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Paz a las malas

La ONU, involucrada en combates con una de las facciones de la guerra civil somalí, pierde la brújula de la paz.

16 de agosto de 1993

LA MISION "HUMANITARIA" de los Cascos Azules de la ONU (Organización de Naciones Unidas) en Somalia parece ir de tumbo en tumbo. El último episodio fue el bombardeo que realizaron helicópteros de Estados Unidos contra la sede de una de las facciones en guerra, la Alianza Nacional Somalí (ANS), comandada por el general Mohammed Farrah Aidid, que produjo más de 60 muertos en el sur de Mogadiscio, la capital del país africano. Como la violencia trae más violencia, el hecho desencadenó la reacción de una turba de somalíes que linchó a cuatro corresponsales de guerra.
La ONU justificó el ataque contramilicias de Aidid como una represalia por la muerte de 23 soldados paquistaníes, pero en el proceso, sus soldados han resultado involucrados hasta el cuello en un conflicto que no entienden. La primera consecuencia fue un fuerte enfrentamiento de la ONU con el gobierno italiano, que tiene intereses especiales porque Somalia fue colonia suya. Roma pidió la suspensión de las operaciones de combate y la revisión de las actividades de ONUSOM (Misión de las Naciones Unidas en Somalia) por considerar equivocados los medios que se han empleado para lograrlo.
Para complicar las cosas, el comando de los Cascos Azules solicitó la remoción del comandante italiano, el general Bruno Loi, por no coordinar sus acciones con el general Cevik Bir y del emisario especial de la ONU, almirante Jonathan Howe, comandantes operativos de Onusom. Esta situación ha reunido a todas las fuerzas políticas italianas para condenar el uso de la violencia en la misión humanitaria y protestar por el papel activo que las fuerzas de Estados Unidos tienen en el conflicto. Según ellos "la misión se ha concentrado en capturar a Aidid, por quien ofrecen una recompensa de 25.000 dólares, olvidando que este personaje solo es uno de los jefes de clanes que buscan el control de Mogadiscio y del gobierno acéfalo somalí".
El caso de Somalia ha puesto en evidencia que los organismos de ayuda de la ONU, la Unicef y los demás, no han cumplido su cometido con eficacia. De hecho, organismos de ayuda internacional como la Cruz Roja o la organización "Médicos Sin Fronteras" asumieron el trabajo que debía desarrollar la ONU. Frente al conflicto civil, la intervención de las Naciones Unidas tampoco ha sido afortunada. En marzo del año pasado, por iniciativa de Boutros Boutros-Ghali secretario General de la ONU, representantes del general rebelde Mohamed Mahdi y del ex dictador Siad Barre pactaron en Nueva York un cese al fuego que no tuvo éxito. El panorama se complicó aún más con la intervención militar de Estados Unidos, en agosto del año pasado, cuyo objetivo era proteger los cargamentos de ayuda de los ataques de los rebeldes. Entonces se conformó el cuerpo de paz de Somalia (Onusom) que inicialmente tenía una misión preventiva y humanitaria. Los últimos sucesos demuestran que lejos de tener un papel pacificador, los cuerpos de paz de la ONU han asumido la ofensiva en el conflicto somalí sin que parezca existir una idea clara de cómo consolidar las condiciones para el retiro de las fuerzas y la "normalización" del país.
Esta actitud va en contravía de los objetivos de las Naciones Unidas y convierte a Onusom, de misión pacificadora, en una fuerza desestabilizadora más en el país del Cuerno Africano.