Para-policías a la calle

No contento con el revuelo que causan siempre sus declaraciones, el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, puso en marcha una polémica medida. Tras algunos casos de violaciones, que han servido al gobierno para fomentar el odio por los inmigrantes, éste ha autorizado que ciudadanos voluntarios patrullen las calles de Roma para garantizar la seguridad. En un contexto de creciente xenofobia esta medida resulta bastante peligrosa. Aunque los ‘vigilantes’ no pueden portar armas, la decisión legaliza una práctica común: arremeter contra los extranjeros para hacer justicia por mano propia. Pero lo que resulta incomprensible es que el decreto, que como se ha vuelto costumbre no fue sometido a debate, aparezca justo cuando las cifras de inseguridad presentan una notable reducción.