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MATEN AL LEON

Amenazado el orden público por acusaciones contra Febres Cordero.

26 de febrero de 1990

Cuando era presidente del Ecuador, León Febres Cordero se caracterizó por una personalidad de fuerte perfil, que hacía que el mandatario con frecuencia se trenzara en duelos verbales en los que no era raro ver relucir un arma de fuego. Con esa misma vehemencia, el político guayaquileño se está defendiendo de las acusaciones que le han convertido en el primer ex presidente de ese país contra quien se ha dictado una orden de prisión por delitos comunes perpetrados en ejercicio del cargo.
La orden fue dictada por la Corte Suprema de Justicia con base en una acusación de uso indebido de fondos públicos, según la cual Febres Cordero y su secretario particular, Miguel Orellana,habrían dispuesto de manera indebida de US$150.000 del tesoro público. El ex presidente afirmó en su defensa que ese dinero fue usado para pagar los honorarios de un experto contra el terrorismo y la guerrilla y contraatacó al afirmar que "todo es una patraña inventada por mi peor enemigo Oswaldo Hurtado.
La orden quedó en suspenso luego de que los abogados del ex presidente presentaran la apelación correspondiente. Sin embargo, las implicaciones políticas y de orden público del episodio están aún por evaluar.Preocupa particularmente a los observadores la actitud de Febres de llamar a la insurrección popular para que "no se efectivice esa injusticia". Febres tiene un verdadero feudo electoral en su ciudad, Guayaquil, y allí uno de sus más cercanos colaboradores, el ex gobernador Jaime Nebot, ha anunciado que el gobierno se enfrentará a "una insurgencia popular democrática" si persiste la persecución contra su Jefe.
Mientras Febres Cordero anuncia su intención de permanecer en el país para responder por los cargos y "defender su honor", se extiende en el país el temor de que las amenazas del ex presidente se cumplan. Entre tanto, se barajaban rumores según los cuales la acusación contra Febres sería parte del convenio mediante el cual el grupo subversivo "Alfaro vive, carajo" dejó las armas. Según se dice, el grupo en cuestión habría exigido que se castigará la corrupción del gobierno de Febres, y precisamente el punto sensible fue una operación poco clara contra la guerrilla. Hay quien dice que los líderes del Alfaro están convencidos hoy de que quien ríe de último. ríe mejor.