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Muchos se preguntan si Hillary Clinton es la salvadora del Partido Demócrata, después de los últimos descalabros electorales. Esa posibilidad fue sugerida en la portada de la revista ‘Time’

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¿Mrs. President?

Hillary Rodham-Clinton se perfila como aspirante a la Presidencia. La pregunta es si logrará superar la polarización que genera y aprovechar la popularidad de su marido.

26 de agosto de 2006

Han pasado más de cinco años desde cuando Hillary Rodham-Clinton abandonó la Casa Blanca después de ser la primera dama de Estados Unidos por dos períodos consecutivos. Aunque muchos la recuerdan solamente como la esposa traicionada de Bill Clinton, después del escándalo sexual (sexgate) en el que éste reconoció tener una "relación no apropiada" con la becaria Monica Lewinsky, ella hoy tiene una carrera política propia y suena como la mejor opción del Partido Demócrata para recuperar el poder en las presidenciales de 2008.

En enero de 2001, cuando la familia Clinton apenas acababa de sacar sus cosas de la Casa Blanca, Hillary se convirtió en senadora demócrata por Nueva York. Desde ese momento empezaron los rumores en los medios y la blogósfera sobre sus intenciones de alcanzar la Presidencia. La semana pasada, la revista Time le dedicó portada a las ambiciones presidenciales de la senadora de 59 años y afirmó que a pesar de que ella está buscando su reelección en el Congreso en los comicios legislativos de noviembre, desde ya está trabajando en la campaña presidencial. Se habla de que ha recolectado 33 millones de dólares, de los cuales más de 10 tendrían como destino alistar el camino a la Casa Blanca. Según la revista, aunque no existe un rival que le dispute la silla senatorial, "ella está recolectando dinero como si fuera a dar la pelea de su vida". Esto hace sospechar que está apuntando más lejos del capitolio.

Y es que la señora Clinton es vista como una de las pocas que podría devolverle el peso histórico al partido. Al Gore y John Kerry perdieron las dos últimas elecciones frente a George W. Bush y por el momento a los demócratas no les sobran figuras carismáticas y maduras. A Hillary se le reconoce su inteligencia, su capacidad de trabajo y su facilidad para recoger fondos. Además, su nombre es conocido no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. Para los analistas el momento no puede ser mejor, con la popularidad del gobierno republicano por el suelo.

La encuesta realizada por Time muestra que 53 por ciento de los consultados tienen una impresión favorable de la senadora. Aventaja en ese sentido a otros posibles candidatos de su partido como los reencauchados Al Gore (49 por ciento), John Edwards (46) y John Kerry (45). En un escenario hipotético contra John McCain, quien por el momento es el favorito a competir en las presidenciales por el Partido Republicano, ella aparece sólo dos puntos por debajo, mientras que Gore y Kerry están a 9 y 10, respectivamente.

Pero todavía faltan dos años para las elecciones, y aún no se cuenta con la participación de pesos pesados como el joven senador Barack Obama, quien por el momento ha dicho que no participará en las próximas elecciones pero al que muchos demócratas ven como el verdadero salvador del partido. Por el lado republicano se habla de la posibilidad de que la secretaria de Estado, Condoleezza Rice entre en la competencia. Pese a los descalabros del gobierno de su jefe, George W. Bush, Rice posee un amplio respaldo dentro de su partido y goza de gran popularidad. De llegarse a dar su candidatura junto a la de Hillary, Estados Unidos presenciaría un duelo sin precedentes entre las dos mujeres más populares de la política en ese país.

Pero aunque muchos la ven como la gran esperanza demócrata, Hillary tiene muchos puntos débiles para convertirse en presidenta. El principal es que polariza la opinión incluso dentro de su mismo partido. Como dijo a SEMANA Stephen Zunes, profesor de política de la Universidad de San Francisco,"sus críticos de la derecha la pintan como una izquierdista, lo cual le dificultará acercarse a moderados y conservadores. Pero al mismo tiempo muchos demócratas se han alejado de ella porque respaldó la guerra de Irak y otras políticas exteriores de Bush".

Por eso ella ha buscado desmarcarse de la imagen que le dejó haber secundado a Bush en su invasión a Irak. Últimamente ha criticado los errores que el gobierno ha cometido en Oriente Medio e incluso ha pedido la cabeza del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, por su falta de cálculo. Pero sus opositores no le perdonan que sólo esté en contra de los errores logísticos y no de la guerra como tal. Esto hace pensar que le podría suceder lo que le pasó a Joe Lieberman, un demócrata de la vieja guardia; hace pocas semanas. Lieberman fue derrotado por un desconocido en las primarias para escoger candidato demócrata al Senado por Connecticut. La razón, según los analistas: el apoyo que le dio a la guerra en Irak.

El caso de Lieberman dejó claro que los bloggers se han convertido en activistas políticos con la capacidad de influir en la opinión pública estadounidense. Y en muchos blogs se ha iniciado una agresiva campaña contra Hillary por sus supuestas contradicciones. Pero este es sólo uno de los problemas que debe enfrentar la ex primera dama. Muchos han advertido que la cercana presencia de su marido, de quien se dice que es el más entusiasmado con la posible candidatura de su mujer, podría ser un arma de doble filo. Porque a pesar de los escándalos y de ser el segundo Presidente de la historia de Estados Unidos al que se le inició un proceso de destitución o impeachment, Bill conserva una gran popularidad que pesaría en una presidencia de su esposa.

"Es indudable que Bill Clinton hace parte de la ecuación electoral de su esposa. Es posible que aquellos que eran seguidores de él transfieran su apoyo a Hillary, pero así mismo, quienes lo odiaban harán lo mismo con ella", dijo a esta revista Melissa Harris-Lacewell, profesora de ciencia política de la Universidad de Princeton. Y en ese mismo sentido, el consultor republicano David E. Johnson (ex asesor de la campaña de Bob Dole) sostuvo a SEMANA que "muchos ven los años de Bill Clinton con nostalgia y piensan que votar por Hillary sería un tercer período de su esposo. Pero ella no tiene el carisma de él. Es percibida como rígida en sus opiniones y los grandes Presidentes norteamericanos, desde Jefferson hasta Lincoln, pasando por Roosevelt y Reagan, han dominado el arte de la negociación que ella no posee".

Sin importar si es elegida, o incluso si se lanza o no, parece haber unanimidad en que Estados Unidos está preparado para tener a una mujer Presidenta y que Hillary, o la que quiera ocupar ese puesto, encontrará oposición por sus políticas y no por su género. Muchos ya tienen en la cabeza la imagen de la señora Clinton convertida en la mujer más poderosa del planeta y entrando triunfal a la Casa Blanca tomada del brazo de Bill, el 'primer caballero' de la nación.