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Periodistas resaltan la incoherencia de Correa en el caso Assange

El presidente de Ecuador decidió enfrentarse a Inglaterra por proteger a quien ha definido como un "luchador por la libertad de expresión". Periodistas ven paradójico que tome esta decisión cuando ha clausurado una veintena de medios en el último año.

Jonathan Bock, redactor Semana.com
16 de agosto de 2012

Entre las razones que tuvo a consideración el presidente de Ecuador, Rafael Correa, para concederle asilo político al conocido hacker y fundador de WikiLeaks, Julian Assange, quien ha divulgado centenares de miles de cápsulas que contienen los más altos secretos de Estado de diferentes países, es la siguiente: "Es un profesional de la comunicación galardonado internacionalmente por su lucha a favor de la libertad de expresión, la libertad de prensa y de los derechos humanos en general".
 
La decisión de Correa no es fácil. Debido al caso Assange, el mandatario se enfrentará a Inglaterra, país que lo amenazó no sólo con capturar al periodista australiano antes de que este llegue al aeropuerto, lo que sería una gravísima agresión, sino que anticipó que ya las relaciones diplomáticas entre ambas naciones "dejarán de ser amigables". Consecuencias que asume Ecuador para proteger a "un luchador de la libertad de expresión".
 
Paradójicamente, el presidente que ha asumido estas consecuencias es el mismo al que en varios países del continente americano se le considera como un "brutal agresor de la libertad de prensa".
 
Ignacio Gómez, presidente de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia, recuerda que "los ataques cometidos por Correa en el último año contra la prensa de su país son los más graves que recuerde toda América Latina en mucho tiempo. Esto va desde la clausura de medios hasta inventarse investigaciones por no tener en sus nóminas a minusválidos".
 
Solo en los meses de junio y julio, el presidente Correa cerró cerca de veinte medios de comunicación, entre ellos estaciones de radio y de televisión que tenían a sus espaldas más de cuarenta años de vida y lo hizo bajo argumentos legales y técnicos. 
 
"Obviamente que Assange congrega cierta militancia en el sentido de la libertad de prensa, pero es imposible que la gente le crea al presidente que su razón se basa en ese sentido. Las agresiones que él (Correa) ha cometido contra la prensa son de una brutalidad extrema y jamás vistas en el continente, y se entiende que con esta decisión está tratando de fingir un apoyo a la libertad de expresión", le dijo Gómez a Semana.com.
 
A estos hechos, que con indignación ha recogido la prensa del continente, se les suman el veto del Gobierno a los principales medios privados del país, las iniciativas promovidas para regular a los medios y las multimillonarias demandas que Correa ha interpuesto contra algunos periodistas críticos, como Juan Carlos Calderón y Christian Zurita, autores de "El Gran Hermano", una investigación sobre los presuntos actos de corrupción de Fabricio Correa, hermano del presidente.
 
La incoherencia de Correa también es subrayada por el director de Noticias RCN, Rodrigo Pardo, quien asegura que recuerda que el mandatario ecuatoriano ha sido el "más intolerante con la libertad de prensa y que persigue a los periodistas en su país y le da asilo a Assange, el mayor libertario, quien promueve la publicación de los secretos de Estado".
 
Días atrás el periodista español Miguel Ángel Bastenier se refirió al asunto. "Dudo que Assange supiera gran cosa de Ecuador antes. Y por lo que respecta a Correa, resulta curioso que se erija en defensor de la libertad de expresión en el mundo, cuando le pone trabas en su propia casa".
 
Las críticas de Correa a WikiLeaks
 
Las incongruencias del presidente resultan más sorprendentes al ver sus cambios de postura frente a WikiLeaks. En el 2011 el Gobierno de Quito declaró persona non grata a la embajadora de Estados Unidos, Heather Hodges, y la expulsó por unos cables diplomáticos filtrados por WikiLeaks en los que acusaba a Correa de haber designado como comandante de la Policía al general Jaime Hurtado, pese a saber que era corrupto. En represalia, Estados Unidos decidió hacer lo mismo al embajador ecuatoriano en Washington, Luis Gallegos.
 
Siete meses después, luego de que la Fiscalía sueca anunció que Assange era investigado por acoso sexual y pidió su extradición al Reino Unido, el entonces vicecanciller Kintto Lucas le ofreció residencia en Ecuador. Sin embargo, Correa lo desautorizó y criticó a WikiLeaks, indicando que "si más tarde se permite que esto suceda sin ninguna sanción, pueden salir cuestiones muy graves para la seguridad del Estado".
 
Pero después Correa lo pensó mejor, dejó abierta la posibilidad de asilo y resaltó el trabajo de Assange: "Cometió una ilegalidad, pero al final nos brindó un bien mayor: revelarnos la política imperial de Estados Unidos", dijo.
 
Para César Ricaurte, periodista ecuatoriano y director de Fundamedios, asociación que protege los derechos y libertades de expresión en ese país, esta situación es más que paradójica porque el caso de Assange se convertirá en un “asunto emblemático por la lucha de la libertad de expresión cuando esto no sucede en el Ecuador”, según le dijo a Semana.com. 
 
Más allá de la valoración sobre la decisión adoptada por el Gobierno de Correa, la postura del mandatario indignó a cientos de periodistas y medios no sólo de su país sino de toda Latinoamérica, quienes consideran que esta acción busca "legitimar al Gobierno como un actor que está protegiendo la libertad de expresión y un adalid de la prensa libre, cuando la realidad es que se trata de un país que asume cada vez posiciones más radicales contra el trabajo periodístico", concluye Ricaurte.