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Perdiendo audiencias

El Papa Juan Pablo II encuentra grándes multitudes en Estados Unidos, pero muy pocos están dispuestos a seguir sus ensenanzas.

13 de septiembre de 1993

QUE EL SANTO PADRE VIAJE NO ES EXTRAño. Juan Pablo II ha realizado 60 viajes a lo largo del mundo desde su elección en 1978. Pero que visite países tan disímiles como Jamaica, México y Estados Unidos en una sola salida, obedece a un plan estratégico. Su primera parada la semana pasada en Kingston (Jamaica), le sirvió como abrebocas para denunciar las consecuencias de la esclavitud y reafirmar el valor del vínculo familiar como sostén de la sociedad. Ese planteamiento respondía claramente a la situación de un país donde los casos de promiscuidad, poligamia, unión libre y abandono de hogar son demasiado frecuentes.
El tono de su alocución en la segunda etapa, en Mérida, tierra azteca, fue más severo. Su mensaje se centró en criticar abiertamente al neoliberalismo que considera el trabajo humano como una "simple mercancía", los atropellos cometidos contra la población indígena del continente y la proliferación de sectas religiosas. Sus palabras estaban a la medida de los países latinoamericanos que han asumido las tesis neoliberales, exterminado sus poblaciones indígenas y se encuentran atestadas de sectas protestantes. Hasta ese momento sus recomendaciones fueron de tono paternal,de pastor. Pero su última escala, en Denver, Estados Unidos, mostró problemas más acuciantes para el Vicario de Cristo.
El orden internacional, económico y político, fueron claves en el encuentro con el presidente Bill Clinton. La participación del Pontífice en las relacioes internacionales ha sido siempre un punto crucial de su agenda. En la reunión privada el Vicario de Cristo aprovechó para colocarle sobre el tapete a Clinton, los casos dcl momento: Haití, Bosnia, el Medio Oriente y la ex Unión Soviética. Hacía algunos días, cuando el Pontífice se había pronunciado sobre la intervención militar en Bosnia diciendo que aunque esa decisión la tomaban los políticos, la intervención humanitaria y el desarme de los beligerantes hacían parte de la caridad cristiana, muchos supusieron que se trataba de un apoyo expreso al intervencionismo de Clinton. Sin embargo, en la reunión se vivió otro clima y al parecer el "liderazgo moral" que diplomáticamente le atribuyó Clinton a Juan Pablo II le mereció recibir un "regaño" papal por su política exterior.
Por otra parte, el catolicismo norteamericano, que vive en una sociedad permisiva, afronta conflictos con la doctrina del Vaticano sobre moralidad desde la "Humane Vitae", de Pablo VI, los católicos gringos se han visto en problemas para conciliar sus convicciones con su vida sexual.
En una encuesta previa a la visita del Pontífice -con cifras que se repiten entre los católicos- el 70 por ciento de la población se declaró a favor del control natal artificial, el 58 por ciento de acuerdo con las relaciones prematrimoniales, y el 56 por ciento se encuentra a favor sobre el aborto, el punto más álgido y aparentemente irreconciliable con Roma. Al parecer, la opinión norteamericana, y quizá mundial, considera anacrónica la posición del Vaticano en esos tópicos. Aunque tanto en Mérida como en Denver hubo grandes multitudes, lo cierto es que los organizadores esperaban más.
Por eso, el resultado de esta gira papal podría ser irónico. Mientras el peso de Juan Pablo II a nivel político puede seguir siendo muy importante, a nivel religioso se está presentando la paradoja de millones de católicos que le veneran como símbolo de su credo, pero que no concuerdan necesariamente con él en asuntos doctrinarios.
Pero eso no significa que el Santo Padre esté pensando en dar su brazo a torcer. Pero sí es un tema que muchos católicos quisieran ver como motivo de mayor reflexión en los tiempos que corren.