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SUDÁN

¿Parto sin sangre?

Un nuevo país podría surgir del referendo que se acabó de votar este sábado en Sudán. Pero no solo se teme una nueva guerra civil, sino que la separación se convierta en un precedente para otros puntos críticos de África.

15 de enero de 2011

Durante siete días, miles de sudaneses del sur se hicieron presentes en las urnas para votar el referendo que dividiría al país en dos. Los resultados oficiales solo se conocerán en febrero, pero todo indica que la secesión se impondrá con facilidad. De concretarse, por primera vez un país de ese continente rompería las fronteras trazadas por los europeos en el proceso de descolonización.

La historia independiente de Sudán ha estado marcada por las guerras civiles, la última de las cuales se prolongó por 22 años y dejó más de dos millones de muertos. Estalló en 1973, cuando el gobierno de Jartum, dominado por la mayoría árabe musulmana del norte, decidió imponer en todo el país una versión estricta de la sharia, la ley islámica, lo que no fue aceptado por los habitantes del sur, principalmente cristianos y animistas. El referendo de secesión es la etapa final de un acuerdo de paz que se firmó en 2005 y que le dio al sur la posibilidad de tener un gobierno más autónomo desde ese momento.

Si las votaciones confirman la voluntad de secesión, Sudán del Sur se convertirá en un Estado el 9 de julio. Sin embargo, todavía hay muchos factores por resolver. Uno de los más importantes es definir la nueva frontera, lo que podría desencadenar la violencia. Al menos 70 personas murieron en los últimos días en enfrentamientos en Abyei, región fronteriza que tendrá un referendo propio para que sus tribus decidan si quieren pertenecer al sur o al norte. Aún no se ha determinado una fecha para estas votaciones.

Otro elemento es el petróleo, pues el 75 por ciento de las importantes reservas del país están en el sur, pero las instalaciones para su aprovechamiento y exportación quedan en el norte. Aunque el presidente Omar al-Bashir aseguró que acataría el referendo, es poco probable que renuncie a las riquezas petrolíferas del sur. Los líderes del movimiento separatista, representados por el vicepresidente, Salva Kiir, estarían dispuestos a hacer concesiones para garantizar su independencia. Pero nada garantiza que al-Bashir despliegue un comportamiento muy civilizado si se tiene en cuenta que es requerido por la Corte Penal Internacional por las atrocidades de otro de los conflictos de Sudán, el de la región de Darfur.

Sudán del Sur tendrá además grandes retos. La expectativa de independencia ha provocado la llegada de miles de refugiados que vivían en el exilio desde la guerra, y las autoridades ya se han visto a gatas para atenderlos.

Pero si el gobierno logra superar esta situación y consolida a Sudán del Sur como un Estado viable, sentará el precedente para otras naciones del continente que se encuentran atrapadas en fronteras artificiales.

Es el caso de Somalilandia, una región del noroeste de Somalia que se autoproclamó independiente en 1991 para alejarse del conflicto que aqueja a esa nación. Tiene un gobierno autónomo, escogido democráticamente, y sigue luchando por ser reconocido, pero hasta el momento ningún país lo ha hecho.

Otras zonas también exigen mayor autonomía. Casamanza, en Senegal, tiene un movimiento separatista . Cabinda, en Angola, también pretende mayor autonomía, así como algunos sectores de la República Democrática del Congo, entre los que se encuentra Katanga.

Sudán se convertirá en el primer país que cambie las fronteras establecidas en África durante el proceso de descolonización, pero seguramente no será el último. Los líderes africanos tendrán que prestar mayor atención a las minorías si no quieren que surjan más Estados, lo cual suele suceder en medio de guerra y sangre en ese sufrido continente.