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NORIEGA CONTRA-ATACA

La comisión de la OEA visita el istmo y el hombre fuerte retoma la ofensiva.

26 de junio de 1989

La semana pasada visitó Panamá la comisión nombrada por la OEA para evaluar la situación del país tras las fallidas elecciones presidenciales del pasado 7 de mayo, con el encargo de presentar un informe antes del 6 de junio a la reunión de consulta, que permanece abierta mientras subsista la actual crisis. Integrada por el secretario general de la OEA, el brasileño Mario Baena Soares, y por los cancilleres Diego Cordovez, de Ecuador; Mario Palencia, de Guatemala, y Sahadeo Basdeo, de Trinidad y Tobago, la comisión se entrevistó con las autoridades y con las fuerzas de la oposición, pero dejó bien clara su tarea exclusivamente mediadora y se negó a declarar el triunfo de la oposición en los anulados comicios.
Tal vez con el entusiasmo de su triunfo momentáneo, el general Manuel Antonio Noriega reapareció para defenderse de los ataques que recibe desde casi todo el espectro político. "No me iré mientras Estados Unidos se entrometa en los asuntos internos de Panamá. Hoy somos nosotros el objetivo de la agresión pero mañana puede ser cualquier otro país latinoamericano". Tras documentar durante más de tres horas ante la comisión especial de la OEA la injerencia estadounidense,Noriega recibió a la prensa en la tarde del miércoles 24 de mayo con una amplia sonrisa y expresiones de confianza.
Calificó de "muy positivo", el encuentro, por la oportunidad de "reafirmar principios y conceptos respecto de la agresión extranjera, que causó el deterioro y la pérdida de oportunidades políticas en el país",y dijo que pudo suministrar "un detallado informe sobre las violaciones al tratado Torrijos-Carter (para la devolución de la zona del canal), respecto del bloqueo económico impuesto por la Casa Blanca y acerca de la presencia militar provocativa del Pentágono". Y añadió: "les hemos dicho nuestra verdad, como personas civilizadas; nos dedicamos a señalarles el problema de la agresión estadounidense contra Panamá. Lo hicimos con documentos en la mesa".
Objeto de una vasta y tenaz campaña de desprestigio manejada desde Washington a partir de mediados de 1987 -en la que se sumaron las acusaciones de promover el narcotráfico haber convertido a su país en el paraiso del lavado de dinero ilegal, actuar como agente doble de la CIA y el gobierno cubano y proveer de armas y logística a las guerrillas salvadoreña y colombiana-, el general Noriega se convirtió en el objetivo de un operativo desestabilizador de la administración norteamericana.
En una entrevista reservada a un grupo de corresponsales extranjeros (en medio de estrictas medidas de seguridad), el controvertido "hombre fuerte" panameño (en favor del cual hasta sus propios defensores abogan con reticencia, más por el símbolo en que lo transforma el ataque norteamericano que por convicción profunda) definió así los móviles de Washington: "Quieren que Panamá quede nuevamente en sus manos y consolidar su presencia militar en el área, clave de su dominio hemisférico, más allá de año 2000, fecha en que según el tratado Torrijos-Carter deben devolvernos la zona del canal". Sostuvo que la campaña de presiones comenzó con la visita de John Poindexter (titular de Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos bajo la administración de Ronald Reagan y hoy procesado por el escándalo Irán-contras "quien vino a exigirme que participaramos en una loca aventura contra Nicaragua, que fuéramos la punta de lanza de la agresión:cuando dijimos que no, sabíamos que nos jugábamos todo". Y agregó:"Si Panamá hubiera dicho que sí a la prolongación de las actividades de la Escuela de las Américas en la zona del canal a la invasión contra Nicaragua, a la intervención en Centroamérica y a cuanta cosas nos pidieron, ahora seríamos el Hawai de sus tropas".
En cuanto a la devolución de la zona del canal el general Noriega dijo que resulta evidente la voluntad norteamericana de desconocer el tratado Torrijos-Carter, cada vez más aguda a medida que se van cumpliendo los plazos estipulados. "Por eso necesitan un gobierno dócil, unas fuerzas armadas dúctiles, sin ningún rasgo de nacionalismo,para llegar al año 2000 controlando ellos la situación y para no tener que enfrentarse con la decisión de un país que quiere recuperar su soberanía y no acepta ningún status neocolonial", insistió. Más adelante, respecto de la posibilidad de una intervención militar directa del Pentágono, dio a entender que "quienes juegan con candela se queman " y dijo que "las tropas de refuerzo norteamericanas trajeron equipos que no sirven para una invasión limitada en un escenario como el panameño", pero expuso sus temores en el sentido de que "nada se puede descartar dentro de las leyes de las probabilidades y de la insensatez". Tras recordar la invasión de los años 20, cuando se quedaron seis años con el pretexto de defender a un ganadero norteamericano supuestamente amenazado, y otras intervenciones directas e indirectas, Noriega puso de manifiesto los intereses geopolíticos y geoestratégicos que justifican el actual operativo "El canal, de construcción antigua, tiende a caer en la obsolescencia pero sigue siendo un paso comercial clave. Además, los 74.500 kilómetros cuadrados de la zona del canal son una posición central hacia el norte y el sur de América, con vigencia hacia el Atlántico y el Pacífico, abarcando también el Caribe, lo que la constituye en un factor de estrategia política y militar para un imperio que necesita controlar todo el hemisferio".
Según Noriega "la invasión limitada ya es un hecho, pero todos sabemos que si entran en acción en las áreas civiles las repercusiones son imprevisibles e inmanejables hasta con los más sofisticados sistemas computarizados. Desgraciadamente ellos se montan en esquemas obsesivos y esto los lleva a cometer errores y a no poder siquiera manejar sus proyectos de guerra de baja intensidad. En Panamá, por otra parte, las Fuerzas de Defensa evolucionaron con Torrijos y ahora tienen otra dimensión y calidad, y están identificadas con el pueblo. Poindexter se quejaba de que éramos un mal ejemplo para los militares de América Latina. Ellos saben que, con virtudes y defectos, somos una muralla nacionalista contra sus intenciones de preservar el colonialismo. Si alguien quiere engañarse con la desinformación y pensar que el objetivo de esta guerra es Noriega, que se engañe, pero aquel país que crea que está ajeno se equivoca y quedará expuesto con debilidad a un incierto futuro de sumisión".
Por último, el general Noriega reflexionó: "En cuanto a la decisión de Estados Unidos, todo es posible. También sé que pueden actuar los comandos y lo tenemos previsto. Es un riesgo que tenemos que correr, pera también ellos. Esperamos que impere la razón, que haya soluciones, porque sabemos que en Panamá ahora se está decidiendo el futuro de América Latina. Nadie puede quitarnos el derecho a defender nuestra soberanía y nuestro futuro a costa de nuestra vida o de lo que sea necesario. No somos el primer país al que se deja solo,pero la dignidad nunca está sola".
Evidentemente Noriega sólo se refirió a los puntos que más le convenían, que es precisamente lo que se esperaba en las circunstancias. El pulso entre el hombre fuerte de Panamá y los Estados Unidos sigue, y el pueblo panameño se encuentra entre dos fuegos.