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NO SOMOS MACHOS...

Problemas políticos y deportivos producen los "hooligans" a la señora Thatcher.

18 de julio de 1988

Cualquier visitante desprevenido habría podido pensar que en Francfort se estaba anunciando un huracán el jueves pasado. A toda prisa y como si el fin del mundo se estuviera aproximando cientos de tenderos estaban clavando tablas y colocando refuerzos de plástico enfrente de cuanta vitrina o puerta de vidrio hubiera. En cuestión de horas, los almacenes ubicados en el centro de la ciudad alemana quedaron protegidos para resistir al embate de los elementos.
Claro que en este caso no se trató de los elementos naturales. La razón del pánico en Francfort tuvo que ver con la llegada de los temidos "hooligans", los violentos hinchas del fútbol venidos de Inglaterra, quienes estuvieron la semana pasada en Alemania Federal con ocasión de la celebración de la Copa Europea de Naciones. Tal como se ha vuelto corriente en estas ocasiones, los "hooligans" volvieron a hacer de las suyas. En Stuttgart y en Dusseldorf -sitios donde jugó Inglaterra antes de seguir a Francfort- hubo decenas de incidentes: choques con la Policía, peleas en bares, destrucción de autos y de vitrinas, fanáticos borrachos vómitando y orinando en plena calle, y otros "detalles" por el estilo.
El nuevo ataque de "hooliganitis" acaparó de nuevo la atención de la prensa que todavía no ha olvidado la tragedia del estadio de Heysel, en Bruselas, cuando en 1985 los hinchas del club Liverpool atacaron a los del Juventus, dejando un saldo de 39 personas muertas. Como consecuencia de la tragedia, los clubes ingleses fueron suspendidos de la UEFA (la Asociacián de Fútbol Europeo) y dejaron de competir en el Viejo Continente.
Esa prohibición de jugar debía ser levantada en el segundo semestre de este año. Días antes del comienzo del torneo europeo en Alemania, los directivos de la Federación Inglesa de Futbol se mostraron optimistas sobre la vuelta de sus clubes a las competiciones internacionales.
El espíritu positivo, sin embargo duró poco. A pesar de las medidas de vigilancia tomadas por la policía alemana, los hinchas ingleses no tardaron en salirse de control. Si bien los "hooligans" fueron tan solo una minoría del total de los partidarios de Inglaterra, los destrozos fueron suficientes para convertir el tema en un problema de Estado. La prensa inglesa describió con grandes titulares los excesos de los "hooligans" y la primera ministra, Margaret Thatcher convocó una reunión del más alto nivel para tomar medidas contra la violencia. Tal como dijera el ministro del Interior británico, Douglas Hurd "tenemos claro que los actuales sistemas de control no son suficientes han de ser reforzados".
La solución, por lo tanto, va a ser la de la mano dura. Por el momento el veto a los clubes ingleses en Europa se va a extender durante al menos otro año y medidas similares estan por venir. Entre otras, el gobierno de la Thatcher está estudiando la posibilidad de negarle la salida del país a los "hooligans" reconocidos y de aumentar las penas por vandalismo.
Los líos se acabaron desarrollando en las calles de la ciudad. Tanto en Stuttgart como en Dusseldorf los encuentros entre los partidarios de las diferentes naciones hicieron todavía más complicado el problema. Incluso la misma policía alemana culpó a los partidarios de la selección de la RFA de haber provocado a los ingleses y de haber causado la mayoría de los destrozos. Al cabo del partido entre Inglaterra y Holanda (que venció por tres goles a uno), los fanáticos del equipo naranja también se dedicaron a romper vitrinas. "Nos estan echando la culpa de todo", comentó desolado un hincha londinense.
La relativa injusticia contra los ingleses parece, no obstante, justificada. Los críticos de los "hooligans" reiteran que aunque otros aficionados también se comportan en forma violenta, las cosas pasan a mayores sólo cuando hay ingleses alrededor. "El temperamento violento de los partidarios ingleses se transmite con impresionante facilidad" sostuvo la semana pasada un sociólogo interrogado por la televisión.
Sea como sea, lo cierto es que más medidas restrictivas están por venir. Aparte de las ideas de exigir un carnet personal e intransferible a cada espectador que vaya a un estadio, hay gente que está proponiendo que los partidos sólo puedan ser vistos por televisión. Cualquier decisión, tomará su tiempo. Sin compromisos por fuera en lo que resta de este año, los clubes y la selección inglesa tienen tiempo para pensar. La próxima cita afuera del combinado nacional será en marzo en Albania, donde lo más probable es que la mano fuerte del régimen comunista no deje entrar a ninguno de los "hooligans" que la semana pasada asustaron tanto a los tenderos de Francfort. Por supuesto, nadie cree que haya que llegar hasta allá para acabar de una vez por todas con la violencia de los hinchas de fútbol. ¿O si?