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Expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva. | Foto: EFE

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Negros nubarrones del legado de Lula

El Tribunal Supremo de Brasil comenzó este jueves las audiencias por un caso de corrupción y compra de votos en el 2005. El proceso podría empañar el legado del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva e incluso los logros de la actual presidenta, Dilma Rousseff.

2 de agosto de 2012

Si el tratamiento del cáncer de laringe que le fue diagnosticado a Luiz Inácio Lula da Silva a finales del año pasado parece haber sido exitoso, los próximos días no se perfilan nada sencillos para el exmandatario.
 
De hecho, el artífice del "milagro brasileño" ha sido alcanzado por el caso conocido en su país como el 'mensalao' ("la gran mesada") por las sumas de hasta 10.000 dólares con las que supuestamente se corrompía a los políticos durante su gobierno.
 
Estos casos de aparente corrupción dieron paso a un proceso que, por los altos cargos que ocuparon los implicados, está siendo llevado por el Tribunal Supremo (STF por su sigla en portugués), que es la máxima instancia judicial de este país.
 
Entre los acusados hay tres exministros y 35 empresarios y políticos de su movimiento, el Partido de los Trabajadores (PT), lo mismo que varios miembros del partido del Movimiento Democrático Brasileño, el Partido Progresista, el Partido Laborista Brasileño y el Partido de la República.
 
Aunque Lula no está acusado de ningún delito, ha sido cuestionado por haberse reunido en mayo con el juez del STF, Gilmar Mendes, quien dijo a algunos medios locales que el expresidente pidió un aplazamiento del juicio hasta después de las elecciones municipales de octubre, para así ayudar al PT en las urnas.
 
Lula, que dejó en el 2011 el cargo de presidente con un 87 por ciento de aprobación, confirmó que se había reunido con Mendes, pero negó la acusación.
 
Pese a las sombras que arroja sobre uno de los gobiernos más exitosos de la historia reciente de Latinoamérica, el juicio también está siendo aclamado como una señal de buena salud política en un país con un servicio público marcado por la corrupción y la impunidad.
 
Debido al solapamiento de los 1.089 cargos, los jueces decidieron juntar a los acusados en un solo caso. Los cargos incluyen corrupción, lavado de dinero, malversación de fondos públicos, peculado y asociación ilícita.
 
El STF ha calculado que el proceso demandará por lo menos quince sesiones hasta llegar al momento de la sentencia, que se prevé para mediados de septiembre próximo.

Por ahora, la primera audiencia del caso, que se refiere a una supuesta red de sobornos en el Parlamento y a una financiación ilegal de campañas políticas, estuvo marcada por la primera derrota de la defensa, la cual fracasó en un intento de separar el proceso en 38 juicios distintos.
 
El fiscal general Roberto Gurgel describió el caso como "el ardid de corrupción y malversación de fondos públicos más audaz y escandaloso que se ha visto en Brasil", según su última declaración oficial antes del comienzo del juicio.

De cualquier modo, Lula se excusó de hacer comentarios y declaró que ni siquiera pretende seguir el desarrollo del juicio, porque tiene, según dijo, "cosas más importantes que hacer".

Sin duda, este episodio trata sobre un nuevo caso de acusaciones de corrupción contra un exmandatario latinoamericano con grandes niveles de popularidad. Así mismo es un importante revés para la izquierda latinoamericana, que tiene en Lula uno de sus exponentes más competentes y apreciados en el contexto internacional.