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| Foto: A.F.P.

NICARAGUA

El nuevo Somoza

Nicaragua cumplió cabalmente su representación teatral de una democracia.

12 de noviembre de 2016

Nicaragua cumplió cabalmente su representación teatral de una democracia. Como estaba en el libreto, el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, consiguió su cuarto mandato (tercero consecutivo) con un aplastante resultado del 72,5 por ciento de los votos, un logro escaso si se tiene en cuenta que competía solo, pues con una controvertida decisión judicial su gobierno se deshizo de los candidatos opositores más opcionados. Valiéndose de esta maniobra autoritaria, el líder sandinista y su esposa, Rosario Murillo, ahora vicepresidenta de la nación, se aseguraron cinco años más en el poder. Ortega, un exguerrillero que combatió contra la dictadura de Anastasio Somoza, está recreando una dinastía dictatorial con varios familiares en altas esferas de poder y no parece que esta situación vaya a cambiar. A diferencia de otros regímenes de ese estilo como el chavismo en Venezuela, el orteguismo gobierna en Nicaragua con la aquiescencia del sector empresarial, que ha sido beneficiado por un crecimiento económico facilitado por la dictadura. Esto, en buena parte, por la financiación de Venezuela (en 2014, ese país giró el 5 por ciento del PIB nicaragüense), pero que con la caída del petróleo ha empezado a disminuir. A futuro, no sería extraño que empeore la hasta ahora estable situación económica y la dictadura termine en un caos social.