Home

Mundo

Artículo

NEGOCIAR HASTA CON EL DIABLO

Las conversaciones del gobierno mexicano con los rebeldes de Chiapas podrian esconder una sorpresa., 22063

28 de marzo de 1994

COMO EN TODOS LOS DIAlogos de paz, en el del estado mexicano de Chiapas las buenas intenciones van mucho más allá de lo que los negociadores oficiales pueden conceder. Pero esta vez el problema al que está abocado el gobierno mexicano es de tal magnitud que el límite de las facultades negociadoras se ha difuminado peligrosamente. Dentro del régimen de Carlos Salinas de Gortari hay una división sobre qué hacer para aplacar al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que insiste en que se operen cambios sustanciales en el sistema político y eleccionario de México. Y en el centro de la polémica está Manuel Camacho Solís, el representante del gobierno, cuyos puntos de vista tienen a muchos miembros del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) con el corazón en la boca.
Camacho Solís fue hasta hace poco alcalde de Ciudad de México y figuró dentro del abanico de candidatos que forma parte del singular sistema político mexicano. Según éste, el presidente deja saber quiénes están dentro de las posibilidades, pero ninguno de ellos puede hacer el más leve movimiento. Finalmente, poco meses antes de los comicios, una coreografía cuidadosamente orquestada proclama al escogido.
Camacho Solís cometió Ia indiscreción de dejar conocer sus esperanzas, y esa fue una de las razones para que Salinas dirigiera su dedazo hacia Luis Donaldo Colosio, quien desde la dirección del programa Solidaridad fue el administrador de los correctivos sociales destinados a suavizar los efectos del programa económico liberal.
Cuando se supo la nominación del popular Colosio, a finales del año pasado, nada hacía pensar que ese sistema de cooptación tuviera que cambiar. Pero el levantamiento de Chiapas y las metástasis de otras regiones del país, destaparon la Caja de Pandora de las frustraciones de los mexicanos y cambiaron el panorama político.
La rebelión revivió la figura política de Cuauhtémoc Cárdenas, un antiguo miembro del PRI que se separó hastiado por el totalitarismo del partido de gobierno. Hijo del legendario general Lázaro Cárdenas y candidato perdedor en las elecciones de 1988 (que muchos consideran un fraude), su populismo no sonaba nada bien cuando dominaban las cifras macroeconómicas del gobierno. Pero en un escenario de descontento social, sus manifestaciones tomaron nueva fuerza.
Y detrás de todo ello está Camacho Solís, cuyas aspiraciones presidenciales son una herejía en México. Camacho no es funcionario público, y ha dicho con claridad que la paz en Chiapas, más que medidas locales, requiere un compromiso de todo México con la apertura política. El terremoto politico ha sido impulsado por el diario neoyorquino The Wall Street Journal, cuyo analista David Asman señaló que la mejor culminacion del gobierno de Salinas, sena dejarle el poder a la oposición, pero sin tocar su reforma económica. Camacho, en opinión de Asman, sería ideal.
De ganar Colosio con la más mínima sombra de fraude, los zapatistas provocarían otra crisis de resultado impredecible. Si el ganador es Cárdenas, se escaparían las inversiones. En cambio Camacho, quien tiene fama de negociador, tendría las llaves del nuevo México. Eso no garantiza, por supuesto, que Camacho decida lanzarse por su cuenta, pero sugiere que el país azteca no será el mismo a partir de las elecciones de agosto.