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"Nos equivocamos"

Bush y Blair abren investigaciones sobre la inteligencia respecto a las armas de Irak. ¿Cortinas de humo?

8 de febrero de 2004

Despues de 1991 nunca hubo armas de destrucción masiva en Irak. Todos los informes que hablaban de instalaciones nucleares, laboratorios móviles, compras de uranio a Africa, despliegue de armas biológicas en 45 minutos, almacenamientos de misiles automáticos, cilindros para gases venenosos y vínculos de Hussein con Osama Ben Laden estaban equivocados. "Creo que nos equivocamos en casi todo", reconoció el inspector de armas David Kay ante el Senado estadounidense después de entregar su renuncia.

Pero nada de esto es grave para el presidente George W. Bush, para quien la guerra se justificaba por la amenaza que suponía Saddam Hussein para el mundo. Eso sí, el Presidente dice estar interesado en esclarecer los hechos que condujeron al error y por eso ordenó una investigación bipartidista. En Gran Bretaña, el primer ministro Tony Blair siguió su ejemplo y al cierre de esta edición ya se escuchaban demandas para que España y Australia hicieran lo mismo.

En España, el secretario general del Partido Socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, exigió al presidente del gobierno José María Aznar y a su candidato a sucederlo Mariano Rajoy que expliquen las "falsedades y manipulaciones" por las que apoyaron la intervención en Irak. La opinión se opone a la presencia española allì, a las bajas y las fallas de inteligencia, lo que puede costarle el poder al partido de Aznar.

En Estados Unidos, esto no es tan claro. Bush explicó que la investigación seguirá el modelo de la comisión Warren, la que investigó el asesinato de John F.

Kennedy, un caso que sigue siendo el gran misterio del siglo XX. Los resultados de la nueva Warren sólo se presentarán en 2005. Es decir, después de unas elecciones que podrían sentar a Bush por otros cuatro años en la oficina oval. La investigación no le va a arrebatar la presidencia.

¿Servirá al menos para descubrir la verdad? Tal vez no. John Quigley, profesor y autor del libro Engaños para la guerra, dijo a Semana que "la investigación tiene la intención de dirigir la atención hacia las agencias de inteligencia para así desviarla de la Casa Blanca". Pero no es claro que los organismos de seguridad tengan la culpa.

Para empezar, la CIA advirtió varias veces exageraciones y mentiras en la justificación de la guerra. Por ejemplo, antes de que Bush diera el famoso dato falso de la compra del uranio en Níger durante su discurso del Estado de la Unión en enero de 2003, varios funcionarios de la CIA advirtieron a la oficina del vicepresidente Dick Cheney y de la consejera de seguridad

Condoleezza Rice que esta información se basaba en documentos falsificados. Greg Thielmann, ex director de asuntos militares y de proliferación del Departamento de Estado, también dijo en su momento a

SEMANA que su oficina le había hecho saber esto al secretario de Estado Colin Powell desde marzo de 2002.

Además, aunque Kay lo niega, hay pistas de que las mentiras tuvieron que ver con presiones de la Casa Blanca. Se sabe que la CIA preparó un informe para el discurso de Powell ante la ONU, el cual pasó antes por la oficina de Dick Cheney, donde se elaboró un resumen, pero a este le agregaron varios datos sin confirmar. Powell en persona, junto con agentes de la CIA tuvieron que sentarse a corregir las imprecisiones hoja por hoja. Entonces se reportó que Powell se había referido al informe como "pura mierda". En particular, la Casa Blanca había incluido que Hussein poseía un software capaz de hacer un mapa del este de los Estados Unidos y de programar un misil de alta precisión.

De hecho, la revista Newsweek ya había publicado una entrevista con el informante de la CIA Hussein Kamel, el cuñado que Hussein terminó asesinando por traición, donde contaba que su pariente había ordenado destruir todo el arsenal en 1991. Lo curioso es que los informes que ahora se reconocen como falsos recogían lo que Kamel dijo sobre las tácticas de engaño de Hussein, pero no daban fe de su confesión de la destrucción de las armas.

¿Quiere decir esto que la guerra no tenía ninguna justificación? Después de oír a Kay, el propio Powell enfrió su apoyo a ésta. En una entrevista a The Washington Post, dijo que si hubiera sabido que los arsenales prohibidos habían sido destruidos desde 1991, tal vez no habría recomendado la ocupación de Irak. A la pregunta de qué habría hecho de tener entonces la información que hoy se conoce, respondió: "No lo sé, porque el arsenal era la última pieza que hacía más real e inmediato el peligro y la amenaza a la región y al mundo".

Pero más adelante, Powell aclaró que en todo caso la guerra, que permitió el cambio de régimen en Irak, fue la decisión correcta. Para él la inexistencia de las armas no hace de la ocupación algo injustificado, pues era claro que Hussein sí tenía la intención de volver a armarse. "Saddam Hussein tenía esa clara intención -nunca la perdieron-, una intención que se manifestó varios años atrás cuando en efecto usaron esas armas horribles contra sus enemigos en Irán y contra su propia gente", dijo.

Pero aún concediendo que esto sea cierto, es problemático justificar una guerra con base en las intenciones de un actor. ¿Se justificaría invadir Venezuela porque un espía norteamericano revela que Hugo Chávez desea convertirse en el emperador de la Nueva Gran Colombia? Aunque suena ridículo, en la entrevista por momentos Powell parecía un adivino más que un Secretario de Estado: "Creo que la comunidad no habría podido mantener a Hussein contenido. El habría violado las obligaciones y habría vuelto a producir esas armas", aseguró.

Para completar, en muchos casos fueron aseveraciones precisas sobre las armas de

Hussein y no inferencias sobre sus intenciones las que convencieron a muchos congresistas de votar por la guerra. Un ejemplo de mentira analizada por The Washington Post es la de la existencia de misiles UAV : "No sólo me dijeron que Hussein tenía armas de destrucción masiva y que tenía los medios para usarlas a través de vehículos no tripulados UAV, sino que tenía la capacidad de transportar esos vehículos fuera de Irak y amenazar la seguridad de Norteamérica al mandarlos específicamente a la costa este. Yo creí que se trataba de una amenaza inminente", dijo al diario el senador Bill Nelson.

Es claro que la guerra se justificó con unos informes que hablaban de armas y que resultaron falsos. Bush, Blair y Aznar culparán a las agencias de seguridad por el error y se inventarán nuevos argumentos para seguir defendiendo la guerra. Sólo sus electores podrán decirles que ni creen en su inocencia ni en sus nuevos argumentos.