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Muerte de un grande

Los canadienses lloran a Pierre Elliot Trudeau, el primer ministro excéntrico que definió el carácter de su país en el siglo XX.

6 de noviembre de 2000

Pocos hubieran sido capaces como él de reunir en su funeral a personajes tan disímiles como Jimmy Carter y Fidel Castro. Y a congregar una llorosa multitud de 100.000 personas 16 años después de haber dejado el poder. Porque Pierre Elliot Trudeau fue el primer ministro que definió la nacionalidad canadiense, no sólo al derrotar el separatismo de Quebec sino al mostrar una personalidad que, por primera vez, hizo que sus conciudadanos se alejaran del provincialismo y la introspección.

Trudeau dirigió a su país durante años tempestuosos, y ha sido comparado con el fenómeno que significó John F. Kennedy para su vecino del sur. Llegó al poder de modo fulgurante en 1968, en medio de lo que se llamó la “trudeaumanía”, rodeado por un país fascinado por sus maneras poco convencionales, su chispa y su exhibicionismo tan poco canadiense. Una anécdota cuenta que en el palacio de Buckingham fue fotografiado haciendo monerías mientras los invitados se encaminaban a la presencia de la reina Isabel. Después se supo que todo había sido planeado, pues Trudeau estaba convencido de la necesidad de tener una imagen imposible de olvidar.

Su matrimonio con Margaret Sinclair en 1971 dio mucho de qué hablar. El primer ministro, que tras haber salido con estrellas de cine, entre ellas Barbra Streisand, no se había casado, tenía 51 años y ella 21 cuando la conoció en un Club Med de Tahití. Tuvieron tres hijos y el matrimonio tenía hipnotizado al país. Pero la historia terminó después de una crisis nerviosa de Margaret cuando resolvió convertirse en fotógrafa, seguir a grupos de rock como los Rolling Stones y frecuentar la vida nocturna. Se separaron en 1974 y él se quedó con los niños.

Pero no todo fueron fuegos pirotécnicos para Trudeau. Aunque fue defensor de los francófonos se opuso a la separación de la provincia y tuvo que enfrentar momentos muy duros. En 1970 un grupo terrorista, Le Front de la Liberation du Quebec, secuestró a un diplomático británico y a un político canadiense. Trudeau invocó la ley marcial y apresó a 500 personas. Aunque el británico fue liberado, dos días más tarde apareció el cadáver del canadiense. Pero la reacción de Trudeau fue muy popular y significó la derrota del terrorismo.

El separatismo, sin embargo, no desapareció. Tras una breve interrupción en el poder, Trudeau regresó en 1980 y derrotó un referéndum separatista planteado cuando el partido de esa tendencia dominaba en Quebec. Se retiró del cargo en 1984.

Trudeau fue, además de un aventurero en su juventud que viajó por las partes más peligrosas del mundo, un intelectual, un play boy y un político pragmático. Reconoció a China antes que Estados Unidos, hizo amistad con Cuba y con muchos gobiernos socialistas y no perdió oportunidad de declarar la independencia ante Estados Unidos. Alabado por muchos, criticado por otros, Pierre Elliot Trudeau dejó una marca indeleble en el país más extenso de América.