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Papa Francisco. | Foto: Archivo SEMANA

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Francisco: el gran reformador

Para muchos el papa Francisco es un revolucionario y desde que se convirtió en el máximo representante de la Iglesia católica su carisma, personalidad y reformas han dado mucho de qué hablar entre católicos y no practicantes.

Andrés Palpati
11 de septiembre de 2015

Desde que ascendió al trono de san Pedro, Jorge Mario Bergoglio no ha dejado de sorprender no solo a los feligreses católicos sino al mundo entero. Con su personalidad y particular estilo de vida ha cautivado a miles de personas que han visto en él una figura de renovación para la Iglesia católica. Y no ha parado. “El papa Francisco es un revolucionario, no se había visto en la Iglesia una persona con su sencillez y fuerza de cambio”, dijo a SEMANA el sacerdote jesuita y teólogo Carlos Novoa.

En efecto, tras publicar en mayo su encíclica Laudato si’, en la que se centra en el planeta Tierra, y anunciar que los sacerdotes absolverán a todas las mujeres que han abortado, este martes Bergoglio emitió una nueva orden papal que se suma a su rosario de reformas y cambios para la institución. En ella se simplifica y acelera el proceso de nulidad matrimonial. El motu proprio (ley de iniciativa personal) busca que la declaración de nulidad sea posible después de “una sola sentencia” y, según las palabras del pontífice, atender la presión reformista de un enorme número de fieles que se estaba alejando de las estructuras jurídicas de la Iglesia a causa de la distancia física y moral.

Así pues, Francisco se mostró inflexible en que además de agilizar un proceso que hoy puede durar al menos cinco años, los trámites no tendrán costo, como tampoco lo tiene “el amor de Cristo”. Con respecto a la reforma, Kelly Velasquez, periodista de AFP que cubre el Vaticano, opinó desde Venecia: “El papa quiere desburocratizar el sistema que era un negocio, siempre se ha mostrado a favor de los pobres y justamente lo hace antes del sínodo de octubre, donde se reunirán todos los obispos para discutir acerca de la familia”; además, el sacerdote jesuita Alberto Múnera le contó a esta revista que la enmienda es solo de tipo administrativo y que no representa un cambio para la doctrina.

Pero Francisco no siempre fue el hombre de las ideas vanguardistas. De su obispado varios recuerdan que Bergoglio era un conservador y que al ascender en la Iglesia su postura cambió. “Él transformó su visión y quiso hacer lo mismo con la Iglesia que debía mirar la realidad del mundo actual y, en lo personal, creo que sintió el peso de representar a América Latina, por eso optó por sobresalir entre los demás papas”, dijo Velásquez.

De todas formas, el papa Francisco representa un punto y aparte en la Iglesia católica. Algunos lo comparan con el papa Juan XXIII, ‘el papa bueno’, al que se le atribuyen varias reformas e iniciativas como el inconcluso Concilio Vaticano II de 1959 que imprimiría a la Iglesia una orientación pastoral renovada: un acontecimiento histórico para el siglo XX. “Antes de la llegada de Francisco, la Iglesia estaba desprestigiada con el tema de la pederastia, ahora casi nadie habla del tema”, dijo Velásquez. Y es que el papa parece trabajar a toda marcha; además de querer modernizar la Iglesia por medio de la teología de la liberación, ha acercado a los católicos a sectores más progresistas ahora que la religión es menos fuerte.

Mientras que Francisco continúa su marcha para dinamizar su congregación de más de 1.200 millones de católicos repartidos alrededor del mundo, algunos sectores conservadores al interior de la Iglesia esperan a que su pontificado acabe debido a su vanguardismo. No obstante, esa minoría parece no tener mucho peso en él. Para el sacerdote jesuita Antonio José Sarmiento, las reformas que ha hecho en estos dos años de papado sí han cambiado la Iglesia en Roma; él dice: “Francisco es un gran reformador”.