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NAPOLEON EN WASHINGTON

No le pudo ir mejor a Duarte en USA.

25 de junio de 1984

Dos semanas después de ser elegido como nuevo Presidente de El alvador José Napoleón Duarte se anotó una brillante y quizá decisiva victoria en el campo internacional, al ganarse el favor del Congreso norteamericano. El viaje de Duarte a Washington a principios de la semana pasada, le sirvió al mandatario electo para disipar las dudas de aquellos opuestos al plan de ayuda militar que promueve la Casa Blanca para detener el avance de las guerrillas salvadoreñas. Amén de recibir un nuevo voto de confianza del Presidente Reagan, Duarte se dirigió al Capitolio el martes anterior y durante once horas conversó con la mayoría de los miembros del Congreso,cambiando la opinión de la mayoría en favor de la aprobación de un paquete de ayuda militar de emergencia por 62 millones de dólares con destino a las fuerzas armadas salvadoreñas.
El éxito de Duarte fue tanto que Tom Brokan, el comentarista estrella de la NBC, no vaciló en afirmar que "si Duarte es tan rápido en conseguir apoyo en El Salvador como lo ha logrado aquí, no hay duda que los problemas de ese país están en vía de solución".
La cruzada del Presidente electo de El Salvador vino a sacar de aprietos a la administración Reagan la cual se encontraba enfrentada al Congreso sobre su política en Centroamérica. Si bien la partida de apoyo a los contrarrevolucionarios nicaraguenses tiene pocas probabilidades de sobrevivir, la Casa Blanca consideraba como mucho más importante la asistencia militar para El Salvador la cual asegura la estabilidad inicial del gobierno de Duarte (el paquete de ayuda tiene una cláusula en la cual los Estados Unidos suspenderían el apoyo de producirse un golpe de Estado).
Duarte, quien se posesionará el primero de junio, fue específico en sus declaraciones al comprometerse a no solicitar "bajo ninguna circunstancia" la intervención de tropas norteamericanas en el conflicto de su país. A cambio, solicitó que la ayuda del gobierno norteamericano le fuera entregada "sin condiciones que pueden ser degradantes e inaceptables". Sin embargo, aunque Duarte parece contar con la confianza de la administración y el Congreso estadinense, miembros de este último ponen en duda que el Presidente electo sea capaz de mandar sobre los militares salvadoreños que han dominado el país desde hace décadas.
En particular, causó cierta preocupación que Duarte reconfirmara en su actual posición al ministro de Defensa, General Eugenio Vides Casanova, quien como ex jefe de la Guardia Nacional ha sido acusado de tener estrechos vínculos con la derecha y quien en los Estados Unidos ha sido presentado como el funcionario que "cubrió" las pistas sobre el asesinato de cuatro religiosas norteamericanas en diciembre de 1980. Duarte fue la persona que condujo la investigación sobre el atentado, y según su informe, los únicos involucrados son los 5 guardias nacionales que perpetraron directamente el crimen y cuyo juicio comenzó el miércoles anterior después de meses de presión de los norteamericanos.
Las preocupaciones de los congresistas por la capacidad de Duarte para cambiar el actual estado de cosas, fueron resumidas por el representante por el Estado de Maryland, Clarence Long, quien tradicionalmente se ha opuesto a la administración: "Usted tiene que respetarlo -dijo Long de Duarte- él es un moderado y es nuestra clase de hombre. Pero la pregunta no es si nosotros confiamos en Duarte, cosa que hacemos, sino si confiamos en los militares y ellos le dejarán hacer el trabajo".
Duarte también llenó su agenda con citas de otros funcionarios importantes tales como el secretario de Estado George Shultz y el secretario de Defensa Caspar Weinberger y se apresuró a pedir la colaboración de las entidades financieras internacionales como la AID, el FMI y el BID. Debido a la ayuda que le presta Washington, es casi seguro que Duarte conseguirá el soporte necesario para evitar un ahondamiento de la crisis económica en el Salvador.
El único punto que Duarte se negó a refrendar explícitamente de la actual política de Reagan tuvo que ver con los "contras" nicaraguenses a pesar de que criticó al gobierno de Managua. Presionado por los congresis tas a emitir su opinión, Duarte opinó que el apoyo a los "contras" era una materia que los Estados Unidos debían decidir por sí sólos. Tal actitud sorprendió a varios y obligó a Reagan, durante su conferencia de prensa del martes, a hacer una nueva apología de los "luchadores de la libertad" para obligar al Congreso a apoyarlo, cosa que posiblemente no hubiera Sido necesaria si Duarte se hubiera colocado al lado del Presidente. En conclusión, Duarte iniciará su período con las armas y el dinero que necesita gracias a los contactos favorables que ha hecho en la administración y en el Congreso. Si en los primeros meses consigue detener a la guerrilla y a los grupos de derecha, parece muy difícil que los Estados Unidos se atrevan a voltearle la espalda y buscar "otra alternativa" dentro de los grupos políticos salvadoreños. Con Duarte, la Casa Blanca se juega su última carta y el tiempo dirá si Washington se lleva la partida.