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NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE

El canciller D'Escoto recurre al ayuno como arma política

12 de agosto de 1985

El ayuno de líderes religiosos o políticos (y ¿por qué no religioso-políticos?) no constituye una novedad histórica. En este siglo el Mahatma Gandhi colocó al ayuno y la oración a la vanguardia de una estrategia de resistencia no violenta contra el colonialismo británico, primero, y contra las graves disensiones internas que sucedieron a la independencia de la India, después.
Ilustres defensores de los derechos humanos, como el argentino Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz guerrilleros, como los del IRA irlandés y hasta jefes de Estado, como el presidente boliviano Hernán Siles Suazo, han recurrido a la huelga de hambre como sacrificado recurso final para hacer oir sus reclamos a la comullidad internacional.
En la noche del domingo 7 de julio, en una humilde iglesia de madera de un suburbio popular de Managua, el canciller nicaraguense, padre Miguel D'Escoto Brockmann, de 52 años decidió ayunar por tiempo indefinido "Como una oración profética para que se ponga fin al terrorismo de Estado del gobierno de los Estados Unidos contra Nicaragua"; "para acompañar en el dolor a mi pueblo"; "como apelación a los hombres de buena voluntad de Estados Unidos, América Latina y el mundo", a quienes pide acciones concretas que eviten nuevos ataques de Washington y para exhortar a sus compatriotas a una "insurrección teológica", que se sume a otros esfuerzos por la paz y la independencia que se dan en "las trincheras militar, económica, diplomática y jurídica".
D'Escoto, quien durante seis años al frente de la cancillería sandinista ha demostrado ser un hábil diplomático, ha decidido esta vez, mediante un acto de indudable resonancia emocional, poner en primer plano su condición de sacerdote, de hombre de fe.
Condición que precisamente, tras un largo debate con el Vaticano, fue severamente recortada por la Curia romana la cual le impidió--junto a otros tres sacerdotes que integran el gobierno sandinista--oficiar en plenitud administrando los sacramentos.
El padre D'Escoto, sin embargo consultó la dramática decisión con su obispo y el superior de la orden Maryknoll a la que pertenece, "después de un largo proceso de oración y discernimiento".
Su gesto, que podría llegar a tener consecuencias dramáticas y aun fatales porque es un hombre decidido a ir hasta el final, no aparece, pese a todo, como un desafío al poder papal.
Antes bien, se preocupó por aclarar, en el documento donde se explican las razones del ayuno, que invita al "Santo Padre a nuestros obispos y a los líderes religiosos de Nicaragua y del mundo a que nos acompanen en este acto de oración profética".
¿Qué dice el gobierno sandinista sobre este sacrificio de uno de sus cuadros más capaces experimentados, en una hora crucial en la que sus servicios son indispensables? Avala sin duda. El propio presidente de la República, Daniel Ortega, se hizo presente en la iglesia de monseñor Lezcano para expresar apoyo personal e institucional a uno de sus colaboradores más valiosos.
La estructura de la Cancillería, aparentemente, puede seguir adelante con las tareas más urgentes a través de sus vicecancilleres, Nora Astorga y Victor Hugo Tinoco, este último a cargo de la relación con el Grupo de Contadora.
Por otra parte, conviene recordar que algunas acciones claves en el plano diplomático han recaído, en fechas recientes, en el vicepresidente Sergio Ramírez, quien ha recorrido América Latina, buscando apoyo para detener una invasión inminente.
Pero lo decisivo es que el padre D'Escoto asumió tan grave determinación en función de un objetivo político superior: provocar un impacto emocional interno que galvanice la unidad del pueblo nicaraguense en torno de la defensa (lo que él llama en su documento "la insurrección evangélica") y generar comprensión en la opinión pública internacional, particularmente en la de Estados Unidos país que conoce muy bien, ya que alli vivió ejerciendo el sacerdocio.
El discurso religioso del sacerdote --que para algunos observadores revela algunos matices de desesperación--forma parte de una nueva batalla contra Reagan y los sectores religlosos que apoyan al Presidente norteamericano: la batalla ideológica.
D'Escoto lo dice en su documento, al explicar su método de protesta "como una forma de desenmascarar a quienes abusivamente, se han autoproclamado defensores de los más sagrados valores judeo-cristianos y pretenden justificar con ellos su inmoral y cruel guerra contra Nicaragua ".
El gesto no pasó inadvertido: a pocas horas de iniciada la huelga de hambre comenzaron a llegar telegramas de adhesión de distintas organizaciones cristianas de Estados Unidos y América Latina. Y algo más sugestivo y menos previsible: voceros de dos partidos opositores, el liberal independiente Juan Manuel Gutiérrez y el popular social cristiano, Luis Humberto Guzmán, elogiaron el sacrificio del sacerdote ministro.
Gutiérrez llegó a afirmar que el ayuno del padre D'Escoto era "un acto de sacrificio y una demostración de amor a Nicaragua".-
M. Bonasso