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PAZ ELIGIO PAZ

Sólo la intervención del minoritario MIR, de Paz Zamora, permitió la elección de su tío, Paz Estenssoro.

9 de septiembre de 1985

Tras la jornada de posesión como nuevo presidente de Bolivia del septuagenario Víctor Paz Estenssoro, tres hechos se destacan sobre los demás. Fue esta la primera vez, en los 160 años que lleva el país de vida republicana, desde que se independizó de España en 1825, que un gobierno constitucional en ejercicio del poder, traspasa las riendas del gobierno a un líder de oposición electo democráticamente. Lo corriente ha sido que militares golpistas depongan a otros militares golpistas haciendo de la transferencia de poder un acto de fuerza sin mayores solemnidades. O que un presidente elegido por el Congreso entregue el mando a una nueva Cámara de militares, como fueron los casos de Walter Guevara Arce y de Lidia Gueiler, a manos de Alberto Natusch Bush y Luis García Meza, respectivamente.
El tránsito pacífico y legal de la semana pasada, fue la culminación de un proceso electoral anticipado que las fuerzas de oposición exigieron y que fue aceptado de buen grado por el acosado presidente Hernán Siles Zuazo, para evitar que Bolivia de nuevo cayera en el abismo del golpe militar o de la refriega sangrienta.
El segundo aspecto que llama la atención, es que las aspiraciones presidenciales del general Hugo Bánzer Suárez, quien en un primer momento del escrutinio creyó haber ganado las elecciones siendo superado finalmente por la representación congresional de Paz Estenssoro, fueron deliberadamente frustradas por los sectores de la izquierda que aceptaron votar por el centrista Paz Estenssoro en el Palacio Legislativo.
Dado que los resultados de los partidos no obtuvieron en las urnas la mayoría pedida por la Constitución para elegir presidente en la primera vuelta, el candidato con más escaños en el Congreso pudo negociar su ascenso al poder con las demás fuerzas políticas. Bánzer y su Acción Democrática Nacionalista (ADN), aventajaron en más de 37 mil votos a Paz Estenssoro en los comicios, pero los mecanismos compensatorios en la representación de las provincias dejaron al ex dictador en minoría en el Congreso, con 51 escaños, frente a los 59 del Movimiento Nacionalista Revolucionario de Paz Estenssoro.
Fue en ese marco que la tercera fuerza surgida de las elecciones, el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), que dirige el sobrino del nuevo mandatario, Jaime Paz Zamora, con sólo 16 diputados y senadores, se convirtió en el primer árbitro de la elección en el Congreso. Jaime Paz, en realidad, quería darle los votos a Bánzer, pues un gobierno de talante reaccionario cohesionaría a la oposición y permitiría, según sus cálculos, al MIR postularse como una alternativa de izquierda moderada. Pero, una rebelión que comenzó entre los mismos diputados del MIR y que amenazó con llevar a una cuarta fractura de ese movimiento, obligaron a Jaime Paz a apoyar a su tío, quien, de paso, ofreció dar la presidencia de la Cámara de Representantes a Gastón Encinas, del MIR.
Así, cosechando los votos de unos, gracias a las afinidades políticas, y obteniendo los votos de los otros, gracias al odio que inspira el general Bánzer, Victor Paz reunió los 94 votos parlamentarios que le permitirán ejercer el poder por cuarta vez.
Hugo Bánzer, férreo dictador de 1971 a 1978, quien es acusado de haber propiciado durante su gobierno masacres de mineros y otra serie de vejámenes contra su propio pueblo, no pudo llegar a ser inquilino del Palacio Quemado mediante el voto popular. Resentido, repitiendo que su movimiento es la primera minoria y que llegará de nuevo al poder, Hugo Banzer reconoció el triunfo de Victor Paz mediante una llamada telefónica a éste en la que, en gesto teatral, invitó a su interlocutor a trabajar por un "reencuentro nacional" entre los bolivianos. Durante la campaña electoral, el militar había prometido al electorado implantar una nueva dictadura y aplicar una "cirugía sin anestesia" al país para "arreglar" los problemas bolivianos.
La cortesía telefónica de Bánzer no quiere decir que su ADN será un opositor civilizado. Desde ya, las promesas son combatir al nuevo gobierno en la forma en que lo hizo con el de Siles Zuazo, de tal suerte que en el horizonte de Paz Estenssoro también hay la posibilidad de un recorte del mandato y de elecciones anticipadas.
El último aspecto a destacar: la elección ha recaído otra vez en Víctor Paz Estenssoro, el líder de la revolución del 9 de abril de 1952, la cual condujo a la nacionalización de las minas, a la implantación del sufragio universal y a la reforma agraria. Las anteriores veces lo fue para los truncados períodos de 1952-56; 1960-64 y de agosto a noviembre de 1964. En este aspecto sólo es superado por otro líder latinoamericano, José María Velasco Ibarra, quien fue presidente de Ecuador en cinco oportunidades.
En buena forma a sus 78 años, reflexivo, exiliado varias veces, fumador de pipa, Víctor Paz, ayer de izquierda hoy de derecha, es una de las tres figuras legendarias de Bolivia, con Hernán Siles Zuazo y Juan Lechín Oquendo, el eterno patrón de la poderosa Central Obrera Boliviana (COB). Tendrá como vicepresidente a un hombre de su confianza, Julio Garret Ayllón, 60 años, de quien se dice que también se conserva en forma y es todo, menos un segundón.
Con períodos presidenciales recortados y agitadas elecciones, Bolivia continúa a su manera en la línea de recuperar la continuidad democrática. Ya se verá si la de Paz Estenssoro favorece o no esa tendencia.