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“No hago programas para el poder”

Con sus denuncias de lavado de dinero y corrupción, Jorge Lanata hace temblar al kirchnerismo. SEMANA lo entrevistó.

8 de junio de 2013

Jorge Lanata no se cansa de batir récords de rating con su programa dominical Periodismo para todos, que tiene electrizada a Argentina con sus denuncias de corrupción contra el kirchnerismo. Fundador del diario Página/12, periodista ineludible desde el retorno a la democracia, nadie parece ser capaz de pararlo. En un intento desesperado, el domingo pasado el gobierno programó un partido de Boca Juniors a la misma hora de su show. En vano. Se disfrazó de futbolista y ridiculizó el intento. Habló con SEMANA entre libros, ceniceros y cigarrillos en su apartamento de Buenos Aires. 

SEMANA: ¿Cómo explica que un programa político haya tenido más rating que una telenovela o un partido de fútbol?

JORGE LANATA: En Argentina un programa político mide tres puntos de rating y nosotros estamos por los 20 y hasta 30. A veces uno dice cosas que la gente no está dispuesta a escuchar, y cuatro años después dice lo mismo y la gente lo escucha. Porque cambió el contexto, el gobierno perdió la iniciativa política, la situación económica y social se deteriora, lo cual provoca un cambio en el mal humor social y hay más interés por denuncias de corrupción. Ayuda que el programa tenga mucho humor, es nuestra obligación entretener, pero con inteligencia. El humor es popular y políticamente incorrecto, porque los políticos aceptan que los denuncies, pero no que te rías de ellos, son tan solemnes y se creen tanto su propia mentira, que no soportan que no los tomes en serio.

SEMANA: ¿Cómo se explica que el programa lo vean no solo los especialistas en política, sino trabajadores que al otro día se levantan a las cinco de la mañana?

J. L.: Mi desafío es hacer un programa que pueda entender una empleada o un periodista, que les interese a ambos, porque pienso en la gente, no hago programas para el poder.

SEMANA: Usted abrió una caja de Pandora con sus denuncias ¿Hasta dónde piensa llegar? 

J. L.: No lo sé. Pensé que esto terminaba en Lázaro Báez (empresario ligado a los Kirchner) pero ni el gobierno ni yo estamos manejando lo que pasa. Aparece gente que habla, hay cada vez más pruebas, van avanzando en la investigación judicial, se está confirmando todo lo que dijimos, porque la caja fuerte en la casa de Cristina existe y habló el arquitecto que la construyó, los bolsos con plata fueron confirmados por Miriam Quiroga, la exsecretaria de Néstor Kirchner, la Justicia va a indagar a Lázaro Báez por extorsión, se les empiezan a desarmar las coartadas. Ya no sé cómo sigue la historia, ya no depende de mí. Lo grave es que le pedí a la presidenta que nos desmintiera, pero nunca habló.

SEMANA: Mostró los planos de la bóveda en la casa de la presidenta. ¿Hasta qué punto va a afectarla?

J. L.: Se puede pedir un juicio político, pero no hay un solo fiscal en Argentina que se anime a pedir el allanamiento de la casa. El gobierno tiene un control centralizado de la Justicia y la mayoría de estas causas caen en jueces del gobierno.

SEMANA:¿Qué diferencias ve entre la década kirchnerista y la menemista?

J. L.: Son corrupciones distintas. En el menemismo peleaban el 10 por ciento, el 15, el 30. Esta gente participa en las empresas. “Si  vos querés una autopista, me das el 5 por ciento de la empresa y yo paso a cobrar todos los meses”, les dicen. Me lo contaron empresarios que lo hicieron. Eso les permite tener un control de las empresas, forman parte de las juntas directivas y eso les da muchísimo dinero. En toda mi carrera nunca vi el nivel de corrupción que hay ahora, estamos hablando de gente que tiene mucha plata, 100, 200, 500, 1.000 millones de dólares.

SEMANA: ¿No tiene miedo?

J. L.: Sí, pero me sobrepongo, si no, estaría loco. Adoro mi carrera, no me gusta estar con custodia, ando por la calle sin problemas, sin vidrios polarizados. Estoy muy expuesto, y si me tropiezo, el gobierno se tiene que cuidar de que no me pase nada porque todo el mundo lo acusaría.

SEMANA: Dicen que usted se vendió al grupo Clarín después de haber sido un periodista independiente.

J. L.: Hay dos maneras de verlo: que me vendí a Clarín, o que les gané y tuvieron que llamar a su peor enemigo porque me necesitan. Yo no puedo trabajar en ningún otro medio porque los demás canales están con el gobierno. En ese sentido, el gobierno nos terminó uniendo.  Yo soy yo antes de Clarín y seré yo después de Clarín. Al comienzo del gobierno de Néstor, Clarín era kirchnerista, después se pelearon, hoy las coincidencias objetivas nos unen. El día de mañana cambia el gobierno y Clarín se hace no se qué y si no estoy de acuerdo no me voy a morir ahí, es un trabajo. Yo quiero hacer el programa que tengo ganas y no me importa dónde esté.