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NUEVAS REVELACIONES

Después de su operación de la próstata, Reagan tiene que afrontar de nuevo el Contra-Irangate

9 de febrero de 1987

El tradicional dicho de "año nuevo, vida nueva", constituyó para el presidente Ronald Reagan en 1987, una verdad, pero a medias. Si por una parte salió bien librado de la operación de próstata que le practicaron y los 4 pólipos que le fueron extirpados del colon no resultaron ser cancerosos, los problemas que había dejado pendientes el año anterior, lejos de solucionarse se har agudizado aún más.

A pocas semanas de su cumpleaños No. 76, si el diagnóstico de salud de Presidente--según sus médicos--es más que aceptable, no puede decirse lo mismo de su diagnóstico político.

El Presidente no sólo ha tenido que empezar a afrontar ya los requerimientos del nuevo Congreso con mayoría demócrata instalado la semana pasada, sino que además sigue sumido en la aguda crisis de credibilidad que le creó el destape del escándalo del Contra-lrangate y que lo sigue llevando cuesta abajo en los índices de popularidad.

Las comisiones creadas para investigar el escándalo de las armas a Irán y el envío de fondos a Nicaragua no se han detenido ni un solo día en sus pesquisas. Y a medida que van arrojando resultados, en lugar de ir dilucidando incógnitas parecen ir aumentando.

La semana pasada el centro de atención fue el reporte de la Comisión de Investigaciones del Senado. La Casa Blanca y los propios senadores, particularmente los demócratas, se enfrascaron en una aguda discusión sobre la conveniencia o no de revelarlo y ante todo saber si era posible a no derivar conclusiones de él.

Mientras los miembros de la administración solicitaron reiteradamente al Senado su publicación, convencidos de que el contenido del reporte permitía establecer que efectivamente el presidente Reagan no estuvo involucrado en la decision de desviar los fondos de la venta de armas a Irán para financiar las actividades de los "contras", los miembros de la Comisión Investigadora se rehusaron a ello, por considerar que el informe está aún incompleto y por tanto no permite establecer conclusión alguna sobre el resultado de las pesquisas.

Al finalizar la semana, las diferencias de opinión aún no habían sido zanjadas. Pero la cadena de televisión NBC obtuvo el reporte y divulgó gran parte de su contenido. Si de lo dado a conocer por NBC no se pudo aún dilucidar el grado de culpabilidad del Presidente en el envío de fondos a lós "contras", por lo menos si se pudo deducir que la participación del almirante John Poindexter, quien renun ciara a su cargo de asesor de Reagan en el Consejo de Seguridad a raíz del escándalo, fue mayor de lo que inicialmente se dijo. Según el reporte, Poindexter rechazó una sugestión del director de la CIA William Casey de que solicitara consejo a la Casa Blanca para investigar el desvío de fondos a los antisandinistas. Y adicionalmente le manifestó al secretario general de la Casa Blanca Donald T. Regan que había perdonado el desvío porque "sentí pena por los contras".

Según oficiales de la Casa Blanca, el reporte permite además establecer que el coronel Oliver North falseó información sobre la venta de armas a Irán para sugerir que las ventas no se iniciaron sino hasta después de que el Presidente las autorizó y por tanto la decisión dependió enteramente de él.
Aunque, según documentos publicados por la misma Casa Blanca al finalizar la semana, efectivamente Reagan aprobó la venta de armas a Irán, el hecho de que el recuento de los sucesos realizado por Oliver North incluido en el expediente que tiene el Senado no fuera inexacto, llevó--según la administración--a una confusión en las investigaciones.

Aclarada oficialmente la participación de Reagan en la decisión de la venta de armas, el punto sobre el cual se centran ahora los cuestionamientos en lo relativo a la conducta del Presidente es si éste sabía del dinero a los "contras". Según una versión publicada el viernes pasado por el New York Times los asesores del Presidente escribieron en septiembre un memorándum preparatorio para una reunión con el primer ministro de Israel Shimon Peres, en el cual le comunicaron a Reagan que los servicios de inteligencia habían descubierto que Israel estaba enviando embarques de armas a los rebeldes nicaraguenses.

De acuerdo con las fuentes consultadas por el New York Times, los asesores recomendaron al Presidente en ese memorando que discutiera el hecho con Peres, pero no supieron si el Presidente lo hizo.

La existencia del memorando, confirmada al diario por un oficial de la administración, sólo abre por ahora una puerta más en el interminable laberinto en que aún tendrá que moverse el Presidente Reagan por este año y muy probablemente por lo que le resta para terminar su administración. --