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MEDIA VUELTA A LA DERECHA

Los odios intestinos de los partidos de izquierda abren el camino a los conservadores.

3 de marzo de 1986

El triunfo del conservador Diogo Freitas do Amaral, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales portuguesas el domingo 26 de enero, significa el retorno casi seguro de la derecha, que había sido reducida a polvo tras la estrepitosa caida de la dictadura de Oliveira Salazar en 1974. Amante de la autoridad y profesor de derecho administrativo en la Universidad de Lisboa, Freitas do Amaral, un hombre de 44 años sin carisma personal ni mayores méritos políticos, fue el primero en sorprenderse de los resultados: el 46% de los votos lo favorecían, mientras que Mario Soares, tres veces primer ministro de gobiernos socialistas, quedaba relegado, con un 25% de los sufragios, al segundo puesto.
Descartados para la segunda vuelta, que tendrá lugar el próximo 16 de febrero, quedaron el ex ministro de Justicia, Francisco Salgado Zenha, quien obtuvo el 21%, y la católica de izquierda, María Lourdes Pintasilgo, con el 7%
El éxito provisional de Freitas no cayó de los cielos. En las elecciones legislativas de octubre pasado, el Partido Social Demócrata (PSD), dirigido por Cavaco Silva, y aliado con el Centro Democrático Social -el partido más derechista del país- obtuvo el 40% de los sufragios, pudiendo desde entonces tomar la jefatura del gobierno.
Eso no quiere decir que la izquierda portuguesa haya dejado de ser mayoría. De hecho, el 53% de los votos depositados el domingo no fueron para Freitas y sí respondían a motivaciones más o menos renovadoras. El asunto es que los protagonistas de la ola que puso a Portugal al borde de una transformación radical hace doce años -frenada más pronto que tarde por las alas moderadas y centristas del Consejo Supremo Revolucionario- no han podido sostener un frente común. Por un lado está el Partido Socialista (PS), que si bien detentaba en 1983 el 36% de los votos nacionales, ante los nulos resultados de un Mario Soares cada vez más derechista como primer ministro, quedó reducido a un 20%. Luego viene el Partido Comunista Portugués (PCP), una de las organizaciones más pro soviéticas de Europa, que disponiendo de un 18% del electorado retiró a última hora la candidatura de Angelo Veloso para endosar la de Salgado Zenha, otrora feroz adversario de ellos en el Parlamento. Finalmente, cuenta el populismo cristiano de María de Lourdes Pintasilgo, primera ministra durante un corto período de 1979, quien trata de movilizar a los nostálgicos sueltos de los primeros días de "la revolución de los claveles".
Entre esas formaciones pocos son los afectos y muchas las rencillas. El PS y el PCP mutuamente se detestan. Soares criticó con crudeza durante la campaña electoral a los comunistas y éstos llamaron a votar por Salgado Zenha para debilitar a aquel. La Pintasilgo insistió en su tercera candidatura, a sabiendas de sus pocas posibilidades de triunfo, para favorecer a Soares. Los partidarios de Salgado Zenha se enfriaron a su vez ante el apoyo ordenado a éste por el PCP.
Esto despejó enormemente el panorama de Freitas. Dos días después de conocerse los resultados de la primera vuelta, los alineamientos para la segunda ya eran claros, Freitas se batirá con Soares, pero éste no tiene posibilidades de ganar, a pesar de los desesperados esfuerzos por recoger los votos de la izquierda El PCP hizo saber que no va a pedir a su militancia votar por ninguno de los dos. "La demagogia, la desverguenza y el reaccionarismo de Mario Soares y la arrogancia faseista de Freitas do Amaral, y el estilo de ambos durante la campaña, anuncian tiempos muy difíciles para el pueblo portugués", decía el editorial del O Diario, órgano de los comunistas. Soares, de hecho, está más solo que nunca. El presidente Ramalho Eanes, quien apadrinó la candidatura de Zenha, no da muestras de querer hacer lo mismo ahora por el dirigente del PS. Pintasilgo dice que votará, y que no será por el candidato de la derecha, pero tampoco ha sugerido a sus seguidores apoyar a Soares. Unicamente Salgado Zenha ha pedido votar por el ex Primer Ministro, copartidario suyo hasta la ruptura de 1982.
Ante ese cuadro, el señor Freitas ha iniciado el cailoneo contra su desgastado rival. "Soares supone la democracia con crisis, con estancamiento, es incapaz de resolver las dificultades, ya ha tenido los dos tercios del Parlamento para realizar las reformas que ahora promete", proclama el candidato conservador. Comportándose desde ahora como estadista, más que como aspirante a la presidencia, Freitas trata de evitar que su discurso se incline demasiado hacia la derecha. Le interesa "llegar a todos los portugueses" y convencerlos de que él representa "la estabilidad y el progreso contra la inestabilidad y el estancamiento".
Para muchos, Freitas simplemente es el cambio frente al chamboneo de Soares, quien es visto como el artífice -por su persistente desempeño gubernamental en estos años de la grave situación que hoy vive Portugal. Para otros, la posibilidad de triunfo de Freitas infunde físico miedo. "Los valores fundamentales de nuestra democracia, la tolerancia, la estabilidad democrática y la dignidad de la función presidencial están en peligro", declaraba la esposa del general Eanes. Aunque sectores del PCP votarán de todas formas por Soares para frenar a Freitas (en Oporto partidarios de éste, excitados por los resultados de la primera vuelta, intentaron saquear la oficina del Partido Comunista), el empuje derechista tiene todas las posibilidades de ganar. Un giro de Portugal en ese sentido puede traer serias consecuencias para la situación europea.