito', como le llamaban para menospreciarlo, decidió aspirar como candidato independiente, algo inédito en Chile, donde el sistema favorece a la polarización izquierda-derecha.

Desde entonces ha venido creciendo en los sondeos. En abril superó los dos dígitos y los analistas comenzaron a hablar del 'factor Marco', que introdujo una incógnita en los cálculos electorales. Para unos, le hacía el juego a la derecha porque le quitaba votos a Frei. Para otros, era una carta tapada de la concertación que le arrebataba a Piñera la bandera del cambio. Ahora está claro que amenaza directamente las posibilidades de Frei de pasar a segunda vuelta.

De hecho, lo más preocupante para el oficialismo es que, en los sondeos, a Enríquez-Ominami le va mejor que a Frei en un eventual ballotage. Aunque Piñera sigue ganando en esas mediciones, ME-O se ha apresurado en declarar que es "el único capaz de derrotar a Piñera".

La paradoja de la política chilena es que a medida que sube la popularidad de la presidenta Michele Bachelet, baja la de Frei, cuya candidatura parece naufragar. "La concertación funciona mucho mirando hacia atrás, más que hacia adelante, y eso es lo que le está produciendo complicaciones para poder sumar votos", dijo a SEMANA al analista político Patricio Navia.

Enríquez-Ominami, por el contrario, cautiva el voto protesta y despierta entusiasmo entre los jóvenes desencantados con la política. Para algunos analistas, sin embargo, el fenómeno está algo inflado, pues muchos jóvenes no están inscritos, un requisito obligatorio para votar, por lo que es posible que le vaya mejor en las encuestas que en las urnas. Pero es el único candidato que crece ostensiblemente. Su inesperada irrupción evidencia el hambre de cambio y pone nuevos temas sobre la mesa. "Me gusta la izquierda de juicios complejos", afirma. Critica la corrupción de la coalición gobernante y se muestra partidario del aborto, del matrimonio homosexual, de privatizar parcialmente empresas estatales y de cambiar el sistema por un régimen semipresidencial. ME-O, en cualquier caso, le ha puesto algo de emoción a una campaña que pintaba muy aburrida. Queda por ver si ese envión le alcanzará hasta las instancias definitivas.