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Peña Nieto: el rey del teleprompter

El presidente electo de los mexicanos es un maestro de la telegenia y el manejo mediático. ¿Pero qué tanto de lo que proyecta es real?

Catalina Lobo-Guerrero
4 de julio de 2012

Aún no ha tomado posesión como presidente de los mexicanos, y Enrique Peña Nieto ya está siendo víctima de su propio invento. El domingo celebraba victorioso la que fue una exitosa campaña, asesorada por el polémico estratega político venezolano JJ Rendón, en la que Peña Nieto supo utilizar su telegenia al máximo. El nuevo presidente mexicano, conocido como el "Luis Miguel" de la política -en alusión al cantante de boleros mexicano- ha entendido como ningún otro político de su país que para gobernar hay que ser una estrella en la pantalla chica y tener amigos en los medios de comunicación. Pero tanta “pantalla” ahora está poniendo en duda su capacidad de liderar el país, pues habrá muchas ocasiones en las que se verá forzado a salirse del libreto.
 
Como gobernador del estado de México, Peña Nieto mandó de la mano de los medios y gastó más de 13 millones de dólares en publicidad. En los comerciales aparecían actores y actrices de telenovelas mexicanas, como los voceros que anunciaban los logros de su gobierno. De esas campañas publicitarias nació el romance con la vedette, Angélica Rivera, la “Gaviota” de la versión de la telenovela "Café" de los manitos. Un amorío que ocupó por meses las portadas de la prensa del corazón. Fue así como todo México conoció hasta los más ínfimos detalles del matrimonio, que se celebró en noviembre de 2010 delante de todos los paparazzis del país. Se comprometieron en el Vaticano y se casaron con una canción de Celine Dion. Los 300 invitados comieron "terrina de foie gras con espárragos" y "filete de res importado au jus con chanterelle y glacé de tintos". Ahora Rivera será la próxima primera dama de la nación.
 
Luego de conocerse la victoria del galán político, su antagonista, Andrés Manuel López Obrador, salió a poner en duda el resultado. Cero y van dos veces que lo hace, la anterior contra el actual presidente Felipe Calderón por un estrecho margen. Pero ese resultado no está tan en duda porque AMLO, como lo conocen, tienen fama ya de mal perdedor. Lo que sí se están preguntando algunos mexicanos es sobre la "autenticidad" y la capacidad de manipulación mediática del nuevo presidente.
 
Siempre ha habido rumores sobre la particular relación entre Peña Nieto y Televisa, el canal más importante de México. Hace unas semanas el diario inglés The Guardian afirmó que varios documentos demuestran que el nuevo presidente le pagó a Televisa para que le den un tratamiento preferencial y hagan un cubrimiento negativo sobre su competencia.
 
El periódico también publicó unos wikileaks de septiembre del 2009, donde la embajada de Estados Unidos afirmó que "es un hecho ampliamente aceptado, por ejemplo, que el monopolio Televisa respalda al gobernador y le proporciona una extraordinaria cantidad de tiempo de emisión y otros tipos de cobertura". Otro cable reveló que "analistas y dirigentes priistas por igual han expresado en repetidas ocasiones su creencia de que (Peña Nieto) ha pagado por debajo de la mesa a los medios de comunicación para obtener una cobertura favorable en los canales de noticias, como así ha financiado a encuestadoras para influir en sus resultados".
 
Solo unos días antes de las elecciones, The Guardian volvió a la carga y publicó que la cadena de televisión fue infiltrada por un equipo de periodistas pagados por su campaña, que trabajaban en propaganda negra para sus adversarios y en garantizar que Peña tuviera mayor exposición y siempre una luz favorable en la pantalla.
 
A esto se suma ahora una nueva columna que el candidato supuestamente escribió ayer en las páginas editoriales del New York Times. A lo largo de la campaña los detractores de Peña Nieto se han mofado de su mal inglés. Incluso hay todo tipo de videos de You Tube, el canal ciudadano en donde los intereses económicos no pueden direccionar los contenidos, en donde aparece Peña Nieto hablando enredado, y otros en los que el político mexicano es una caricatura que apenas machuca el idioma.
 
El editorial fue inmediatamente cuestionado por jóvenes en redes sociales y por una periodista de Monterrey que le pidió explicaciones al New York Times, sobre por qué no decían que era una versión traducida. Los editores respondieron que Peña Nieto mandó la columna en inglés, lengua que supuestamente aprendió cuando fue a un internado en su adolescencia en Estados Unidos, pero a juzgar por su habilidad con el idioma hoy en día, la columna habría sido escrita por un escritor fantasma y no por él. Aunque ésta es una práctica frecuente entre muchos mandatarios, casi ninguno escribe sus propios discursos, el New York Times siempre ha sido muy cuidadoso y selectivo con los columnistas invitados y la originalidad de los textos que publica. Por eso hay quienes en México afirman que fue a través de Carlos Slim, accionista del diario estadounidense, que Peña Nieto logró escribir su columna presuntamente falsa en las páginas más importantes del periódico.
 
La movida buscaría tranquilizar a sectores estadounidenses, especialmente en Washington, preocupados de que el jefe de estado mexicano en vez de continuar la guerra contra el narco, negocie con los capos, como fue la tradición del PRI en el pasado, lo que evitó que la violencia escalara a los niveles en los que se encuentra hoy. Para calmar a los gringos, Peña Nieto reiteró que el policía superestrella del mundo, el general Oscar Naranjo, será su ficha clave para combatir al crimen organizado en su país.
 
A las pocas horas de haberse publicado el editorial, a Peña Nieto también le salieron nuevos críticos, y cuestionaron su conocimiento económico o si no, el del que escribió el artículo. Peña Nieto prometió en la columna que buscaría un crecimiento como el que han tenido algunos de los países BRIC: Brasil, India y la China. Pero Joshua Keating, quien escribe en Foreign Policy, le recordó al nuevo presidente que, de hecho, los mexicanos hoy en día son más ricos que los chinos.
 
Todo esto ha despertado las dudas sobre cómo gobernará Enrique Peña Nieto, y qué es lo que verdaderamente representa, más allá de su cara bonita. Como lo expresó la analista y periodista Denise Dresser: "A veces Peña Nieto habla el lenguaje de la modernidad, a veces usa el vocabulario del pleistoceno. A veces promete reformas que cambiarían la naturaleza del PRI, a veces despliega sus peores prácticas". Dresser lo llamó incluso el "niño de la burbuja de plástico", sin ideas propias, pues sólo repite lo que aparece en el teleprompter. Peña Nieto tiene ahora el enorme reto de convencer a los mexicanos, no solo con palabras y con su pinta seductora, sino con hechos reales. Gobernar no es solamente una emoción televisada.