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NO TE RAJES

Se reunen en México el gobierno, la guerrilla y los políticos salvadoreños, en positivo avance hacia la paz.

27 de marzo de 1989

El pasado lunes 21 de febrero un autobús de pasajeros, escoltado por dos automóviles Dodge Dart blancos, se detuvo frente a la entrada principal del balneario Oaxtepec, a unos 60 kilómetros de la capital de México.
De los coches bajaron varios señores vestidos con traje y corbata y portando inconfundibles walkie-lalkies. De inmediato fueron abordados por la marea de periodistas que se habían trasladado, no sin buenas razones, hasta el centro vacacional.
"¿Dónde se reunen los políticos salvadoreños?" fue la pregunta más reiterada a los hombres de los Dart. La respuesta textual fue antológica: "No sé de qué me habla, no vamos a ninguna reunión. Traemos una excursión de señoritas secretarias".
Pocos minutos después, del autobús de las "señoritas secretarias" descendían los representantes de los doce partidos políticos del El Salvador y del Frente Farabundo Martí para la Liberacion Nacional (FMLN). Y pasaban a hospedarse en el hotel "El Tepozteco" .
Durante dos días, comandantes guerrilleros y varios de sus enemigos históricos de la democracia cristiana y de la ultraderechista Arena, convivirían, desde el desayuno hasta la cena en procura de un objetivo muy loable y racional: llevar la paz al Pulgarcito de América, al país más pequeño del continente que se desangra desde hace más de ocho años en un guerra civil que ya ha costado 70 mil muertos y cientos de miles de refugiados.
La cumbre, que volvió a ubicar a México como país anfitrión de las negociaciones centroamericanas en ravor de la paz, no concluyó con el acuerdo ideal buscado por el FMLN, que consistía en la suspensión hasta septiembre de las elecciones presidenciales fijadas para el próximo 19 de marzo, pero supuso un gran triunfo político diplomático para la coalición rebelde.
Todo el espectro político de El Salvador (desde la izquierda revolucionaria hasta la ultraderecha) se hizo presente en Oaxtepec, con lo que confirió tácitamente legalidad a unos beligerantes que han ofrecido dejar las armas, integrarse a la lucha política y reconocer un solo ejército, siempre y cuando se castigue a los culpables de las matanzas y asesinatos que dieron origen a la larga y cruenta guerra, como el crimen perpetrado contra el arzobispo Oscar Arnulfo Romero, y siempre que las fuerzas armadas se profesionalicen y se subordinen a los designios democráticos.
En el corto plazo, el FMLN ofrece reconocer plenamente a quien resulte elegido en las próximas elecciones, si éstas se realizan dentro de un lapso mayor al actual para garantizar inevitables modificaciones a la ley electoral vigente y se asegure la sobrevivencia y libre actuación para todas las fuerzas políticas.
En Oaxtepec, Julio Adolfo Rey Prendes, ex ministro de Comunicación del presidente José Napoleón Duarte y actual líder de una fracción disidente de la democracia cristiana fue designado por todos los participantes para anunciar que los partidos políticos se comprometían solemnemente a "considerar globalmente" la propuesta pacificadora del FMLN y a propiciar un encuentro entre el gobierno y la insurgencia. Aclaró, sin embargo, que no había consenso entre los partidos para acordar una prórroga del proceso eleccionario.
El avance hacia la paz, coincidente con los acuerdos tomados por los cinco presidentes centroamericanos en otro balneario, el de la Costa del Sol en el Pacífico salvadoreño, es verdaderamente espectacular y pareciera indicar que el clima bélico imperante en la región durante la era reaganiana, experimentará una sensible mejoría durante el reinado de George Bush. Ya sea porque el nuevo mandatario norteamericano habría decidido moverse con mayor cautela y pragmatismo o bien porque las pulsiones pacifistas de los propios protagonistas son extremadamente fuertes. Los pueblos centroamericanos están hartos de una sangría que les ha costado en conjunto más de 200 mil muertos en la última década y contribuye a tornar aún más penosa una situacion económica y social signada históricamente por la inequidad y la miseria.
Su esperanza parecía reflejarse en los ojos enormes y tiernos de Lilia, la pequeña hija de la legendaria comandante Ana Guadalupe Martínez, una de las representantes del FMLN en el cónclave de Oaxtepec. Cargada en brazos de una sonriente mamá guerrillera, Lilia miraba a todos los concurrentes, aceptaba silenciosa los mimos, se dejaba fotografíar azorada y parecía interrogar sin palabras por el destino que los adultos de hoy reservan a su generación .